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domingo, 06 abril 2014

El futuro inesperado

futuro,ciencia ficciónEl año 2000, que parecía una barrera infranqueable, empieza a quedar lejos atrás, como el siglo XX. Hoy hubiéramos debido de estar todos viajando en pequeños aviones individuales o teleportados gracias a los artilugios de la ciencia o cocinando con pastillas deshidratadas que se convertirían en platos suculentos en segundos. Los hogares, oficinas, industrias y todo lugar del planeta estarían llenos de robots que como esclavos nos servirían sin cesar. Todo el sistema solar estaría poblado y explorado gracias a nuestras naves espaciales. El mundo sería feliz sin pobreza ni guerras gracias al triunfo del capitalismo o del comunismo. Las únicas amenazas vendrían de los extraterrestres o de asteroides que podrían caer sobre el planeta. La ciencia nos iba a traer la prosperidad. ¡Qué equivocados estábamos!

Adivinar el futuro es más difícil que las previsiones meteorológicas a más de ocho días. Es como describir matemáticamente el recorrido preciso de un papel que uno tira por la ventana; lo único que se puede calcular es la probabilidad de que se encuentre en el piso al cabo de cierto tiempo. ¿Quién hubiera podido predecir, hace más de cuarenta años, que yo estaría hoy aquí escribiendo desde Francia?

Se le atribuye al intelectual francés André Malraux la frase «Le siècle prochain sera religieux ou ne sera pas» (el próximo siglo será religioso o no lo habrá) que es una paráfrasis de esta otra «Creo que la tarea del próximo siglo, frente a la amenaza más terrible que ha conocido la humanidad, será la de reintegrar a los dioses» que está documentada en L'Express del 21 de mayo de 1955. Ni siquiera esa posibilidad parece hoy clara, viendo los resultados de los fanatismos religiosos, sobre todo desde que Al Qaida empezó sus ataques terroristas. Ni el mundo feliz de Aldos Huxley, ni el 1984 de George Orwell han llegado a nosotros.

Se me antoja ponerme un instante en el papel de Casandra y predecir el mundo dentro de veinte o cincuenta años. ¿Catástrofes ecológicas o un nuevo mundo de protección de la naturaleza y armonía entre los hombres? ¿Explosión demográfica incontrolable o decrecimiento económico? ¿Gobiernos dictatoriales, demócratas, monárquicos, oligárquicos, aristocráticos, anárquicos, comunitaristas, globalizados, localizados o tribales? 

Mi optimismo y confianza en el ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor, y en los recursos de nuestra especie me hacen creer que el mundo será mejor para todos, menos pobreza, menos consumismo, menos materialismo, mejor comunicación, más tiempo libre, mejores condiciones de trabajo, menos desempleo. Los jóvenes de hoy serán los responsables del mundo que nos espera. Cuando veo la actitud de muchos de ellos, siento que lucharán por un mundo más solidario y menos superficial, por un planeta que no sea simplemente un gran basurero, sino el frágil universo donde vivimos y tenemos que proteger. Lo que nos presentan los medios de comunicación me parece exagerado: la crisis, las guerras, las catástrofes. En conclusión, mejor dejar volar la imaginación para escribir relatos futuristas o de ciencia ficción que tratar de adivinar el porvenir.