ficción, prestamistas

El joven llegó en motocicleta, llamó a la puerta y preguntó por James. Llevaba el casco sobre la cabeza como si fuera un sombrero. Vi perfectamente su rostro serio, con ojos negros y tal vez un bigote o una barba de unos pocos días. «¿Quién será este tipo que nunca antes había visto», con seguridad lo habrá pensado. Su ropa oscura con algunos toques de verde fluorescente estaba polvorienta y seguramente olía a sudor. No era de extrañar pues las calles de Santa Rosa no están pavimentadas. En ese momento, la ruidosa música latina salía de muchas tiendas. Él estaba hablando con otra...

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