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lunes, 09 abril 2018

Bailando tarantela con una tarántula


Me habían dicho que la tarantela es un baile popular del sur de Italia, de origen napolitano que tiene un movimiento muy vivo, acompañado de canto. Popularmente se suele decir que viene de la tarántula, una araña común en la región mediterránea. Durante la Edad Media, en algunas partes del sur de Italia se creía que bailar el solo de la tarantela imitando el acto de espantar a la misma curaba un tipo de locura supuestamente producida por la picadura de la mayor araña europea, la llamada araña lobo o tarántula, y también se cree que se simula la técnica de apareamiento de la tarántula.

Por eso cuando me picó una tarántula lo primero que hice, en vez de ir al hospital, fue ir a bailar la tarantela. Ya la picadura me estaba enloqueciendo pues los bailarines tomaron forma de araña y brincaban alrededor mío como para comerme. Yo trataba de imitarlos con sus saltos y giros. En ese momento me di cuenta de que me estaba saliendo mucho vello en mi cuerpo y en pocos minutos estaba cubierto de barba y pelo largo. De tanto brincar en vez de dos brazos y dos piernas parecía que yo tuviera ocho patas. La bailarina más hermosa se acercaba brincando para cortejarme. Lo malo es que mi locura fue tal que me vi enredado en su telaraña y no puedo moverme de aquí pegado a sus hilos. Ahora todas las arañas bailarinas se están acercando para comerme de verdad. ¿Qué puedo hacer yo?

 

21:58 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: baile, animales

domingo, 09 noviembre 2014

Zumba

NV-IMP882.jpgNo sabía que la zumba es una marca comercial de una franquicia estadounidense para ejercicios físicos acompañados con música latina. La mezcla de gimnasia y baile es algo ya viejo. Recuerdo las clases de aeróbic que pasaban en la televisión francesa en los años 80 que son una gimnasia rítmica para mejorar la resistencia cardiovascular y la musculatura de manera divertida.

Parece que la zumba es un invento de un coreógrafo y bailarín colombiano, Alberto «Beto» Pérez, que un día inventó el concepto al haber olvidado la música de la clase que dictaba de aeróbic y la reemplazó por música latina. Eso lo oí en un reportaje en la televisión donde presentaban esta gimnasia. Ha tenido tanto éxito que llevó y vendió el concepto en Miami a una empresa gringa. Supongo que ha ganado mucho dinero.

Decían en la radio hace unas semanas que los ejercicios de gimnasia rítmica son muy buenos para las personas mayores para mejorar el sentido del equilibrio y evitar caídas fatales. No sé en cuál hospital geriátrico de Ginebra dijeron que lo habían introducido y tenía mucho éxito.

Pues bien, a mi fitness ya llegaron hace relativamente poco las clases de zumba. Una tarde que salía para mi casa estaban como en una especie de discoteca un grupo de alumnos y la profe bailando alegremente en la sala de gimnasia. Me llamó la atención ya que, al contrario de otros cursos colectivos, no se oían gritos en la sala. Por ejemplo, cuando hay clases en bicicleta estática, es un horror oír al entrenador gritando como loco para que los alumnos sigan sus instrucciones al ritmo de su música electrónica estridente.

Hace unos meses regalé dos invitaciones al fitness a unas colegas chinas del trabajo que querían hacer ejercicio. Fueron precisamente un día de zumba que son viernes y miércoles por la tarde. Me contaron que habían tratado de seguir el ritmo de baile latino con mucha aplicación, pero que el fin de semana estuvieron con los músculos adoloridos de tanto brinco y tanto paso que no acostumbraban dar.

Me dejé picar por la curiosidad y me metí un día a las dichas clases. Primero que todo, me di cuenta de que había menos alumnos de lo que yo pensaba. Como todas las paredes de la sala son espejos, parecía desde fuera que eran muchos. Segundo, resulté ser el único hombre en el grupo y quizás el más viejo de todos. Tercero, la hora pasó volando; me tocó salir a tomar agua en medio de ella pues transpiré mucho de tanto baile. Cuarto, me divertí tanto que volví a la semana siguiente. Por suerte no tuve dolores musculares quizás porque estoy mejor entrenado que mis colegas.

Me gustó que la joven que anima el grupo no use micrófono sino más bien mímicas para hacerse entender y que le sigamos los pasos y el ritmo. Me di cuenta de que no me es tan fácil coordinar manos y pies en todas las circunstancias de la coreografía. Claro que hay pasos que conozco pues son de ritmos latinos como la cumbia o el merengue, pero tienen a veces pasos de danza bollywood más complicados. La  segunda vez llevé una botella de agua para poder calmar la sed fácilmente. Trataré de ir regularmente.

22:30 Anotado en Música, Ocio | Permalink | Comentarios (0) | Tags: baile, gimnasia, aeróbic

domingo, 13 mayo 2012

Regina, con erre de rara

NV-IMP804.JPGDesde pequeña fue muy torpe con su cuerpo. Su desarrollo motriz siempre fue retrasado. De por sí, nació prematura antes de cumplir siete meses de embarazo. Todos pensaban que se moriría. Le costó trabajo aprender a caminar. Sus padres creían que iba a gatear toda la visa pues ya hablaba muy bien pero nada que daba sus primeros pasos. Por fin a los casi tres años sorprendió a todos cuando de repente se levantó y caminó a recoger una pelota en el patio como si nada.

No pudo aprender a montar en bicicleta ni en patines. Era malísima para la puntería. Nunca logró encestar un balón jugando baloncesto. Cuando jugaba a lanzar dardos siempre caían lejos del blanco. Mientras sus amigas tiraban desde lejos cualquier cosa dentro de la papelera, ella ni a un metro de distancia atinaba. Sus padres pensaron que tenía problemas de vista, pero los mejores oftalmólogos no encontraron ningún defecto.

Tenía poca sensibilidad en la piel y no aguantaba que la abrazaran ni besaran. Los especialistas decían que era falta de cariños cuando era una nenita. Le pronosticaban anorexia para cuando llegara a la adolescencia. Se equivocaron pues siempre comió mucho sin llegar a engordar. Le tenía miedo a la altura. Sentía vértigo con solo pensar en mirar por la ventana y no se atrevía a asomarse a partir del tercer piso. Por supuesto nunca se subió a un árbol en su vida.

Tampoco tenía sentido del ritmo. Cuando tenía que caminar siguiendo el mismo paso que sus compañeras, siempre iba a contratiempo sin lograr entender lo que era una marcha militar. Sus padres pensaron que tenía problemas auditivos. Los mejores otorrinolaringólogos no le detectaron ningún problema. Su sentido del equilibrio era perfecto y oía bien todas las frecuencias audibles normalmente.

Llegada la adolescencia empezó a interesarse en los amigos varones como todas sus amigas. Ellas le contaban sus primeras aventuras y le aconsejaban que fuera a bailes con ellas, pero Regina odiaba bailar. Pensar que iba a estar en los brazos de un muchacho pegajoso la repugnaba. La curiosidad fue más fuerte. Quería entender qué pasaba en esas fiestas de quinceañeros.

Era en casa de su mejor amiga. Se sentó en un rincón para observar el terreno. Ahí estaba ese joven vecino que tanto la miraba en el recreo y que la espiaba cuando salía caminando al colegio pero no se atrevía a hablarle. Los dos se pusieron colorados al chocarse sus miradas desde lejos. Trató de pensar en otra cosa pero su presencia era como un imán que la atraía a él a todo momento. Si por casualidad viniera a invitarla a bailar, no podría negarse.

Así pasó. Sonó una balada tranquila y dulzona para que los tortolitos bailaran apretados. El vecino vino rápido a invitarla. Sus amigas le habían aconsejado que se dejara llevar por la pareja y por la música. Habiéndolos visto bailar como micos los ritmos tropicales se sentía impotente e inútil. Por poco se va corriendo a casa.

Ahora estaba en brazos de ese vecino y a cada paso se pisaban los zapatos mientras los dos reían apenados. Sin embargo con los brazos apretándole el cuerpo y dándole seguridad no parecía tan difícil. La música terminó e intuitivamente Regina quiso alejarse de ese cuerpo caliente que la rodeaba. Todos los demás estaban pendientes de lo que iba a suceder.

Los dos perdieron el equilibrio y cayeron al suelo como bultos pesados. ¡Algún gracioso había aprovechado la penumbra de la sala para amarrarle los pies a la parejita con unos cordones largos y por eso terminaron en el suelo!

Regina se puso furiosa y su caballero también. Los demás reían a carcajadas. Es cierto que Regina es rara. No le gusta el baile, pero eso no le impidió ennoviarse con su príncipe azul que tampoco baila bien. Ella nunca más volvió a pisar una pista de danza y solo estando a solas con su amado se deja abrazar apasionadamente con los ojos cerrados y en silencio.