Soledades públicas
sábado, 05 diciembre 2015
Vaya crítica de la sociedad colombiana y de la sociedad en general. Este libro es una caricatura exagerada de los defectos que escondemos todos y que la educación nos ha hecho disimular. Es una visión pesimista del mundo desde el punto de vista del ateo hedonista, del niño que llegado a la edad adulta se da cuenta de que el mundo ideal que le pintaron sus padres no existe, del aprendiz de brujo que descubre los trucos del mago y ya no disfruta del encanto y el hechizo de lo maravilloso. Quizás es la mirada de los perfeccionistas que en lugar de ver la belleza del conjunto, buscan los defectos escondidos en los detalles. Lo que dicen de quien siempre ve el vaso a mitad vacío en vez de a mitad lleno.
La novela tiene muchos personajes pero ninguno parece «normal», todos tienen sus desviaciones que los llevan a la pérdida. Claro que el humor hace más digerible la descomposición y la pestilencia. Quizás el que se salva es el periodista que observa esa fauna urbana y que le permite reflexionar sobre su propia existencia llena de soledad y de vacío. Me recordó una definición del ateo y del creyente que leí hace mucho años y ya no recuerdo dónde: el ateo se pasa la vida temiendo que Dios exista y el creyente, temiendo que no exista.
La novela tiene tres partes: una corta introducción y dos divisiones que el autor llama testamentos, el del inicio y el del fin. En el testamento del inicio, una serie de capítulos de longitud similar con títulos se suceden presentando los diferentes personajes e interrelaciones. En el testamento del fin, que me gustó más que el primero, los capítulos son de longitud variable con números del uno al treinta y uno. De vez en cuando aparecen artículos del periodista que le dan un toque diferente al relato pues son textos escritos para el público general en donde expone su pensamiento crítico. En el testamento del fin la prosa es más libre y va llevando al lector al desenlace sorprendente y al mismo tiempo lógico.
Está bien escrito con muchos toques léxicos que lo hacen a uno consultar el diccionario para confirmar que lo que pareciera un galicismo está bien consignado como castizo o para descubrir nuevos matices u ortografías de palabras conocidas.
Por diversas ocupaciones no pude leer el libro tan rápidamente como hubiera querido. Felicitaciones a Fernando por esta buena reflexión sobre este mundo de apariencias en el que vivimos, pero que a mi modo de ver sería insoportable e inhabitable si no tuviera esos códigos que nos permiten vivir en sociedad. Creo que los hombres tenemos mucho en común con los lobos, y no por lo de que el hombre es un lobo para el hombre, sino porque vivimos en jauría para poder cazar y sobrevivir, aunque ambos hemos sido domesticados como los perros.
Soledades Públicas, de Fernando Fernández
Un grito en el desierto, realista y crítico marcado de altas dosis de existencialismo hiriente propio de los tiempos actuales. Una pluma mordaz que no economiza nada, ni Estado, ni religión, ni costumbres imperantes, ni prácticas empresariales. Unos intérpretes condenados a la sociabilidad, y que se debaten dubitativamente entre existir, fingir o sencillamente sobrevivir. Difícil no ver plasmados, delatados, escrudiñados nuestros silenciosos y recónditos interiores.
Ahora que has desterrado a los dioses, que familia y amigos te causan más agobio que contento, ahora que estás solo con tu infeliz lucidez, ahora, ahora has entendido la vida, y ahora es tiempo de agonías, tiempo de partir; ya nada te ata.
Retrata la novela, a través de una trama descarnada y un humor cáustico, la sociedad moderna. Esa en donde prima la apariencia sobre el conocimiento; el despropósito sobre la razón; el impulso sobre la cordura; el poder sobre lo reflexivo. En ese berenjenal de gran aglomeración inhumana instala cada individuo su tienda de soledad creyendo así acallar el barullo y convenciéndose vanamente del caudal de amigos que lo rodea.
«Fernando Fernández..., un escritor con un especial talento para enfrentar las veleidades de la personalidad humana y los conflictos, a veces sórdidos y en otras oportunidades de una dolorosa comicidad, descritos con un estilo punzante y crítico». Carlos José Reyes Miembro de las academias colombianas de la Lengua y de Historia. Dramaturgo e historiador.
Specifications
Editor: Taller de Edición Rocca
ISBN-13: 978-958-8545-91-2
Páginas: 200 páginas
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