Carné de viaje: a donde fueres haz lo que vieres
miércoles, 13 octubre 2010
Ese proverbio se aplica muy bien al cruce de las calles del Cairo. Si se tiene la suerte de encontrar una esquina donde esté un policía de tránsito, en general, se puede pasar sin problemas teniendo un poco de paciencia. De todas formas la gente atraviesa en medio de la circulación, los pasajes peatonales son de decoración. No se sabe quién le pone cuidado a quién; parecen dos mundos que se ignoran. En la gran plaza de la Independencia (Midan Al-Tahir) me tocó seguir a otros peatones osados para poder atravesar. Después me di cuenta de que se puede pasar por debajo de las avenidas a través de las entradas de la estación del metro. Ahora me pego al primer grupo que se atreve a atravesar y confiando en ellos llego al otro lado sano y salvo. Ayer vi una moto que se estrelló con una bicicleta en una callejuela sin importancia. El de la bicicleta cayó al suelo con todo y compras y el motociclista más un policía y un transeúnte lo ayudaron a ponerse de pie y recoger sus pertenecías.
Estuve visitando el museo egipcio con su increíble tesoro arqueológico del antigüedad. Viendo tantas joyas, ofrendas, sillas y amuletos para el viaje a la eternidad de los faraones me quedé pensando en el Museo del Oro de Bogotá y en las guacas donde enterraban a los indios con sus joyas y pectorales. ¡Qué deseo de inmortalidad, qué miedo a la muerte, qué poderío enterrado con piedras y joyas! Es como si a uno lo enterraran con el PC, el teléfono celular, la televisión plana, la antena parabólica y tantas cosas materiales que para un hombre moderno son ahora tan importantes.
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