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domingo, 15 abril 2018

Dos conciertos

NV-IMP1001.jpgHace poco estuve en un concierto al aire libre y en otro en un auditorio cerrado. Los dos eran de música lírica.

El problema con el primero, en La Jagua, Huila, era el sonido. Para que los espectadores pudiéramos oír, pusieron micrófonos y altavoces muy potentes. El dilema era situarse lejos sin ver a los músicos o situarse cerca con el riesgo de quedarse sordo por el sonido tan fuerte. Eso lo supimos cuando era demasiado tarde. Los altavoces quedaban a unos diez metros. Los primeros en tocar fueron orquestas de niños que hacían chirriar sus violines y otros instrumentos. Por suerte luego pasaron músicos profesionales acompañados por una orquesta sinfónica. La primera soprano casi nos rompe los tímpanos. La segunda o cantó menos fuerte o le ajustaron mejor el volumen. Eran cantantes de variedades. Después hubo una serie de cantantes de ópera que interpretaron arias conocidas en italiano y francés de Gioachino Rossini, Gaetano Donizetti, Charles Gounod, Georges Bizet, Giuseppe Verdi. Nos fuimos antes del final pues era insoportable el volumen. Eso nos permitió salir del pueblo antes de los embotellamientos.

El segundo concierto en la asociación Uniandinos en Bogotá fue más íntimo. Eran Felipe Calle, un pianista, y Gabriela Ruiz, una soprano y sin micrófonos. La cantante interpretó canciones en ruso y español: Piotr I. Chaikovsky, Carlos Guastavino, Jaime León y otros compositores colombianos.

Es curioso que no se entienda bien lo que cantan y no porque sea en idiomas extranjeros sino por la vocalización y articulación. En ruso apenas entendí algunas palabras. En castellano me fue mejor que en italiano. Lo que me pareció más claro fue en francés a pesar del acento de los cantantes. Sigo pensando que hay un potencial musical increíble en este país.