El siglo XXI
martes, 06 abril 2010
Este fin de semana tuve una sorpresa en el supermercado que me recordó el viejo cuento del tipo que perdió el avión por andar disfrazándose para comprobar si una báscula lo reconocía o no mientras esperaba su vuelo en el aeropuerto.
Fue en la venta de frutas y legumbres. Hace tiempo no iba a ese supermercado. En una época tenían máquinas con una cantidad enorme de teclas, cada una con el nombre y dibujo de los productos disponibles. Los clientes éramos libres de pesar y marcar las bolsas y el almacén se ahorraba tener a alguien ocupado en esa tarea. Últimamente la habían reemplazado de nuevo por un empleado que pesaba y ponía las etiquetas que la máquina sacaba según la tecla oprimida. Me imaginé que la experiencia con la antigua máquina les daba pérdidas pues el cliente podía usar la tecla que más le convenía para pagar menos.
Resulta que ayer o antier fui con una lista de compras que me encargó mi esposa. Entre otras cosas tenía hinojo, tomate y bananos. Escogí el hinojo lo puse en una bolsa plástica transparente y me dirigí a la báscula. Ya no había ningún empleado como antes. Habían vuelto al antiguo método. Esperé a que un señor pesara su compra y cuando me tocó a mí, puse la mía sobre el aparato y cuando fui a mirar la pantalla táctil no encontré ninguna etiqueta ni dibujo, pero en pocos segundos apareció el dibujo del hinojo con el nombre, peso y precio. Supuse que era una coincidencia y que el cliente que acababa de pasar había comprado lo mismo que yo. Puse la legumbre en mi carrito y me fui a escoger tomates.
Al volver a la báscula, esta vez me sacó en la pantalla la etiqueta del tomate. De nuevo la sorpresa, ¿había reconocido de verdad sin ayuda de nadie? Al tercer intento, llegué con bananos y me pasó lo mismo. Creo que esta última vez me propuso tres o cuatro cosas para escoger. ¿Sería que alguien sin que me diera cuenta estaba oprimiendo los botones en secreto? ¿Le habían puesto un chip en el interior de cada legumbre o los habían magnetizado para que la máquina pudiera detectarlos?
Solo me faltó probar poniendo mi mano en la báscula para ver qué salía. ¿Me hubiera dicho su mano no tiene precio o me hubiera propuesto la compra de guantes? Lo que más me sorprendió fue la gente utilizándola como si nada, en cambio yo tenía curiosidad de saber cómo funcionaba.
Hoy buscando en la Internet encontré que en efecto es un nuevo tipo de aparato que tiene una cámara incorporada y un programa informático de reconocimiento de formas. ¡Los progresos que nos depara la ciencia!
3 comments
jajaja, lo mejor es comprar la fruta y la verdura en el mercado asi es mejor y... como antes ;-)
Para distraidos? no creo!
Oui le marché ou les petits primeurs sont bien mieux...j'avoue qu'à Paris je suis revenue à ce style de commerces plus facilement...
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