lunes, 14 septiembre 2009
Diez años de tango
Calculo que hace diez años tomé mi primera clase para aprender a bailar tango. Fue en Tangofolies de Lausana con Pablo y Verónica, una pareja de bailarines muy amables y aplicados para que un principiante como yo se contagiara del virus de tanguero. Después tomé y organicé clases con muchos más profesores pues me iba gustando cada vez más esa música y ese baile tan particular.
Desde el comienzo fue con Hélène que nos metimos a fondo en ese mundo del tango. Con ella organizamos clases, prácticas y milongas. Conocimos muchos profesores, como Mariela, Shawn y Cathy, Daniel y Alejandra, Nancy y Damián, Julio y Véronique, Metin y otros más que no recuerdo ahora. Gracias a esa actividad conocimos muchos amigos apasionados por el tango y gastamos mucha plata en lecciones y bailes.
Fue tanto el furor por aprender a bailar que hasta estuvimos de viaje por Buenos Aires con un grupo de amigos durante quince días en el 2001 y del cual surgió la asociación Alma Tango. En esa oportunidad tomamos clases con Joe Corbata, un joven bailarín muy competente que también ha venido varias veces a Ginebra.
La locura del tango me pasó poco a poco pues sé que no voy a ser ningún bailarín estrella y hay muchas cosas más que me gustan en la vida para las cuales necesito tiempo. De vez en cuando me vuelven las ganas de bailar y de recordar los pasos complicados que alguna vez aprendí y ahora están como oxidados en el fondo de la memoria. Son ciclos de la vida.
Anoche estuvimos precisamente en una milonga organizada por Hélène y Alma Tango, con espectáculo de baile dado por Joe y Lucila. Fue una velada agradable donde volvimos a ver viejos amigos, recordamos pasos y disfrutamos de la música y también viendo a los demás bailarines concentrados apasionadamente.
Volveremos a bailar para que no se nos olvide lo poco que nos queda en los pies y en la cabeza de tantos pasos de baile que hemos recorrido.
Hélène nos deja dentro de un mes, se muda lejos de aquí y este ciclo de diez años se cierra aparentemente. Todo el mundo evoluciona y la Tierra seguirá girando. Seguro que la energía con que impulsó este movimiento en Ginebra continuará en sus seguidores que tendrán que tomar las riendas que ella les entregará. Volverá por aquí; de eso no tengo duda. Gracias al tango hemos conocido mucha gente increíble. Hasta pronto, Hélène, y gracias.