domingo, 13 septiembre 2009
La sombra de lo que fue
Se saludaron dándose la mano. Él sintió una mano pequeña de piel suave como con crema, que no apretaba mucho y que más bien se posaba suavemente sobre la suya casi indefensa. Ella sintió una mano grande y carnuda, de piel rugosa y seca como si tuviera callos, que la apretaba fuertemente pero sin dolor. Vivían en unas casas de dos pisos, con paredes medianeras, como hileras de ladrillos en un barrio de las afueras de la ciudad. Ella se había mudado no hacía mucho a la planta baja. Él vivía en la planta alta desde hacía más tiempo. Cada piso tenía una entrada independiente, como todas las...