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jueves, 19 mayo 2011

El que mucho abarca

NV-IMP743.JPGAquí estoy otra vez con la duda existencial. Nunca tengo suficiente tiempo para todo lo que me gusta. Me va a tocar detenerme a pensar qué actividades continuar y cuáles abandonar. Es una lástima pero es la realidad. Solo hay veinticuatro horas al día durante las cuales hay que dormir, comer, transportarse, trabajar, leer, escribir, observar, aprender, charlar, amar… Además hay cosas que me gustaría hacer y no puedo comenzar. ¿Será porque la naturaleza tiene horror al vacío?

Hace mucho tiempo que no me aburro de hacer nada. Quizás desde niño no me ha vuelto a suceder. A veces me tocaba acompañar a mi madre o a mis tías a visitas aburridísimas donde tenía que sentarme juicioso a oírlas hablar de cosas sin interés o estar jugando solo sin mis hermanos en casa o sin amigos en el barrio y terminar aburrido. Dicen que es bueno que los niños tengan tiempo que perder, que eso desarrolla la mente y la imaginación.

Tampoco me gusta especializarme en una sola cosa y dedicarle todo el tiempo. En la variedad también está el placer. Quizás lo que me da más trabajo en este momento y a lo que le dedico menos tiempo de lo debido es al estudio del árabe. Me queda hasta comienzos de junio para decidirme a continuar en septiembre o no. Como dice el dicho: ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre.