ficción, microrrelato

Tres minutos en brazos de un desconocido, sintiendo pecho contra pecho, mejilla contra mejilla y la respiración en el oído, dejándose llevar con los ojos cerrados, olvidados del mundo. Cuerpos en equilibrio, espíritus vagabundos. Un piano, unos violines, un bandoneón y una voz de terciopelo arrullando remolinos en el aire con los efluvios de la milonga. La eternidad concentrada en un tango. Estaba furiosa con el imán de la mezquita vecina a su casa porque predicaba barbaridades sobre las mujeres. Le oyó decir que las que no usaran velo irían al Yahannam, el infierno musulmán,...

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