domingo, 25 diciembre 2011
Elfo navideño
Todo el año trabaje que trabaje y solo ahora puedo reposarme un rato. Por eso estoy acostado en el prado descansando. Me di un buen baño caliente en la tina llena de espuma, me afeité y salí a mirar la luna y las estrellas a pesar de que la noche es fría. Dentro de un rato tocará ayudar a preparar el trineo con todos los regalos y los renos que están en el establo los unos, cargando baterías y los otros, comiendo forraje.
Cómo tienen la desfachatez de escribirme cartas pidiendo inspiración. No sé qué busca toda esa gente que quiere escribir, puesto que casi nadie lee. Correos electrónicos, redes sociales, sitios web, libros, revistas, periódicos, hasta los muros de las calles. Si le doy inspiración a todos, habría todavía más bullicio en este mundo de iletrados. Trato de explicar por todos los medios que ya todo está escrito, pero nada de nada. Son amnésicos. Les pasa como a los espectadores del teatro griego que no se cansaban de ir a ver las mismas piezas a pesar de que ya conocían el desenlace. Aquí es igual desde los siglos de los siglos. Yo que soy más viejo que Matusalén me las conozco todas.
Si me pidieran más tiempo para leer o menos trabajo por hacer, hasta me apiadaría de algunos, pero no, la mayoría solo pide cosas materiales. Hace meses estamos fabricando aparatos electrónicos último modelo para contentar a tanto loco de tecnología inútil.
Empezaron engatusando a los niños diciéndoles que habría regalos solo para los juiciosos. Después se les ocurrió darse regalos entre adultos. Los comerciantes felices vendiendo cachivaches en esta época del año tan floja para los negocios. Ahora sí que es floreciente. Les toca ahorrar para que la Navidad y el Año Nuevo sean diferentes.
En mi fábrica estamos organizados en equipos según especialidades precisas. A mí me tocó en el de las cosas inmateriales, especialmente la inspiración de artistas y escritores. Creía que iba a ser tranquilo, pero con tanto pedido no damos abasto. Da igual, envolvemos la misma idea en papel regalo y se la enviamos a mucha gente. Como viven alejados unos de otros, no se encuentran y no caen en la cuenta de que no son tan originales como creen. Claro, ahora con ese invento tonto de la Internet, se copian todo entre sí y publican todo como si fuera único, pero a mí no me engañan. Ahora para que no se den cuenta, nos toca disimular muy bien en idiomas diferentes para reducir el plagio.
Da igual, nosotros los duendes, genios, musas, elfos y gnomos existimos mientras crean en nosotros. Por eso tenemos mucho futuro y porvenir, gracias a tanto majadero y cándido que pulula en este mundo. Este año hemos decidido quitar la inspiración a muchos aficionados. Les haremos un gran favor pues dejarán de escribir o de pintar o de actuar tan mediocremente. Será el mejor regalo que les haya llegado. Esperamos que el año entrante tengamos menos pedidos y podamos dedicarnos a los que nos parecen más simpáticos, con más potencial y menos memoria. Ya está bien de consentirlos como niños.
Bueno, el Papá Noel, los Reyes y el Niño Dios están preparados para el viaje. Por lo menos esta noche unos cuantos dejaran de pensar en la crisis económica o existencial comiendo y bebiendo en familia. Que se olviden de los problemas por unas cuantas horas y los que no puedan, pues que se frieguen.
13:22 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (1) | Tags: ficción, navidad, imaginación, inspiración
domingo, 04 diciembre 2011
Cincel con sal
El profesor Mariano, famoso escultor, había recibido por fin un enorme bloque de mármol para su próxima obra. Sus alumnos habían practicado muchas técnicas durante los estudios. Había llegado la hora de tratar ese material que le parecía sin igual. En los últimos meses, los había dejado practicar con piedras de alabastro, más frágil y quebradizo pero fácil de trabajar. El mármol era mucho más costoso y su grano fino y compacto necesitaba de gestos firmes y decididos. Según él era el material más noble y el mejor para terminar su curso. Sería el trabajo final colectivo para graduarse de escultores en la Escuela de Bellas Artes.
Les había propuesto que miraran el monolito durante varios días buscando lo que querrían sacar de sus entrañas. Gracias a su imaginación, intuición y sensibilidad personales, tendrían que descubrir por sí mismos lo que ya estaba dentro de la piedra. Les aconsejó que sintieran a través del frío de sus manos las vibraciones internas, que con oyeran la respiración encerrada en ella, que dibujaran croquis y bocetos pero que no le dijeran a nadie qué objeto había descubierto cada uno.
El inmenso bloque blanco estaba dispuesto en medio del taller por donde todos los jóvenes pasaban a diario. Entre ellos se formaron grupos para intercambiar opiniones. Tenían curiosidad de saber que iba a resultar de esa tarea que ahora les parecía colosal, pues no era lo mismo crear volúmenes con papel maché o yeso o con la técnica de moldeado.
Mariano había advertido que en la escultura en mármol no había borrador, al contrario de cuando uno dibuja con papel y lápiz, que aquí no había derecho al error. Explicó que la inspiración era un trabajo estrictamente personal y que si encontraba copias de obras conocidas o de ideas de los mismos compañeros pondría ceros sin piedad. Lo que pondrían en común sería solamente la realización.
Les aconsejó que pintaran en láminas transparentes sintéticas del tamaño de la piedra los perfiles de la obra para imaginarla en el espacio, que usaran los programas informáticos especializados para verla girar en todos los sentidos. Necesitarían dibujarla en tres dimensiones con diferentes perspectivas.
Al cabo de unos días algunos comenzaban a tener ideas claras sobre máquinas, animales, plantas o personajes mitológicos o fantásticos que imaginaban esculpir poco a poco.
Ángela, quizás la más tímida pero la más inteligente del grupo, había visto de inmediato miles de imágenes, que trató de olvidar para buscar más fuentes de inspiración. Por fin se iluminó su mente con ideas de personajes religiosos, con figuras modernas de bustos femeninos o parejas abrazadas voluptuosamente.
El maestro les había dicho que cuando tuvieran los croquis listos, entre todos elegirían el que más gustara, pero que tenían que ser esbozos abstractos, que pudieran tener múltiples interpretaciones. Nada de objetos concretos y evidentes. La primera tarea de desbastado de los grandes volúmenes inútiles estaría a cargo de los alumnos para que aprendieran a manejar los punteros con golpes rápidos y certeros sin hacerse daño en las manos. Les habló de escultores que habían terminado inválidos por no conocer las técnicas protectoras de sus extremidades. Contó anécdotas de pianistas virtuosos que por malas posturas habían perdido el uso de sus manos.
Cuando la obra empezaría a tomar forma, el maestro la terminaría con cinceles, gubias, taladros y trépanos pero dándole todas las explicaciones de sus gestos y de su técnica excelente. Dejaría algunos lugares menos importantes para que sus alumnos probaran con sus propias manos. El pulido final con diversos abrasivos quedaría de nuevo a cargo solo de los alumnos. Sería un trabajo de varios meses. El resultado final podría ser abstracto o realista según el camino que fuera tomando la talla.
El día de la votación Mariano volvió a advertirles de que no quería que nadie conociera la idea original del proyecto elegido. Quería que reprodujeran en tres dimensiones ese juego que consiste en dibujar algo a partir de un garabato que alguien traza en un papel.
Hubo necesidad de tres vueltas eliminatorias hasta que ganó el croquis de Ángela. Ella estaba feliz. El profesor estaba contento también pues estaba seguro de que el secreto iba a estar bien guardado en la cabeza de su alumna, que ni a él mismo ella lo revelaría.
La escultura tomaba forma gracias a las numerosas manos que iban descubriendo el volumen burdo que serviría de base para la obra. Cuando llegó el momento de decidir cuál sería el objeto final, hubo muchas y variadas propuestas: un santo, un general, un dragón, una virgen, una letra ele, un insecto, la combinación de las letras árabes alif y lam, un cocombro gigante, un falo enorme en erección y muchas otras más. De nuevo la elección fue reñida pero ganó la idea del pene gigante y además que tendría que ser realista.
Ángela no estuvo nada contenta con la idea pero le tocó resignarse a la democracia. Con ayuda de las manos expertas de Mariano todos los detalles anatómicos del miembro viril aparecieron poco a poco: la textura de la piel, la pilosidad, las mucosas, las formas más realistas plasmadas en ese gigantesco cuerpo frío de mármol. Cada alumno participó en la medida de sus habilidades para obtener una buena nota y un buen recuerdo. Sin embargo, la marca de fábrica de Mariano estaba muy presente de forma inexplicable. Siendo a la vez tan diferente a sus obras personales, había sabido dejar sus huellas bien plasmadas.
Ángela no le contó a nadie su idea original, pero quedó convencida de que ese mármol era una obra inconclusa pues sentía que dentro quedaba encerrada y por sacar a la luz la imagen de uno de los santos que vio de niña en la iglesia de su pueblo.
10:10 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (1) | Tags: ficción, escultura, imaginación
sábado, 04 junio 2011
A palabras obesas, oídos ponderados
Oír a menudo «está buenísimo, maravilloso, excelente, magnífico, delicioso» o al contrario, «está malísimo, pésimo, horroroso» me pone receloso. No hay términos medios, todo es exageración. Cuántas veces me han aconsejado una película, un libro o un lugar que no hay que perdérselo para terminar decepcionado después de probarlo.
Recuerdo de niño no haber podido ir a un cine con mis hermanos por estar enfermo y oírlos contar al regreso delante de mí lo buena que había estado causándome tristeza. Sobre todo que, cuando años después por fin vi la tal película, no me pareció tan buena como me la imaginaba.
En otra ocasión, un lunes durante el recreo en el colegio, unos compañeros contaban lo bueno que habían pasado el domingo jugando a no sé qué y yo lamenté no haber estado con ellos. A la semana siguiente me las arreglé para unírmeles y pasarla bien aunque no tanto como decían el lunes anterior. Sin embargo, al lunes siguiente en el recreo, contaban de nuevo a los que no habían estado que habíamos pasado una tarde maravillosa. Me di cuenta de que no había parecido tan maravillosa como lo contaban y de que probablemente la primera vez que no estuve también ha debido de ser así.
Esto pasa porque el presente se nos escapa irremediablemente y no tenemos tiempo de saborearlo. Estamos esperando un futuro mejor y añorando el pasado que no volverá, mientras quizás vivimos el mejor momento de nuestras vidas sin darnos cuenta.
No quiere decir que no disfrute preparando el futuro o recordando el pasado, pero cada cosa tiene su importancia relativa. Preparar las vacaciones o una comida o una salida forma parte integrante de lo que sucederá, lo mismo que los recuerdos que nos quedan. Otra cosa es pensar que lo último que hemos hecho es siempre lo mejor y será insuperable o al contrario que siempre habrá algo mejor por llegar. Idealizar demasiado lo único que trae son decepciones. No idealizar un mínimo nos deja sin ilusiones y desmotivados. Buscar el término medio no es tan fácil.
10:30 Anotado en Elucubraciones, Recuerdos | Permalink | Comentarios (2) | Tags: imaginación, realidad