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jueves, 25 febrero 2010

Ni es cielo ni es azul

NV-IMP611.JPGAcabo de terminar la lectura de tu novela, pero aún no entiendo por qué ahora la consideras muy mala si recuerdo que cuando me hablaste de ella hace más de un año, me dijiste que inicialmente era mucho más larga y que le habías quitado muchas cosas hasta quedar satisfecho. Me sorprendió hace unos meses no encontrarla más en el sitio web donde la habías colgado pues no había tenido tiempo de descargarla para leerla. Gracias en todo caso por habérmela enviado. A mí me gustó.

No creo que los amigos ni los familiares sean buenos críticos de lo que uno escribe. O son demasiado condescendientes o no se atreven a decepcionarnos diciéndonos lo que piensan verdaderamente. Este es un ejercicio delicado para mí pues como te conozco era inevitable ver tu imagen en varios personajes del relato. Te vi de camionero, de profe de literatura, de jugador de dominó, de recluta, de agente de bolsa, de lusófilo y de enamorado por ejemplo.

El diálogo entre los capítulos pares e impares me pareció como un espejo de la realidad. Los unos van en primera persona y los otros en segunda. ¿Se podrían leer independientemente como si fueran dos novelas distintas? No lo creo, pues se completan dando dos puntos de vista. Son dos monólogos interiores que muestran como la transformación y el mimetismo entre dos personajes que se encuentran de un lado diferente de la ventana. ¿Quiénes son esos dos narradores la misma persona que una vez habla de sí misma y otras le habla a su imagen en el espejo? ¿O son dos personajes diferentes, por ejemplo, Estrella y su novio, o Santiago con sus diez mil libros dialogando con el novio de Estrella? Quizás tu personaje es un quijote moderno que se enloquece de jugar domino y a la bolsa, abandona el juego y se va en búsqueda de su dulcinea, Estrella.

Me pareció como un relato de aventuras en la cabeza de dos personas. Hay una transformación y semiinconsciencia del mundo que parece ser un juego desde que uno aprende a jugar con canicas hasta cuando ya viejo vuelve uno a jugar pero a las bochas. El trabajo es un juego, el amor es un juego, pero un juego en serio donde se quiere ganar dinero o la felicidad de encontrar su media naranja. Jugar para olvidar la muerte que nos espera, para poner orden a los ficheros en la cabeza, para evitar entrar en un túnel sin salida.

Me gustaron muchas frases que deslizas al final de los capítulos disimuladamente y que me quedaron sonando en la cabeza como el silencio de ese abanico que se acaba de cerrar o las islas donde nacen los sueños o el atravesar un cielo de ladrillo mugiendo o convertirse en pantanos sin orillas y otras más.

Me hiciste leer la última frase de tu novela antes de tiempo, abrir el capítulo VI del Quijote, descubrir viejos poemas barrocos de Argensola y buscar en la Biblia la llegada del arca de Noé. Que los libros están llenos de mentiras, que todo ya está escrito en la Biblia, que los poemas aunque no se entiendan deben leerse en voz alta para quedarse con la música y alguna frase bonita. Pero me quedo con la imagen que más me gustó de ese libro en el fondo de un río en el País Vasco dentro de un torbellino que le arranca las letras y forma una novela diferente en cada instante.

miércoles, 10 febrero 2010

Juego literario

NV-IMP601.JPGMe han propuesto participar en un juego literario sin premio ni ganador que consiste en escribir una novela de unas sesenta mil palabras en treinta o treinticinco días. Para que no hagamos trampa, algunas restricciones de lugar, tema, personajes, longitud y regularidad nos deberían forzar a trabajar y enviar dos mil palabras por día.

La idea me gustó, pero con tanta actividad y ocupación que tengo (scrabble, ajedrez, canto, cine, lectura, escritura, familia y trabajo entre otras cosas) decidí pensarlo con calma. Encontré ideas, personajes y una trama que repartí en capítulos. El domingo pasado sacándole tiempo al tiempo (anduve paseando por la montaña en raquetas sobre la nieve) solo pude producir un texto incompleto de 486 palabras. ¡Era entonces irreal aceptar escribir dos mil por día!

Decliné la invitación pero quise probar a ver si en lugar de treinticinco días, podría lanzarme en el juego con una meta de treinticinco semanas, para terminar la obra hacia el 10 de octubre. En la pausa del mediodía completé por fin las dos mil palabras de la primera semana. Con una sola idea principal por capítulo, toca poner a trabajar la imaginación activamente de manera que el contenido se vaya espesando como una salsa en la cocina hasta darle cuerpo. No sé si lograré llegar al final ni si el resultado valdrá la pena, pero estos retos me gustan, divierten y motivan para escribir. Lo malo es que muy probablemente me quede menos tiempo para escribir en este blog y mis notas se vuelvan esporádicas y telegráficas. Ya veremos.