Le Bistrot d’Olivier
jueves, 20 agosto 2009
Como quedaba en la galería del mercado principal, nos pareció que el restaurante tendría una buena relación calidad/precio. Nos nos equivocamos. El menú costaba doce euros y tenía mucha escogencia tanto en entradas como en paltos principales. El local estaba lleno de gente en un ambiente sencillo y animado. Solamente dos mujeres atendían tantas mesas llenas de convives y una más estaba en la cocina abierta sobre el salón. En un extremo estaba el bar con un solo hombre encargado de las bebidas y la caja. El calor estaba insoportable. La comida estuvo buena. Mientras comíamos tuvimos cuatro personas diferentes al lado nuestro. Primero una pareja muy mayor que estaba por terminar y luego otra pareja con quien terminamos entablando conversación. Resultó que el señor había estado en Colombia muchos años atrás pues adoptó un niño colombiano que ahora tiene diecisiete años. Coincidencias de la vida. He conocido tantos casos de niños adoptados por franceses durante todo el tiempo que llevo viviendo aquí. Me parece muy buena solución tanto para las parejas que no pueden o no quieren tener hijos, como para esos huérfanos que no tienen la culpa de estar solos. No es tan fácil como parece; los trámites son largos y fastidiosos y las exigencias grandes, además de que es una lotería, ya que no se sabe cómo va a evolucionar el niño a la adolescencia. Cuando dejamos el local vimos que en la puerta decía que estaba aconsejado por un periodista gastrónomo que tiene un programa de televisión que se llama Les escapades de Petitrenaud.
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