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viernes, 31 julio 2009

Huitzilopochtli, Dios de La Guerra

Huitzilopochtli.jpgMe escribe una amiga mexicana preguntando que cuándo iremos nuevamente por allá y que recordáramos que si pasamos muchos años sin visitar suelo azteca, nos puede caer la maldición de Huitzilopochtli y que nos tocaría ir planeando una visita pronto, para evitarnos problemas.
Le contesté que nos gustaría volver antes de que nos caiga la terrible maldición y ojalá sea pronto, pero que ellos también tienen que venir a Francia antes de que la maldición de Asterix, Obelix y su banda les caiga sin piedad. ¡Tengo que defenderme de supersticiones de alguna manera aunque sea chiste y no crea en ello!
Según leo en la Web, es un nombre náhuatl, que quiere decir «colibrí zurdo» o «colibrí del sur». Es el dios de la guerra y guía principal de los mexicas o aztecas desde el inicio de su peregrinación hasta su establecimiento en Tenochtitlan. Tiene dos aspectos: como «Colibrí del Sur» es uno de los guerreros muertos en el campo de batalla que, transformados en colibríes, van al Paraíso del Sol en el oriente y así liban la miel -la sangre- de las flores preciosas, que son corazones humanos obtenidos en la Guerra Florida, y el de autosacrificio procedente de la lengua y las orejas puncionadas con espinas de maguey. La palabra opochtli, en el final de su nombre, se usaba para referirse al alter ego, al «otro yo», que en la mitología mexica era lo que llamaban el nahual. En este caso el colibrí era el nahual del dios de la guerra.
Tantas mitologías que han existido en este mundo y no conozco casi nada.
Lo de maldiciones es otro cuento. Un amigo me contó que hace tiempo una gitana le quería leer la suerte en la mano y él no quiso a pesar de que ella insistió mucho. Al final, la mujer se puso brava y le predijo que iba a tener la muerte de la sartén. Entonces ni corto ni perezoso le pidió que no se fuera sin explicarse cómo era eso. La respuesta fue pues morirá colgado por el mango y con el culo quemado. Como este amigo es muy tomador de pelo, no sé si fue chiste o verdad.
A una jefa de dactilografía en mi trabajo le pasó hace mucho tiempo que tuvo que despedir a un empleado (en realidad no le quiso renovar el contrato) pues era demasiado proselitista en religión (o sectas) y no se podía aguantar ese comportamiento. El tipo insistió mucho para que lo contratara sin lograrlo. Furioso parece que se arrodilló en el despacho y le dio una maldición terrible deseándole todos los males habidos y por haber. Ella no le puso cuidado, pero quedó muy impresionada. Cuando a un familiar muy cercano a ella le dio un cáncer y estuvo a punto de morir, se quedó pensando si no sería el resultado de la maldita maldición. ¡Cosas raras de la vida!