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miércoles, 09 diciembre 2009

Yucatán y extraterrestres

NV-IMP564.JPGMe comentaba un colega que vio en la televisión una película un poco futurista en la que un detective que se encuentra con un extranjero que habla un idioma desconocido para él, saca un aparato del tamaño de un teléfono celular y apuntándolo hacia la boca del otro recibe la traducción simultánea. Será una máquina mágica o milagrosa, pues es muy difícil programar un artilugio de ese tipo que conozca todos los acentos e idiomas con que se pueda uno topar por ahí. A mi juicio, faltan muchos años para que eso funcione así de fácil.

Hace varios años, durante una conferencia sobre lingüística computacional en Londres, demostraron un aparato que los militares, quizás estadounidenses, utilizaban durante la guerra en ex Yugoslavia. El militar que quería comunicar con un civil escogía la frase tipo y la maquinita la pronunciaba en el idioma del interlocutor; eso sí, tenía primero que escoger el idioma correspondiente. No sé qué haría cuando el otro le contestaba en su idioma y el militar no tenía un interprete a su lado.

Malentendidos entre gente que no habla el mismo idioma, imaginarios o reales, han dado lugar a etimologías fantásticas como por ejemplo la de Yucatán. En escritos del siglo XV y XVI aparece como una mala interpretación de la frase «no soy de aquí» o «no entiendo lo que me dice» que se supone el indígena contestó en su idioma cuando el conquistador español le preguntó: ¿cómo se llama este lugar? En esta página http://warexparty.wordpress.com/2009/03/04/yucatan-yokot%..., hay una explicación de este cuento y también una etimología más lógica que le da el significado de «la gente que habla yoko o choc».

Coincidencialmente, en la radio hablaban estos días de los problemas de comunicación con extraterrestres y en particular, de cómo se podría saber si a un ser de estos le gusta nuestra música, suponiendo que la pueda escuchar. Decían que lo mejor sería observar si este se movía siguiendo el ritmo de la música o bailando.

Estos problemas de comunicación siempre me han intrigado. Ya entre dos personas que hablan el mismo idioma a veces uno no se entiende, ¡cómo será con seres venidos de otro planeta!

miércoles, 28 octubre 2009

Libros en preparación

NV-IMP538.jpgCorrigiendo las pruebas de dos libritos en los que voy a participar y están camino de la imprenta en Madrid, me encuentro con la frase:

 

«Todas mis amigas […] me dejaban que fuera yo la que mandaba y ordenaba lo que cada una podía o debía hacer».

Me pregunto si debo poner «mandara y ordenara» o dejarla como está. Las dos opciones me parecen bien y los ejemplos que encuentro en Google no me ayudan a decidirme. ¿Habrá alguna explicación gramatical contundente que me permita escoger?

(Aprovecho para agradecer públicamente a mi cómplice literaria Símplemente Yo por los juegos de escritura que hemos realizado en la blogosfera desde hace un par de años pues me han servido mucho como material de base para estos libros que pronto saldrán a la venta. Ya les daré más datos cuando se publiquen.)

miércoles, 16 septiembre 2009

El nombre de la cosa y no de la rosa

NV-IMP504.jpgHay cosas que tienen muchos nombres en nuestro idioma. Nombres que en un lugar del mundo hispanohablante son casi inocentes o muy formales y en otros, pueden ser malsonantes o vulgares
Un lingüista ruso me comentó hace años que había nombres que proliferaban por causa de las supersticiones. No era bueno nombrar las cosechas por su nombre para que no se fueran a dañar, tampoco a los niños ni a los animales domésticos para evitar que les cayera una maldición. Por eso, según él, entre las lenguas latinas existen muchos nombres con etimologías diferentes para ciertas cosas y hay muchas otras que se conservan casi idénticas a través del tiempo y de las lenguas y dialectos.
No sé si pasará lo mismo con el nombre del sexo o si es más bien por pudor que se han inventado tantos sinónimos.
En el diccionario VOX encuentro más de veinte para el masculino (aparato, caoba, carajo, chorra, choto, cipote, cola, falo, minga, minina, nabo, pájaro, picha, pichula, pico, pija, pijo, pilila, pinga, pito, polla, rabo) y unas cinco para el femenino (almeja, conejo, raja, vulva, zorra). Supongo que es lo mismo en todos los idiomas.
Estas reflexiones me vinieron a raíz de una discusión en un foro de debate sobre el idioma en el que se trató el uso de la palabra churumbel (que quiere decir niño y que yo no conocía) y de la palabra churumbelo (que quiere decir cachivache y resultó ser un colombianismo).
Yo había explicado que churumbelo es el nombre que uno le da familiarmente a un garabato, a un chuzo, a un alambre o a una cosa difícil de identificar que también llamamos vaina.
Luego se comenta que en el diccionario etimológico de Corominas para hablar de churumbel remite a chirimía, y después de explicar lo que es (una flauta de caña) y que se deriva del francés chalemie, caramela, charumbela, chalamelle... del latín calamellus, dice:

[...] De churumbela, pasando por el sentido figurado de 'pene' se ha llegado a 'niño, muchacho', que tiene churumbel, voz andaluza y agitanada...
[...] caló churumbelo, 'hijo', compárese el castellano. gaita 'pene', italiano jergal y dialectal pivo 'niño' (de piva, 'gaita', 'pene', latín pipa)...
También en el Corominas hay una explicación, en la voz chirimbolo:
Cachivache, voz popular y afectiva de origen incierto; sale probablemente de chirumbela, churumbela, chirimía, con influjo de carambolo (enredo); es posible que también hubiera contaminación semántica de chambariles (trastos, cachivaches)...
Claro que la idea de caña o de algo longitudinal está en el churumbelo colombiano del que yo hablaba. Le pregunté a mi esposa y llegamos a la conclusión de que un churumbelo no es necesariamente algo rígido sino que por ejemplo podría ser una tira o cinta de tela que cuelga de un vestido. Curioso. En Colombia tenemos también una fruta que se llama carambolo, pero no le veo relación al nombre, en ese caso, con cachivache, a menos que sea por la forma extraña que tiene.
Evidentemente, como esto fue tema de un foro sobre el idioma, una amiga participante se reventó de la risa al leer con doble sentido mis comentarios y los de mi esposa. Nótese sin embargo que, si no me equivoco, ni churumbelo ni carambolo son nombres de la cosa. ¡Aunque nunca se sabe!