Fiebre amarilla
domingo, 05 diciembre 2010
Anoche estuve en Costa Rica toda la noche. Era el campeonato mundial de scrabble en español y me estaban esperando. Vi muchos campeones entrenándose, llenando ejercicios en revistas o estudiando el diccionario. El problema era cómo jugar pues el país exigía la vacuna contra la fiebre amarilla y muchos participantes no la tenían, entre los cuales estaba yo. Parecía como si Francia y Costa Rica tuvieran frontera común, pues en un momento dado yo estaba en Francia en la frontera y del otro lado los organizadores me daban consejos para entrar. Se me ocurrió que podría participar en los torneos duplicados a distancia, ya que todos juegan con las mismas letras, mientras que en el clásico es casi obligatorio estar frente a frente en la misma mesa, a menos que la mesa estuviera exactamente sobre la frontera con un jugador de cada lado. De pronto me di cuenta de que estaba en San José y alguien me preguntó cómo había hecho para entrar sin la vacuna. Contesté que me habían vacunado hacía años con motivo de un viaje a Brasil pero que no tenía el certificado. Entonces alguien dijo: esto es un sueño.
Claro. En efecto me desperté en mi cama en Bogotá y no en el hotel de Costa Rica donde debía de haber estado durmiendo a esas horas. Toda la noche estuve soñando con ese viaje. Naturalmente la contrariedad del día por la sorpresa de la vacuna y de la imposibilidad de ir a Centroamérica me habían impresionado mucho.
Fue un día caótico. Preparar las maletas con cuidado en la mañana para que no pesaran más de veintitrés kilos cada una, ir al aeropuerto tres horas antes en medio de la lluvia y los embotellamientos, hacer la cola hasta que nos pidieron el certificado de la vacuna y nos cayó como una ducha de agua fría, insistir con los empleados para ver si había solución, pero nada. Pedir a mi hija en Francia que buscara el carné, pero sin éxito. Ir a la enfermería del aeropuerto para ver si encontraban en la base de datos una prueba de la vacuna y nada. Ir a la oficina de Iberia para ver si podíamos cambiar los pasajes para salir directo a Francia desde Bogotá, pero con la huelga de los controladores aéreos, los vuelos estaban anulados. El teléfono que me dieron de Iberia no contestaba.
Por fin pude hablar con un empleado de Iberia, ya que todos estaban ocupados con los pasajeros que no podían viajar a Madrid por la anulación de los vuelos. Me sugirió que comprara por unos cincuenta mil pesos un certificado falso para viajar esa misma noche. ¡Vaya sorpresa! Me dijo que él no sabía quién los vendía, pero que le preguntara a un policía. ¡Qué corrupción! Una solución de facilidad muy tentadora que rechacé.
Ni la agencia de viaje en Ginebra, ni los consulados de Costa Rica en Suiza y en España, ni los organizadores del campeonato me habían hablado de vacuna. No llamé al consulado en Bogotá pues como resido en Francia, no necesito visa y estaba tranquilo. No me quedó más remedio que escribir por correo electrónico desde el aeropuerto para anunciar el cambio de planes. Los organizadores del campeonato en San José trataron de buscar soluciones, como la de pasar por un país intermedio que no exija la vacuna a los que pasan por Colombia y que Costa Rica tampoco exija esa vacuna a los que llegan de ese país. Hablando por teléfono con uno de ellos, me contó que para ellos había sido una sorpresa también y que tenían varios casos con otros participantes. Muy loco todo.
Ahora toca ver mañana lunes cómo vamos a continuar el viaje. ¿Quedarnos una semana más en Colombia? ¿Regresarnos cuanto antes directo a Ginebra? ¿Ir a otro lugar mientras tanto? Pero más se perdió en el diluvio y no es catastrófico. Toca poner, como en el dicho, al mal tiempo buena cara.
2 comments
Pobre de ustedes... Espero que disfruten de la semana suplementaria
Si claro no queda otra que poner tu mejor cara. Cuantos inconvenientes!!
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