Fuera de quicio
martes, 24 mayo 2011
La acusación la tildó de prepotente, causante de cohibición, paralizante, antisocial, egoísta, acomplejada, temerosa, introvertida, medrosa y corta de ánimo. La defensa tenía la última palabra. Mirando a los ojos a cada uno de los miembros del jurado la elogió como prudente, sensata, observadora, potenciadora, respetuosa, abierta, racional, paciente, futurista. El juez observaba a la acusada y al querellante escrutando la mínima expresión de asentimiento o rechazo. El jurado popular salió a deliberar. El público esperaba impaciente, los periodistas salieron a fumar. Al cabo de una larga e interminable hora regresaron para leer el veredicto. La timidez fue liberada por falta de pruebas. El querellante estaba condenado implícitamente a vivir con ella hasta el final de sus días.
2 comments
Qué bien, me gustó este corto y sorpresivo relato.
Bravo,
Saludos,
Fernando
Gracias, Fernando. :-)
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