martes, 08 febrero 2011
Julio Verne
Con tantos amigos y familiares que cumplen en estos días, me pregunto si tienen algo en común con el famoso Julio Verne que nació hoy exactamente hace 183 años.
Si los horóscopos tienen razón deberían ser soñadores de un mundo colectivo donde sus mil ideales puedan realizarse, extremadamente abiertos a toda nueva opción, sedientos de libertad, dúctiles, curiosos por lo que no es tradicional, deseosos de trascender la realidad humana, idealistas, algo místicos y deseosos de lo absoluto, de la fusión total del propio yo con el mundo entero. Solamente pueden verse a sí mismos a través de los demás, son súper sociables, deseosos de experimentar continuamente. Dotados de un gran sentido humanitario, dispuestos a la entrega absoluta, olvidándose de sí mismos en favor del bien común.
No creo en horóscopos pero a veces me sorprenden con sus descripciones que muchas veces coinciden con personas que conozco. Siempre he pensado que son rasgos generales y que si alguien no corresponde, el astrólogo consigue explicarlo con el ascendiente, el lugar de nacimiento y muchas cosas más.
Está claro que Julio Verne fue un visionario para su época. No sé qué podría imaginar hoy en este mundo donde casi todos sus inventos existen. ¿Será que esos inventos se hicieron realidad gracias a la lectura de las novelas de Verne? ¿Quién será en la actualidad el escritor que mejor esté imaginando el futuro, el nuevo Julio Verne?
16:58 Anotado en Ciencia, Libros | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ciencia ficción, imaginación, horóscopo
jueves, 21 octubre 2010
Inconcluso de la esfinge
La espera en esa ciudad lo estaba volviendo loco. Tenía que ir a Gaza para vender farmacéuticos pero no lograba conseguir los permisos necesarios para franquear el bloqueo. Había llevado todos los documentos que le exigían tanto egipcios como israelitas, mas siempre había alguna traba y le decían que tenía que volver al otro día. La ciudad ruidosa, el tráfico de automóviles intenso, el calor agobiante, el hotel mediocre y la lentitud del acceso Wifi a la Internet lo deprimían. Menos mal la comida salvaba la situación.
Salió a dar una vuelta por la ciudad para tomar fotos y distraerse. Su cara inconfundible de gringo atraía todos los vendedores o amigos de vendedores por donde pasaba proponiéndole recuerdos cairotas. Al comienzo contestaba que no en inglés, después pasó a rechazar en árabe, después negaba con la cabeza y sonreía, mientras sus depredadores probaban suerte hablándole en francés, alemán o hasta ruso sin conseguir que él dijera algo. Con esa táctica estuvo por fin en paz.
Andaba en el separador central de la calle Qasr el Ainy tomando fotos de las fachadas viejas y mugrientas cuando un ruido más fuerte que de costumbre lo hizo voltear a mirar. La sorpresa fue grande al ver un auto encaramado sobre el separador a pocos metros de distancia. Las bocinas de los carros aumentaron de intensidad. Él y otros peatones se acercaron a ayudar a la joven que había perdido el control de su vehículo, quizás evitando un choque, y había quedado atascada sin poder salir. Entre todos poco a poco lograron bajarlo de nuevo al pavimento con la buena suerte de que no se había roto nada por debajo y ella pudo continuar su camino. Fue el hazmerreír de todo el grupo, menos del gringo que estaba más bien ofuscado de pensar que hubiera podido estar en el hospital por culpa de ella.
Regresó al hotel para escoger las mejores fotos. En una de ellas una joven con un velo rojo en la cabeza le tomaba una foto a él con su teléfono o eso le parecía. Siguió mirando fotos y en varias estaba la joven como si lo estuviera siguiendo. Extraño, pero para tranquilizarse se dijo que no podía ser más que una coincidencia que trató de olvidar. Recordó sin embargo que días antes había tomado fotos de una manifestación de mujeres frente al Ministerio de Sanidad. Las había visto rodeadas por un cordón de policías repitiendo a gritos lo que una líder decía con un megáfono. Le había parecido una manifestación pacífica y ordenada al fin y al cabo. Volvió a mirar las fotos y descubrió que la mujer del megáfono era la misma que había aparecido en sus últimas fotos. Cada vez más raro en realidad.
El teléfono de su habitación sonó de repente. Una voz femenina le dijo en inglés que si quería ir a Gaza más rápido, fuera esa noche al restaurante Estoril en la calle Talaat Harb a las ocho en punto, pero colgó sin dejarle tiempo de responder.
Se quedó acostado en la cama pensando en la situación. El calor y el cansancio fueron más fuertes y lo hicieron dormir durante un par de horas. Lo despertó una pesadilla. Había soñado que estaba en el desierto visitando las pirámides de Giza en camello detrás de muchos turistas. Vio a la joven de la foto sentada en el camello que iba delante del suyo. Lo volteó a mirar. De repente la silla se soltó del animal y la joven junto con su compañero de infortunio cayeron estrepitosamente al suelo, dejando a la joven tirada retorciéndose del dolor por el golpe que se dio en las nalgas desde esa altura al caer sobre una piedra.
Decidió alistarse para ir a la cita misteriosa de esa noche. Se duchó, se arregló y tomó un taxi. El lugar era escondido. Quedaba en un pasaje alejado de la calle. Resultó ser un sitio acogedor, con decoración agradable y sin demasiados clientes. Se sentó en una mesa central pero con la espalda a la pared. Pidió una cerveza Saqara y un plato de puré de garbanzos. No sabía por dónde aparecería la joven. Se dijo que con esos velos se veían todas tan parecidas que seguramente las mujeres de sus fotos eran todas diferentes. Había muchos jóvenes en varias mesas. Entró una joven sin velo y se quedó mirándolo, le sonrió, pero no le puso cuidado; se sentó en una mesa alejada, donde un amigo la esperaba, y se pusieron a conversar; de vez en cuando se cruzaban miradas pero no era ella.
Cayó en la cuenta de que la música suave que se oía eran tangos argentinos. En ese momento, el mesero vino a entregarle un recado. Era una tarjeta blanca con un mensaje en inglés que decía: «lo siento mucho. No puedo ir al restaurante, pero me puede encontrar en el Club Suizo esta noche en una milonga de tango argentino. Queda cerca de la calle Sudan en el límite entre los barrios Mohandessin e Imbaba. Allá lo espero. Me reconocerá por el velo rojo de siempre».
08:00 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, turismo, imaginación
miércoles, 21 octubre 2009
Magias y trucos
Me envía un amigo un vídeo de Youtube de magia y me pregunta si conozco el truco. Ciertamente, hay un truco, pero no lo conozco. Se trata de un programa de televisión en el que un mago va cambiando la ropa de su ayudante rápida y sorprendente.
A veces la cubre o enrolla unos segundos con una tela, a veces la hace meter en un tubo de tela que está en el suelo y que él sube y baja con las manos, a veces la hace atravesar un artilugio o a veces es ella la que hace cambiar de ropa al mago. Es un instante apenas durante el cual la persona desaparece vestida de una forma y reaparece con otra ropa. Es increíble. Me puedo imaginar varias posibilidades, como por ejemplo:
- La película en sí tiene efectos especiales y es un montaje de algo que no sucede en la realidad.
- Existen ya varias señoras con ropa diferente y hay un mecanismo oculto para sustituir una por otra con gran rapidez.
- Hay varias personas escondidas (detrás o dentro de la tela) dispuestas a cambiar muy rápido la ropa de la señora; ropa que está cosida en una manera particular.
- La ropa cambia de colores "automáticamente"
- La señora lleva varios vestidos puestos; cada vez la capa más exterior se elimina muy rápidamente mientras que está oculta detr’as la tela.
- O una combinación de estos y otros trucos
Si usted encuentra la explicación, por favor explíquemelo.
08:00 Anotado en Espectáculos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: web, mago, ilusión, imaginación