Gota a gota
sábado, 03 enero 2015
Una simple gota de esencias florales de Bach me llevó a los años de infancia cuando con cuatro o cinco años de edad conocí ese artilugio misterioso y antiquísimo compuesto por un tubo hueco de vidrio, cerrado por un lado con una perilla, muy útil para trasvasar líquidos: un gotero o cuentagotas.
Mis hermanos se peleaban por usarlo con un remedio que mi mamá iba a tomar o a darnos. Yo no sabía de qué se trataba. Mi mamá me explicó y me dejó emplearlo en vez de mis hermanos. Como se convirtió en juguete, ella lo guardó para que no lo fuéramos a dañar. Yo estaba contento de haber aprendido algo nuevo aunque en realidad no supiera realmente cómo funcionaba.
Son cosas tan sencillas que parece que uno las supo desde siempre y sin embargo todo lo tenemos que aprender: ponerse de pie, caminar, correr, comer solo, amarrarse los cordones de los zapatos, vestirse usando bien los ojales, botones y cremalleras, bajar y subir escaleras sin ayuda, atravesar la calle, ir de mandado a comprar algo a la tienda de la esquina y volver con las vueltas correctas. Con mis hijos fui más consciente del proceso de aprendizaje y de las dificultades y desafíos que tenemos de niños.
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