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Fuera de los deportistas que se tiran al suelo para alcanzar un balón o tumbar a un contrincante o los yudocas o los bailarines acrobáticos, las caídas no son inteligentes. Cuando uno es niño se puede caer sin mayores consecuencias. No es muy pesado, no cae de muy alto, tiene huesos cómo de caucho. Recuerdo una caída por culpa de un perro. Estábamos jugando en la calle con un grupo de niños, corríamos de un lado a otro y en una de esas el perro de un amigo se me atravesó sin que me diera cuenta y me hizo caer entre la acera y la calle. Por fortuna era un barrio tranquilo, sin mucha...

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