domingo, 14 octubre 2012
Ni cuerpo que lo resista
Cuando llegó a la tienda de antigüedades de su abuelo esa tarde, lo encontró limpiando el polvo de los estantes aprovechando que no tenía clientes. La tarde estaba calurosa y el sueño rondaba la cabeza del viejo Baltasar. Estaba en el fondo, en el rincón de libros viejos en varios idiomas. Como de costumbre, después del colegio, Julia esperaba a sus padres en ese almacén: -Hola, abuelo. ¿Cómo estás?- le dice dándole un beso en la mejilla. -Bien, nena. ¿Y a ti cómo te fue en el cole? -contesta un poco distraído y añade- En mi escritorio te espera un vaso de leche y una tarta...