fanatismo, vida, muerte, más allá, humanidad

Ayer ha sido un día triste por varias razones. Estuve en el cementerio en una ceremonia para despedir a un amigo que murió de un infarto fulminante el 29 de noviembre. Tenía 52 años de edad y gozaba de buena salud. Jugaba basquetbol, era de temperamento calmado y afable. Según me contaron, apenas tuvo tiempo de decirle a su mujer que sentía algo raro a las cinco de la mañana antes de quedar fulminado. No había tenido ningún síntoma en días anteriores. Un corto discurso de sus hijos y una serie de canciones en español y francés de cantantes conocidos nos acompañaron en la capilla...

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