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domingo, 09 enero 2011

Basura electrónica

NV-IMP711.JPGCasi todas las mujeres se habían ido a sus casas. Solo Yamam que quería acumular horas extras insistía en probar viejos PC para separar los que funcionaban de los que serían desarmados como piezas de repuesto. Disfrutaba deshuesándolos con alicates y destornilladores, desahogándose a su manera de su vida dura y pobre. Mukthar, su jefe, había salido a comprar unos shawarma de cordero y té caliente para los que quedaran en la empresa artesanal de reciclaje de PC.

Su amiga Sohag se fue a casa. Yamam quedó sola pues le quedaba tiempo de probar un PC más esa noche. Era un modelo antiguo, con pantalla de tubos catódicos, unidad de disquetes y anormalmente grande. Venía con una webcam. Conectó cables, la enchufó y encendió con un ruido de gato ronroneando al interior. El sistema era desconocido. A duras penas interpretó mensajes en inglés sin dejarse impresionar por la pantalla que le indicaba lo que tenía que hacer. Estaba contenta viendo que sí funcionaba.

Iba a apagarla para irse a casa en la falda de la montaña Muqatam cuando apareció una imagen de un hombre apuesto que le hablaba por señas. Enchufó unos audífonos y oyó una voz agradable en árabe. Se dio cuenta de que su propia imagen aparecía en una ventana más pequeña y se vio despeinada y con la cara sucia. Se arregló como pudo pues, a pesar de la pobreza, siempre andaba impecable y coqueta.

El hombre explicó que era un príncipe que había sufrido un sortilegio que lo había encerrado en el PC pero que si ella besaba la pantalla, podría salvarlo.

Yamam creyó que se trataba de un juego vídeo. Apagó el PC antes de que el hombre terminara la frase. Con furia le puso una etiqueta que decía «funciona» y lo dejó lejos del grupo que destrozarían a la mañana siguiente. Cuando salía para su casa, llegó Moukthar con los shawarma y el té a molestarla y acosarla como siempre. La joven comía su sándwich con desgano. Tocaba aceptar las bromas pesadas de su jefe sin rechazar de lleno los avances para no perder el puesto y el poco dinero que llevaba a su casa.

De pronto se le ocurrió mostrar el PC a Mukthar . Le dijo que quería saber si podían recuperarlo o no. Ella se puso los audífonos y cuando la máquina terminó el procedimiento de encendido, apareció de nuevo la imagen vídeo del hombre que le hablaba desesperado. Concentrado en el funcionamiento general del PC, Mukthar no oía el diálogo.

Yamam se acercó a la pantalla y besó al hechizado. Apareció en pantalla una escogencia múltiple que decía: (1) tomas mi puesto dentro del disco duro y yo salgo al exterior, (2) nos quedamos los dos en el interior para siempre o (3) salgo yo pero una tercera persona tendrá que quedarse encerrada en el PC.

Ella sin dudar pinchó con el ratón en la opción (3). Su jefe Mukthar apareció encerrado dentro de la pantalla y el príncipe azul, en carne y hueso a su lado. Se abrazaron. Muy agradecido dijo que traía unas bolsas llenas de monedas de oro y que podían vivir felices donde ella quisiera. Sin inmutarse por los gritos de Mukthar, Yamam apagó el PC y lo puso con la etiqueta «No funciona» en el grupo de PC para diseccionar. «Viviremos en la cima de la montaña con una vista espléndida sobre El Cairo, compraremos esta empresa y sacaremos de la pobreza a mi familia y a mis amigas de aquí», contestó yéndose de inmediato tras apagar las luces y cerrar el negocio que quedó vacío y en silencio.