Entre libros
viernes, 12 marzo 2010
Anoche estuve en Beirut buscando una editorial no sé para qué. Primero había un problema con una estufa de gas que tenía escapes y me tocó cerrar con mucho cuidado. Después anduve en un hotel usando las duchas sin permiso escapando de la vigilancia del personal y de los clientes. Me di cuenta de que estaba en Beirut. Estuve en una biblioteca o librería hablando con los dueños o tipógrafos pues buscábamos fuentes y pólizas para las publicaciones en varios idiomas. De un estante lleno de libros viejos llenos de polvo con lomos rojos deshilachados tomé uno grande y pesado. A la luz de una lámpara de escritorio lo abrí y encontré un artículo interesante. Era un diccionario enciclopédico y creo que caí en la letra D. Repentinamente el libro se me cerró quizás por un movimiento brusco de la mano y cuando lo volví a abrir uno de los señores que estaban conmigo (gordo y de barba gris) me dijo:
- No busque la página que estaba leyendo. Ese es el libro infinito de Borges donde nunca se puede leer la misma página más de una vez.
Tan grande fue la sorpresa que me desperté. Eran como las dos de la mañana. Me levanté, fui al baño, tomé agua, pensé en lo que me había hecho la víspera y me dije que uno construye sus sueños y pesadillas con las migas que quedan en el inconsciente de la rebanada de vida del día anterior.
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ja ja ja ;-)
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