Erik Truffaz Quartet
domingo, 04 agosto 2013
El verano en Ginebra hay muchos conciertos variados al aire libre. El tiempo ha sido ideal para estas actividades pues con calor, sol y cielo sin nubes es mejor no encerrarse por las noches. El viernes estuve con mi esposa en un concierto de jazz en la escena Ella Fitzgerald del Parque Lagrange.
El sitio debe de tener unas quinientas sillas. Mucha gente se queda de pie junto al escenario o se sienta en el prado. Calculo que unas mil personas pueden asistir sin problema. Eso sí, hay que llegar temprano para tener puesto.
En realidad lo que quería ver era una pieza de teatro en la Orangerie, que queda al lado, pero como es tan difícil estacionarse en ese sector, llegamos tarde. La función de teatro era a las siete y el concierto a las ocho y media; tuvimos tiempo de comer y de escoger buen puesto: ni muy delante, ni muy al lado para que nadie se pare delante, ni muy atrás para ver bien a los músicos, ni muy al centro de la fila para poder salir sin molestar a nadie en caso de querer irme antes del final.
El líder del grupo es trompetista. La música estuvo bien pero no es el tipo de jazz que más me gusta. El pianista me pareció exagerado en sus movimientos pues me distraían. Por momentos parecía monótono, pero fue algo variado. Son piezas largas que parecen interminables por momentos. Al final una joven cantante se unió al grupo para entonar unas cuantas canciones en inglés. Aprovechamos para pararnos y acercarnos al escenario. Nos fuimos antes de que terminara y así evitamos la muchedumbre.
Me divertí observando al público tan variado que no paraba de llegar o cambiar de lugar. Algunos guardan puestos para amigos que nunca llegan o que cuando llegan deciden quedarse en otro lugar. Unos llevan sándwiches o bebidas. Una señora pasó vendiendo un pastel. Familias con niños, personas mayores, minusválidos, jóvenes y gente de toda edad. Creo que solo vi a un par de personas conocidas. En esos casos siempre pienso que somos demasiados seres vivos en este planeta y que si de repente yo desapareciera, el mundo seguiría su marcha imperturbable. Una realidad impresionante.
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