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jueves, 30 julio 2015

Año IX

blogosfera, aniversarioHoy es el aniversario de este blog. A ver cómo me va en el nuevo año que comienza en la blogosfera. En teoría debería de tener más tiempo libre, pero los días se pasan volando sin que me dé cuenta.

Recuerdo los planes que me hacía de estudiante para ocuparme en las vacaciones largas. Organizaba un horario como cuando estaba en el colegio o la universidad pero era imposible de seguir.

Antes de la jubilación hice lo mismo. Llené con optimismo un cuadro semanal con muchas actividades que me hubiera gustado realizar, pero no quedaba tiempo libre entre tanta lectura, escritura, cine, cocina, scrabble, ajedrez, árabe, ruso, etc. Con un poco más de experiencia, volví a preparar hace poco un nuevo horario en el que quedan horas para no hacer nada o en todo caso nada fijo. Tampoco he logrado seguirlo.

Quizás esté condenado a improvisar o pueda que con un poco de disciplina logre controlar mejor el tiempo.

21:13 Anotado en Blog | Permalink | Comentarios (0) | Tags: blogosfera, aniversario

jueves, 23 julio 2015

Viento caliente

NV-IMP922.jpg

Hoy, con solo 28 grados centígrados, el clima parecía muy fresco dadas las temperaturas que hemos soportado. Antes era como si estuviera visitando en El Cairo las pirámides o en Omán un fuerte preislámico en medio del desierto con 35 grados a la sombra.

Por fortuna, anoche llovió por fin, refrescó el aire. Pude dormir la noche entera sin tener que levantarme a tomar agua o buscar sin éxito aire fresco por la ventana.

Antenoche fuimos a la ciudad vieja para un concierto de piano en el patio interior de la alcaldía de Ginebra. Hacía calor, como no. Eran las ocho de la tarde y teníamos unos 33 grados sobre la cabeza. En estos días lo mejor ha sido quedarse en casa con las persianas exteriores cerradas casi por completo, dormir la siesta y tomando agua, esperar como los vampiros, búhos y murciélagos que llegue la noche.

El concierto en Ginebra era de una joven virtuosa pianista italiana. Con sus veintidós años, Beatrice Rana es un prodigio que empezó a estudiar este instrumento a los cuatro años de edad. Su talento ha sido reconocido con varios premios internacionales. Disfrutamos obras de Bach, Debussy, Chopin y Ravel. En ese lugar abierto lleno de gente se transpiraba a pesar de los abanicos de verdad o improvisados con periódicos o programas del concierto. Eramos como radiadores eléctricos encendidos que competían con los proyectores sobre el escenario.

Cerré los ojos para disfrutar mejor la música. Creo que por momentos dormité dejando volar mi mente a lugares lejanos. Viajé por un edificio público en el centro de Bogotá en el que estuve hace muchos lustros. No recuerdo si era un ministerio o una biblioteca. Estaba en una sala enorme desde la cual se veía por grandes ventanas el techo cubierto de un patio interior y los corredores que le daban la vuelta completamente. No se veía el cielo pues el edificio subía muchos pisos más.

Abrí los ojos pensando en esos lugares que guardamos en la memoria como esa quesería que hubo en Ibagué en la Carrera 2 cerca de la iglesia de San Roque donde mi mamá compraba queso holandés o español de color amarillo. El vendedor nos daba a probar trocitos que no me gustaban nada. Como cambia el gusto con el tiempo.

Los puestos que ocupábamos en el concierto estaban bien situados para ver a la pianista. Un poco a la izquierda nos hubiera incomodado una columna. La mayoría de los espectadores eran personas mayores, es decir mayores que yo. Uno que otro joven o niño estaban como perdidos en ese lugar. A mi izquierda había una pareja con quien me topé cuando compraba las boletas. Bueno fue el señor quien se topó conmigo, atropellándome sin querer, se excusó y después me di cuenta de que era ciego. A él no le incomodaba la columna que tapaba la vista del escenario.

A fuerza de aplausos logramos sin mucha insistencia que tocara un corto bis que no reconocí. No soy experto en música clásica.

Salimos a la calle entre los primeros buscando el aire que faltaba al interior. Me quedé pensando cómo habría hecho un señor mayor que subió a su puesto ayudado de la mano por la joven acomodadora. No entiendo por qué una persona así no usa bastón.

El concierto duró de ocho y media a diez y media con un intermedio. No habíamos comido, pero tampoco teníamos mucha hambre y menos de platos calientes. Viendo en las terrazas vecinas comensales comiendo fondue de queso, pensé que deberían de ser turistas que cumplían con la lista de cosas por hacer en Suiza: probar esta comida típica. ¡Qué calor de solo verlos!

Caminamos hacia donde habíamos estacionado cerca de la sala del Alhambra en la calle Franck-Martin. La terraza de la pizzeria La Boursière estaba abierta y servían todavía. Nos sentamos cerca de la puerta. Muchas mesas llenas. Se oía hablar inglés, árabe, francés, quizás un idioma del este y en nuestra mesa, español. Un gaspacho y una ensalada italiana acompañados de vino rosado frío. El mesero parecía norteafricano pero por el acento quizás bien de los Balcanes.

Lo oí preguntar a unos jóvenes que terminaban de comer a mi espalda si les había gustado. «Excelente la pizza, sobre todo con la salsa picante», escuché. De reojo noté que terminaban las últimas gotas de una botella de vino rosado; no les vi la cara. Unas jóvenes bulliciosas entraron a preguntar en francés con acento inglés si había puesto para ellas. Salieron contentas a sentarse en otra mesa exterior. Pidieron pizza.

En esas, los jóvenes de la mesa de atrás salieron corriendo de repente como si los estuviera persiguiendo el diablo. ¡Se fueron sin pagar! Nadie los detuvo. Hablaban francés sin acento. ¿Serían suizos? El mesero quedó muy sorprendido cuando se dio cuenta. Dijo que nunca había visto algo parecido en su restaurante. A mediodía con todas las mesas llenas adentro y afuera, la gente suele dejar el dinero sobre las mesas sin problema y nada se pierde.

Serían las 11 y media de la noche. El viento caliente movía las hojas del único árbol plantado frondoso en medio de la plaza, rodeado de altos edificios. Quizás el calor trastornó a los jóvenes y el viento caliente los hizo correr de esa manera. Nosotros sí pagamos.

viernes, 17 julio 2015

Vroom vroom vroom

NV-IMP921.jpgPour clore ce premier chapitre sur la Colombie, avant que j’oublie tous les détails, je vais essayer de tirer les leçons de l’achat d’une voiture à Bogota.

Le but était d’être indépendant et de pouvoir parcourir le pays à ma guise. Étant donné la circulation à la capitale, je cherchais une automatique qui soulagerait l’attente dans les embouteillages, une d’occasion pas trop chère et pas trop vieille car elle n’allait pas rouler toute l’année et je ne voulais pas investir beaucoup dans un bien meuble qui allait rester immobile la plupart du temps et enfin une facile à entretenir.

En cherchant par le web j’ai trouvé trois Renault Clio qui répondaient à ces critères. Une était déjà vendue, l’autre était dans un garage trop éloignée de mon appartement, la troisième était encore disponible et m’attendait à moins d’un kilomètre de chez moi.

Par acquis de conscience, je suis quand même allé voir les occasions du concessionnaire Renault qui auraient eu l’avantage d’être garanties en cas de problème. Malheureusement, il n’y avait pas d'automatiques à bon prix.

Puis je suis allé voir le garage sur l'Autopista Norte à la hauteur de la Calle 120. Je croyais que c’était aussi un concessionnaire, mais en fait c’est un revendeur de toutes marques. Il y avait dans les deux cents véhicules sur deux étages, collés les uns aux autres. Le vendeur était tout le temps au téléphone et il a fallu beaucoup patienter pour qu’il nous montre la Clio.

C’était un modèle essence, boîte automatique, année 2010, avec 47000 km, climatisation, sièges en cuir, vitres teintées, à 17 900 000 pesos, soit environ 7000 euros. Je pense que neuve elle pouvait coûter pas loin du double. De toute façon le vendeur n’a pas voulu négocier le prix. L’essayer était compliqué car elle était au sous-sol coincée entre plein d'autres voitures. Nous l’avons simplement démarrée et constaté qu’il y avait des rayures sur la carrosserie, mais autrement elle avait l’air bien.

Décidé à l’acheter, j’ai cherché une assurance qui a envoyé des experts pour la voir. Ils ont dit qu’elle pouvait être assurée et m’ont donné un devis. Ma femme n’était pas très convaincue à cause de l’attitude un peu louche du vendeur. En effet, il avait l’air d’un filou !

Nous avons payé un acompte pour qu’ils la préparent. Nous sommes allés la récupérer et payer le solde une semaine après. De nouveau, l’attente a été longue. La voiture était à l’extérieur en train d’être lavée. La première surprise était que le vendeur voulait que l’on paye en liquide alors qu’il avait dit qu’ils acceptaient la carte bancaire. Au bout d’un moment, il nous a donné un numéro de compte bancaire pour que l’on fasse un virement. Nous l’avons fait dans une agence voisine.

La deuxième surprise était que dans le coffre il n’y avait pas de kit obligatoire d’extincteur et outils de base. Il l’a pris finalement d’une autre voiture (déshabiller Paul pour habiller Pierre...) et nous sommes partis avec très peu d’essence. Le temps d’aller à la maison et d’attendre que les restrictions de circulations pour les voitures avec numéro pair soient levées à 19h30, nous sommes sortis faire le plein ainsi que quelques autres achats.

Avant de conduire de nouveau en Colombie, j’avais de l’appréhension car je m'imaginais dans des voitures tamponneuses d’une foire de village. Je croyais que l’on allait me cogner dès les premiers mètres. En fait, ce n’était pas compliqué. D’abord, on ne roule pas si vite que ça à cause des embouteillages, puis personne ne veut rayer sa propre voiture. Ils font semblant de ne pas vouloir laisser passer les autres, mais ils cèdent le passage avant que ça ne soit pas trop tard.

On doit quand même être vigilant aux piétons, aux cyclistes, aux motos, aux taxis et aux autobus qui sortent à improviste et à la dernière minute de n’importe quel côté.

Le lendemain matin, j’allais sortir pour la première fois profiter d’une journée impaire donc sans restrictions pour ma plaque d'immatriculation, lorsque je trouve que ma voiture ne démarrait plus. Panne de batterie ! Il est vrai que j’avais oublié d’éteindre la radio qui a marché toute la nuit.

J’ai donc appelé l’assistance technique incluse dans mon assurance. Ils sont arrivés très vite et ont démarré le moteur. Leurs remarques ne m’ont pas rassuré. La batterie était trop petite et n’avait pas l’air de tenir la charge. Le kit de premier secours n’était pas conforme : l’extincteur ne marchait pas et le contenu de la boîte à pharmacie était périmé. Il n’y avait pas d’écrou de sécurité pour changer les roues, les outils de base étaient incomplets. Ils m’ont dit de la laisser tourner une dizaine de minutes pour pouvoir partir sans soucis et surtout de les appeler s’il y avait le moindre problème.

Les dix minutes passées, j’ai voulu essayer d’éteindre et de redémarrer la voiture, mais je n’arrivais pas. Ça sentait l’essence et on dirait que le moteur était noyé. Je suis allé dans l’appartement pour attendre que ça se passe. En fait comme c’est une voiture automatique type américain, il faut la démarrer en position P, mais il n’y avait pas d’indication sur le tableau de bord comme dans les automatiques récentes en France. Elle a finit par démarrer.

Nous voilà donc partis pour nos courses dans les encombrées rues bogotanaises. Ça avait l’air de fonctionner normalement. Nous avons parcouru de la Calle 120 avec Avenue 19 jusqu’à la Calle 70 avec Carrera 11 sans encombre. Le manque d’habitude et de GPS m’ont fait allonger mon parcours et tomber dans quelques trous de la chaussée. De retour à la maison en plein orage tropical et à la hauteur de la Calle 92 avec Carrera 15, la voiture s’est arrêtée net et pour de bon. Impossible de la redémarrer. (Peut-être que dans la panique, j’ai oublié de mettre le levier de vitesses sur P, mais je ne suis pas sûr.) J’ai mis les feux de détresse et un triangle à quelques mètres à l’arrière, puis j’ai appelé l’assistance technique de l’assurance. Le temps d’attente paraissait une éternité. Par-dessus le marché, au bout d’un moment, la batterie était complètement déchargée.

La voiture de dépannage est arrivée enfin. Le dépanneur a mis une batterie à la place du passager avant, puis l’a branchée par la fenêtre sur la mienne et nous sommes partis tester la batterie chez un spécialiste.

Comme je ne connaissais pas assez la route, j’ai préféré suivre le dépanneur plutôt que le contraire. La pluie continuait, j'essayais de ne pas perdre mon dépanneur qui roulait assez vite. À hauteur de la Carrera 7 avec 95, le moteur s'est arrêté à nouveau. Mon dépanneur a continué son chemin. Encore un appel à mon assurance. Ils me disaient qu'il fallait attendre au moins 40 minutes avant qu'un nouveau dépanneur arrive. Par miracle le dépanneur que nous suivions nous a appelé pour savoir où nous étions. Il est revenu, a redémarré la voiture et nous sommes enfin arrivés chez le vendeur de batteries. Avec une nouvelle batterie nous avons pu rentrer à la maison.

Le dépanneur nous a accompagné tout le temps et nous a conseillé d'aller voir un ami garagiste qui soit disant pouvait tout réparer pour pas cher. C'était dans le quartier 7 de Agosto bien connu des automobilistes. Comme nous avions peur de nous faire avoir, nous avons préféré l'amener le lendemain matin chez un garage Renault agrée. Ce n'était pas très loin mais les embouteillages nous ont fait voir le chemin très long. Juste en arrivant à la porte de ce garage, la voiture est tombée en panne !

Bref, nous l'avons laissée pour une révision complète et pour qu'ils trouvent les raisons de cette panne bizarre. Au bout d'une semaine, ils ont enfin trouvé que c'était un senseur du moteur qui envoyait des mauvais signaux à l'ordinateur ce qui faisait arrêter le moteur. De plus ils ont réparé les freins et installé une protection du moteur qui manquait sous la voiture. Ils ont trouvé l'écrou de sécurité qui manquait pour changer les roues, mais ont oublié de réparer une ampoule.

Suite à ce premier passage au garage, j'ai pu commencer à rouler avec plus de tranquillité. Au bout d'une semaine, j'ai voulu qu'ils me changent l'ampoule grillée. Le garagiste m'a dit qu'ils allaient être fermés et qu'il fallait aller voir un autre garage, par exemple celui de la Calle 127 avec Carrera 7, car leur garantie était nationale.

Ce deuxième garage s'appelle Renault Minuto. En voyant la voiture, ils ont tout de suite indiqué que ce n'était pas le système de feux d'origine et que donc ils ne pouvaient pas la réparer. J'ai demandé de réinstaller le système d'origine et de nous trouver une clef pour la fermeture de la trappe d'essence. Au bout de quelques jours, la voiture était prête. On n'était pas au bout de nos peines ! Les lumières étaient maintenant conformes à l'équipement d'origine, mais ils ont dit qu'il fallait contrôler les courroies du moteur avant de sortir de Bogota. (Ce contrôle aurait dû être effectué à 40 mil kilomètres !) Le protecteur du moteur qui avait mis le premier garagiste n'était pas le bon pour ce modèle de voiture, c'était trop petit. Quelques semaines après, le contrôle des courroies a permis de détecter une fuite d'huile qu'il a fallu réparer aussi car dangereux.

Enfin, nous avons parcouru environ 1200 km presque sans problèmes : le compteur de vitesses s'arrêtait par moments. C'était la dernière réparation à réaliser avant de renter en France, ce qui fut fait. Ouf !

Ces divers rafistolages nous ont coûté plus de 1700 euros. Ce n'était pas une bonne affaire. Le protecteur du moteur doit encore être remplacé par Renault car c'est de leur faute. Le vendeur ne m'a donné qu'une seule clef de la voiture et après avoir installé correctement l'alarme, les portes se ferment automatiquement après 30 secondes de couper le moteur. On n'a pas intérêt à laisser la clef dedans. La deuxième clef coûte presque 300 euros. On ná pas intérêt à la perdre. Enfin, le vendeur ne nous a pas encore rendu les nouveaux papiers de la voiture à mon nom.

Conclusion : J'aurais dû faire faire un contrôle technique par un expert indépendant avant l'achat, je n'aurais pas dû payer la totalité mais laisser un solde à régler lorsque les papiers de la voiture seraient prêts, j'aurais peut-être pu acheter une voiture neuve à crédit au lieu d'une d'occasion ou bien une voiture sans boîte de vitesses automatique pour avoir plus de choix, j'aurais dû l'acheter chez un vendeur agréé. C'est trop tard maintenant, mais j'espère profiter de cette voiture qui devrait rouler sans problème encore quelques années.

18:18 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (0) | Tags: colombia, automóvil