Ciro Copperfield
jueves, 02 diciembre 2010
Vendo barato prendedores de Navidad. Vienen con un gancho para llevar en la solapa y unas luces muy bonitas que llaman la atención. Los doy por treinta y dos mil pesos cada uno. Si me compra dos, se los dejo en cinco mil. Me llamo Ciro. Tengo nueve años. Me gusta vender aquí en el supermercado Carulla de Galerías porque hay mucha gente y siempre consigo clientes que se apiadan de mí. Un señor me dijo hoy que le recordaba a un tal Dickens y a un David, pero le dije que no conocía a ningún Dickens ni David y que me llamo Ciro. Mi mamá me regaña si no llego con suficiente dinero y me amenaza con dejarme en la calle. Me da miedo que los vagabundos y bandidos me roben la plata, pero ella viene de vez en cuando a recoger lo que voy vendiendo para que no tenga demasiados billetes en el bolsillo cuando me toque regresarme solo a casa. A veces me voy con otros niños que viven en un barrio de invasión por los cerros. Con ellos olemos gasolina para olvidar las penas y por eso mi voz es ronca a pesar de mi edad. Llueve tanto en estos días que nuestra casita está que se derrumba, pero no me da miedo pues estoy con mi mamá y hermanos. No me gusta que el amigo de mamá esté con nosotros; nos trata mal, no ayuda en nada y le pide dinero a mi mamá. La pobre tiene que trabajar duro en casas de familia para completar el diario. Cuando sea grande voy a ser rico y voy a comprarle una casa a mi mamá. Mientras tanto, vendo prendedores baratos de Navidad.
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