Ridicule
jueves, 14 julio 2011
Me gustan esas películas históricas que, cuando están bien hechas, nos permiten imaginar cómo vivía la gente en otros siglos haciéndonos entrar sin darnos cuenta en esos mundos. Ridicule de Patrice Leconte es una de ellas. La pasaron al aire libre el viernes pasado en el palacete de Voltaire en Ferney-Voltaire. La había visto antes por televisión, pero en pantalla grande es mucho mejor. El clima estuvo perfecto: ni frío, ni calor y sin lluvia. Además el director estuvo presente y durante casi una hora fue entrevistado delante de los espectadores que calculo éramos como doscientos. Fueron interesantes sus comentarios sobre su trayectoria de cineasta y sobre la creación cinematográfica y literaria, pues también escribe. Ha tenido éxitos enormes como también películas que no han encontrado público suficiente. Decía que a él le gusta disfrutar el momento de cada éxito pues nunca sabe si va a volver a repetirse. Lo que quiere es que las películas triunfen lo más rápido posible, pues proyectarlas en salas casi vacías y por poco tiempo le parece frustrante.
El tema es la nobleza en tiempos de Luis XVI, es decir la época contemporánea al castillo de Voltaire donde la pasaban. Los ricos de la época la pasaban muy bien, a pesar de que tenían que estar pendientes de las intrigas para no ir a caer en desgracia ante los ojos de sus iguales y rivales. La búsqueda de la aceptación en la sociedad aristocrática se parece mucho a la política actual donde hay que aparentar y mostrar cierta imagen para ganar puestos de poder.
Ridicule
Date de sortie cinéma : 9 mai 1996
Réalisé par Patrice Leconte
Avec Charles Berling, Jean Rochefort, Fanny Ardant
Long-métrage français. Genre : Comédie dramatique
Durée : 01h42 Année de production : 1995
Distributeur : PolyGram Film Distribution
César du Meilleur film français de l'année : César 1997 édition n° 22
Synopsis : A travers les aventures de Grégoire Ponceludon de Malavoy, issu d'une famille d'ancienne noblesse tombée dans la précarité, une étude de la cour de Louis XVI et ses antichambres à Versailles en 1780, ou déjà la spiritualité avait pour ennemi mortel le ridicule.
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