martes, 18 agosto 2009
Otra ciudad
Si acabara de llegar a Francia, seguro que encontraría muchas cosas típicas en esta ciudad. Me imagino que estaría extasiado delante de tantos edificios viejos, de tantos avisos en francés, de tanto calor, de los precios de las cosas, de lo que dice la gente y no sé de qué más. Estaría comparando con las ciudades colombianas y encontrando cosas en común y cosas diferentes. Pero como llevo tanto tiempo viviendo aquí, no es que nada me impresione, sino que no puede ser como antes. Al fin y al cabo las ciudades francesas tienen muchas cosas en común entre sí, empezando por el idioma ya que en todas partes donde he estado se habla francés. Hay cierta unidad en este país gracias a la historia. Pensar que hace siglos esta parte de Europa estaba dividida en reinos que luchaban por tener la supremacía sobre los demás parece mentira. Es una suerte que desde la Segunda Guerra Mundial Europa occidental haya escapado a la guerra. Por aquí se puede viajar tranquilamente. En mi país no me sentiría tan tranquilo según la zona donde anduviera. Lo más interesante de los viajes para mí es el encuentro con gente diferente, pero realmente diferente. Los monumentos pueden sorprender, pero más me impresiona ver que otras personas tienen una existencia diferente a la mía y aunque todo es relativo, que tienen una vida relativamente feliz. Por lo pronto lo que más he notado en Limoges es que hay muchos almacenes cerrados por vacaciones y que no somos muchos los turistas por estos lares. Me alegra en todo caso no estar en alguno de los departamentos franceses donde las temperaturas están bordeando los cuarenta grados centígrados.
21:25 Anotado en Viajes | Permalink | Comentarios (0) | Tags: limoges, francia, lugares comunes
lunes, 17 agosto 2009
Canícula
Ayer en Limoges tuvimos una temperatura de casi treinta y un grados centígrados. El sábado parece que fue peor pues ayer por lo menos había un poco de viento. En el 2003 por estos lados hubo hasta cuarenta grados. Hoy el clima estuvo más soportable con unos veinticinco a veintinueve grados.
Cuando hace tanto calor lo mejor es buscar lugares frescos. Por eso aprovechamos para visitar una cripta subterránea de la Abadía de San Marcial debajo de esa plaza de la República de la foto donde golpeaba el sol. La fuente y los árboles refrescaban un poco, pero el calor estaba ahí. Estuvimos en un bar del fondo tomando refrescos. Nunca había estado en esta ciudad que fue importante por formar parte del camino de Santiago y después por el descubrimiento de minas de caolín que permitieron el auge de la porcelana que necesita 50% de caolín, 25% de cuarzo y 25% de feldespato. La familia del esposo de una prima en Colombia se enriqueció al descubrir en su finca una mina de feldespato. ¡Enriquecerse porque uno encontró una fortuna debajo de unas piedras no le pasa a todo el mundo! Parece como las minas de oro en California en la película de Charles Chaplin. Hoy visitamos una antigua fábrica de porcelana, su alto horno que funcionó hasta 1960 y comprar platos con el famoso sello Porcelaine de Limoges por debajo es un poco sorprendente.