miércoles, 13 abril 2022
Un mal peinado
Como el espejo estaba sucio, el guardaespaldas lo limpió rápidamente con su pañuelo. Luego salió del despacho, dejando solo a su jefe. El dictador se colocó frente al espejo y se miró en silencio, con un aspecto más envejecido y demacrado que nunca, después de que le diagnosticaran un cáncer, un secreto muy bien guardado.
Su guerra de invasión fue un fracaso. Todo le había salido mal. Las sanciones económicas estaban devastando a su pueblo. La hambruna y la inflación se habían extendido por todo el mundo. La propaganda y el control de la población habían impedido las protestas. La oposición estaba amordazada. La olla a presión tenía la tapa bien cerrada.
Un botón nuclear rojo y brillante se reflejaba en el espejo. Se peinó el escaso cabello. Se dio la vuelta. La decisión estaba tomada. La Tercera Guerra Mundial iba a comenzar. Era el momento de acabar con la humanidad, culpable de no entenderlo y de desperdiciar la oportunidad de vivir bajo su dominio y protección. «¡Al infierno!», gritó, y pulsó el botón.
00:56 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, guerra
jueves, 24 marzo 2022
El difunto Pauta
La primavera estaba comenzando con sus agradables cambios vegetales y sus efectos anímicos en la población. En la sala de espera estaba sentado un hombre cuadragenario con un brazo vendado. Al cabo de un rato el abogado lo hizo entrar a su oficina.
- «¿En qué le puedo servir?», inquirió el jurista.
- «Necesito que me ayude ante la ley porque tenemos un grave problema en mi vecindario. Por eso tengo vendado el brazo. Solemos arreglarlo todo amistosamente sin ayuda exterior, pero esto se nos ha salido de las manos.
»Vivo en el condominio Bonanza desde hace muchos años. Es un lugar que ha sido muy tranquilo y placentero. Tenemos cerca de doscientos lotes de diferentes tamaños. Hay dos o tres muy grandes, la mayoría son medianos y unos pocos muy pequeños. Tenemos incluso un edificio de apartamentos. Hay zonas verdes comunes y una especie de club social de convivencia del que todos disfrutamos. En todas las casas tenemos perros de todas las razas y tamaños. En general son mansos y amistosos. Es muy bonito verlos jugar en el parque cuando se encuentran o corren alegres a buscar la pelota. Sin embargo, los dos más grandes copropietarios tienen unos perrotes de combate que son temibles.
»Hasta hace poco no incomodaban a nadie, pues los dueños tienen que mantenerlos bien encerrados en sus terrenos y cuando los sacan a las zonas comunes les deben poner bozal y llevarlos de una traílla.
»Pauta era uno de esos dueños que decía tener perros bravos para defenderse de posibles ataques. Su principal rival decía lo mismo, pero al fin de cuentas se entendían bien sin que ninguno de los dos provocara al otro.
» Como le decía vivíamos bien, pero cuando murió Pauta las cosas empezaron a cambiar poco a poco. Pauta había vendido parte de su terreno a algunos vecinos que habían construido pequeñas casas en esos lotes aledaños. Su hijo, único heredero, pensaba muy diferente a su padre. Quería volver a tener la propiedad inicial más grande que incluía los pequeños lotes vendidos. Empezó a sacar a sus perros bravos sin bozal molestando a todo el vecindario. A veces el desgraciado los soltaba de sus traíllas y todos teníamos que buscar refugio para evitar ser mordidos y hasta despedazados. Fíjese que mi brazo está vendado por una mordedura de esos mastines.
»Hemos tratado de convencerlo por las buenas de que siga el buen ejemplo y comportamiento de su padre, pero no hace caso. Se comporta como un bandido matón. Por eso necesitamos su ayuda. Yo represento a la mayor parte de mis vecinos. ¿Nos puede ayudar?», explicó el agredido.
- «Muy delicada la situación. Lo entiendo. Me puedo encargar del caso. Encontraremos una solución por las buenas o por las malas, de eso puede estar seguro. ¡Cómo no! No debemos esperar a que pase un drama irremediable. ¿Cuál es el nombre del hijo de Pauta?»
- «Putin», contestó la víctima.
14:32 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: microrrelato, guerra
lunes, 13 diciembre 2021
Una palabra, por favor
La palabra estaba perdida. Todos la estaban esperando para poder empezar la fiesta. Sin embargo, pasaban las horas sin tener noticias de ella. Sin ella no habría fiesta. La asamblea deliberaba para encontrar una solución a la situación inesperada. Domingo escribía el acta. Sábado miraba por la ventana por si acaso llegaba. Lunes pedía la palabra, pero nadie le ponía cuidado. En ese momento llegó Martes tambaleándose con un fuerte olor a vino para contarles que se había encontrado con Miércoles en un bar y estaban tan divertidos que se emborracharon olvidándose de la reunión. Miércoles entró en ese momento más borracho todavía. Jueves calmó el clamor de reproches de la asamblea y pidió a Martes que dijera de una vez por todas la palabra tanto esperada. La palabra era Viernes y todos corrieron a escribir el cuento de Robinson Crusoe. Sería un cuento de Navidad.
09:21 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, navidad