Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

domingo, 13 diciembre 2009

Contando ovejas a medianoche

NV-IMP568.JPGSomos desdichados por lo que nos falta pero no felices por las cosas que tenemos: dormir, etcétera, no le hace a uno feliz; pero no dormir es insoportable.
(Voltaire, Le Sotissier, Aix-en-Provence, 1992, p.56)

No. No puede. Lleva tres días sin poder pegar un ojo. Quiere escribir la más bella historia de amor jamás contada, inspirándose en su vida, en sus sueños, fantasías y amores platónicos, ya que el papel resiste todo y siente que pronto morirá. Será la obra póstuma de un solterón obstinado, tímido, viejo, aburrido, sin inspiración, impotente ante una página blanca, decidido a ser un escritor, sin haber nunca terminado de leer un solo libro, ni tocado a una mujer, un libro completamente imaginario, quizás infantil, pero lleno de remordimientos e ideas falsas, como por ejemplo que una mujer es tan delicada como una porcelana y hay que tratarla y hablarle con cuidado para no ir a romperle irremediablemente el corazón, uno lleno de espinas con las que uno se puede pinchar, una boca que solo espera el beso apasionado del príncipe azul, apuesto y joven, que él nunca fue, para despertar y ser feliz toda la vida comiendo codornices sin cicatrices, una mujer mezcla de amante, madre, profesora y enfermera. Se chiflará antes de escribir una sola frase, nunca será feliz, nunca llegará la musa soñada de la literatura a posarse sobre sus sienes, a dictarle por encanto frases románticas o asesinas, diálogos cautivadores, adjetivos perfectos, la trama original, una musa hada madrina, amante y fiel, con la que hará el amor en un éxtasis morfosintácticosemántico absoluto antes de medianoche, avec le mot juste. Si hubiera escrito una frase a diario o pronunciado alguna vez te amo, no estaría así. No tiene sueño, inspiración... ¡Infeliz!