Creced y multiplicaos
domingo, 22 octubre 2017
Qué lejos están esos tiempos en los que buscaba becas para estudiar en el extranjero. Estaba dispuesto a ir a cualquier país aunque prefería Europa. Inicialmente vine a Francia por solo tres años. No pensaba en quedarme o no aquí, pues estaba abierto a lo que se presentara. Por suerte no fui emigrado político o económico, ni estuve en guerra contra mi sociedad natal. Mi familia creyó que era una ausencia temporal a sabiendas de que quizás no volvería. Ya le había pasado en los años cincuenta a un tío que estudió en Francia un posgrado de medicina, de camino de regreso al país paró en Nueva York y se quedó para siempre.
La curiosidad por la vida en el Viejo Mundo era más fuerte para mí que las posibles nostalgias de Colombia. Poco a poco me fui quedando aquí sin cerrar las puertas del regreso durante mucho años. Tanto Francia como Colombia han cambiado, para bien o para mal, y yo tampoco soy el mismo.
Ahora que mi hija se ha ido a vivir a mi país de origen desde hace dos años y que tengo un hijo y un nieto en París, me pongo a pensar en mi familia en Colombia que cada dos años más o menos me veía llegar de vacaciones durante máximo un mes.
Claro que en estos tiempos modernos es más común no pasar toda la vida cerca de sus padres. Sin embargo, me pongo a comparar mis sentimientos con los que pudo haber tenido mi madre cuando se dio cuenta de que yo no volvía y no pudo ver de cerca crecer a mis hijos. Recuerdo que decía que había estado muy triste cuando sus hijos se iban de casa y dejaban sus cuartos vacíos. A mí me ha pasado lo mismo, pero quizás en ese aspecto entiendo mejor a mis hijos por haber vivido lo mismo de joven.
Son ideas recurrentes. Es el ciclo de la vida de las generaciones que se suceden en este planeta. Conocí a parte de mis abuelos pero a ninguno de los bisabuelos. De esos ancestros ya no quedan huellas en este mundo, aunque con seguridad tengamos gestos y formas de ser heredadas de estos antepasados. Dentro de un par de siglos, pase lo que pase, no habrá huellas de mis pasos por aquí y no me preocupa. Al fin y al cabo lo importante es el momento que vivimos y que se nos escapa irremediablemente.
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