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jueves, 24 marzo 2022

El difunto Pauta

NV-IMP1036.jpgLa primavera estaba comenzando con sus agradables cambios vegetales y sus efectos anímicos en la población. En la sala de espera estaba sentado un hombre cuadragenario con un brazo vendado. Al cabo de un rato el abogado lo hizo entrar a su oficina.

- «¿En qué le puedo servir?», inquirió el jurista.

- «Necesito que me ayude ante la ley porque tenemos un grave problema en mi vecindario. Por eso tengo vendado el brazo. Solemos arreglarlo todo amistosamente sin ayuda exterior, pero esto se nos ha salido de las manos.
»Vivo en el condominio Bonanza desde hace muchos años. Es un lugar que ha sido muy tranquilo y placentero. Tenemos cerca de doscientos lotes de diferentes tamaños. Hay dos o tres muy grandes, la mayoría son medianos y unos pocos muy pequeños. Tenemos incluso un edificio de apartamentos. Hay zonas verdes comunes y una especie de club social de convivencia del que todos disfrutamos. En todas las casas tenemos perros de todas las razas y tamaños. En general son mansos y amistosos. Es muy bonito verlos jugar en el parque cuando se encuentran o corren alegres a buscar la pelota. Sin embargo, los dos más grandes copropietarios tienen unos perrotes de combate que son temibles.
»Hasta hace poco no incomodaban a nadie, pues los dueños tienen que mantenerlos bien encerrados en sus terrenos y cuando los sacan a las zonas comunes les deben poner bozal y llevarlos de una traílla.
»Pauta era uno de esos dueños que decía tener perros bravos para defenderse de posibles ataques. Su principal rival decía lo mismo, pero al fin de cuentas se entendían bien sin que ninguno de los dos provocara al otro.
» Como le decía vivíamos bien, pero cuando murió Pauta las cosas empezaron a cambiar poco a poco. Pauta había vendido parte de su terreno a algunos vecinos que habían construido pequeñas casas en esos lotes aledaños. Su hijo, único heredero, pensaba muy diferente a su padre. Quería volver a tener la propiedad inicial más grande que incluía los pequeños lotes vendidos. Empezó a sacar a sus perros bravos sin bozal molestando a todo el vecindario. A veces el desgraciado los soltaba de sus traíllas y todos teníamos que buscar refugio para evitar ser mordidos y hasta despedazados. Fíjese que mi brazo está vendado por una mordedura de esos mastines.
»Hemos tratado de convencerlo por las buenas de que siga el buen ejemplo y comportamiento de su padre, pero no hace caso. Se comporta como un bandido matón. Por eso necesitamos su ayuda. Yo represento a la mayor parte de mis vecinos. ¿Nos puede ayudar?», explicó el agredido.

- «Muy delicada la situación. Lo entiendo. Me puedo encargar del caso. Encontraremos una solución por las buenas o por las malas, de eso puede estar seguro. ¡Cómo no! No debemos esperar a que pase un drama irremediable. ¿Cuál es el nombre del hijo de Pauta?»

- «Putin», contestó la víctima.

14:32 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: microrrelato, guerra

miércoles, 09 diciembre 2020

Más vale pájaro en mano

microrrelato, encuentro, aventuraLa cita era en el Cross Gates, que yo no conocía. La consigna era ir con un vestido extravagante. Banderas claras y brillantes de color amarillo y azul, e incluso una bicicleta de colores en la entrada lo hacían fácil de ver. Me senté con mi disfraz de payaso y pedí un Fish and Chips con una cerveza, ya que me encanta. ¡Descubrí que estaba en una fiesta de disfraces para adultos! ¿Cómo podría reconocer a John entre esa gente extraña? Si no funcionaba, sería culpa suya. Delante de mí se sentó un hombre disfrazado de caballero medieval con su armadura, después de preguntarme si no me molestaba. La conversación fue muy agradable y animada. Se llamaba John. Me gustaba mucho. Finalmente, decidí preguntar si era él quien me había invitado a través del sitio web de citas. No era, pero no me importó. El otro John estaría charlando con otra persona o buscándome.

sábado, 16 enero 2016

Desvanecimiento

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Se despertó tirado de espaldas en el suelo de la cocina. Miró a su alrededor en la penumbra nocturna sin darse cuenta de lo que había pasado. Un vaso roto yacía cerca de su cabeza. Se sentó despacio para recoger los trozos de vidrio poniéndolos en un montón menos peligroso. Se levantó lentamente con ellos para tirarlos en la bolsa de los reciclables en el balcón. Notó un silencio de invierno. Todo estaba blanco por la nieve fresca que recubría el campo.

Todavía estaba mareado pero los escalofríos le habían pasado. Se vio sentado a la salida del baño donde también se había caído después de unos retorcijones que le revolvían los intestinos. Recordó que había bajado las escaleras tambaleándose para buscar algo en la cocina. ¿Qué era?

La sangre le volvía al cerebro y con ella las ideas. Recordó que la tempestad de nieve no lo había dejado salir de su casa, que los teléfonos no funcionaban, que su esposa estaba por dar a luz y que no tenían más remedio que parir en casa.

Recordó que estaba en el cuarto de arriba cuando a fuerza de subir y bajar las escaleras por agua caliente, toallas, sábanas, lonas de plástico, hules, platones, abanicos, linternas, compresas, tijeras, desinfectantes, bebidas y alimentos energéticos, un calentador eléctrico y toda la parafernalia, pero él sin comer ni beber nada se estaba mareando.

Entonces como un relámpago subió corriendo para ver qué había pasado. Fue entonces que descubrió que ya eran padres y todo había salido bien, de la forma más natural. Un verdadero regalo de Navidad.

08:00 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, microrrelato