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domingo, 22 noviembre 2015

Velada aguada

tertulia literaria, presentacionesHasta el jueves 21 el clima estuvo magnífico en esta región ginebrina y del Pays de Gex. Parecía que fuera el comienzo de la primavera, pero el calendario nos decía que estábamos en otoño y que en un mes empezaría oficialmente el invierno. Lo que tenía que pasar sucedió. El viernes la temperatura bajó de golpe y se puso a llover todo el día, sobre todo por la noche a la hora de la velada literaria sobre mi último libro El ojo de la cerradura.

Además del mal tiempo, otras actividades nos quitaron audiencia. En el Liceo Internacional tenían la velada que reúne cada año las secciones internacionales de idiomas con padres y alumnos en una comida distendida. El festival de cine latinoamericano de Ginebra, los teatros, conciertos y otros eventos terminaron de llevarse nuestros posibles participantes. Varias personas se excusaron.

Empezamos la tertulia con cinco o diez minutos de retraso para darle tiempo a la gente de llegar. Al final fuimos un grupo pequeño de unas veinte personas con quien intercambiamos lecturas y opiniones. Marie Bordes, la profe de español, con su conocida simpatía, animó muy bien el rato explicando, traduciendo e interrogándome después de haber leído muy detalladamente el libro. Me gustaron sus puntos de vista sobre ciertos relatos que tratan de fenómenos de desdoblamiento, de sueños, de humor y de homenajes a otros escritores como Cortázar.

La pregunta que más se repite es ¿por qué escribo? No lo sé exactamente. Empecé hace un poco más de veinte años sin pretensiones ni obligaciones cuando compré el primer PC para la casa. Como mi trabajo era en informática, me resistí mucho alejando esas máquinas de casa para poder descansar y pensar en otras cosas. Al crecer nuestros hijos, decidimos que era importante darles la oportunidad de aprender a usar estos artilugios desde el hogar. Lo primero que hice para probar el sistema ya instalado fue ponerme a escribir. Me salió el comienzo de un cuento que incluí años más tarde en un relato más largo.

Fue un proceso paulatino. No me puse a escribir de pronto todos los días sino que esperé la inspiración para poner la imaginación a plasmar mundos extraños de ficción en el papel. Poco a poco le tomé gusto y el ritmo se aceleró. Creo que el haberme venido a vivir y trabajar en esta región ginebrina franco-suiza tan innternacinal tuvo mucho que ver con la práctica de mi idioma materno que tenía un poco arrinconado al ámbito familiar cuando trabaja en Francia en un contexto franco-francés. Las lecturas de juventud con buenos ejemplos como Gabriel García Márquez, Edgar Alan Poe, Mario Vargas Llosa, Cortázar, Borges y tanto escritor latinoamericano seguro que me influenciaron. El haber mantenido en vida este blog desde hace casi nueve años y la práctica de poner una nota diaria durante los primeros años fueron vitales. Encontrar personas, gracias a la Internet, con quienes compartí mi pasión literaria fue otra suerte.

tertulia literaria, presentacionesDespués de la tertulia pudimos charlar acompañados de una copa de vino. Nuevas caras y viejos amigos compartieron con nosotros.

Muchas preguntas sobre la traducción de mis textos al francés me empujan a ver si con Marie nos lanzamos a traducir uno de ellos para buscar una editorial francesa que le ponga nuevas alas a esta aventura.

Para los que no pudieron ir, en la librería quedaron varios libros por vender.

domingo, 15 septiembre 2013

Dedicatorias

NV-IMP854.JPGNo sé cómo hacen los escritores famosos que firman centenares de libros en una feria o en una presentación de librería. Lo bueno es poder hablar un poco con el lector para descubrir algo sobre él, pero cuando hay tanta gente haciendo cola, me parece casi imposible. Algunos se contentan con poner nombre o firma con fecha y lugar. A veces no solo indican la ciudad sino el sitio mismo. Otros añaden una frase supuestamente original y única al lado del nombre de la persona que recibirá el libro. Los autores de historietas suelen dejar un dibujo simple o complicado. Un texto neutro podría ser «para Fulano de Zutano» como si fuera un regalo de Navidad.

El diccionario define dedicatoria como una carta o nota dirigida a la persona a quien se dedica una obra, y que en los escritos se sitúa al principio, impresa o manuscrita. Dedicar en este contexto es dirigir a alguien como obsequio, un objeto cualquiera, y principalmente una obra literaria o artística. «Te dedico esta canción», puede decirle un enamorado a su amada.

Nunca se sabe qué va a pasar con un libro autografiado ya sea la dedicatoria del autor o de quien lo obsequia. Ahí se ve la importancia relativa y pasajera de esos párrafos. Se parece a la lectura de tarjetas postales antiguas o ver fotografías viejas de cuyos retratados nadie ya recuerda. Se regresa así al anonimato y a la eternidad. Por eso me gusta abrir libros viejos en los mercados de las pulgas: para leer dedicatorias. Si uno deja volar la imaginación puede salir un buen relato. Escribí uno de esta forma y tengo por terminar una novelita que me inspiró el mismo método. Ojalá pueda sacar tiempo necesario para acabarla.

Aunque no sea un experto en la materia, tengo algo de experiencia. Lo que me parece más difícil es escribir dedicatorias una tras otra donde sea. Por un lado casi no escribo a mano y mi caligrafía no merece ese nombre y  puede ser indescifrable. Por otro tratar de ser original en cada autógrafo es imposible. El nombre de la persona a veces da ideas para el texto. Si es alguien que conozco, tengo más pistas para un mensaje personal, pero si no, me cuesta trabajo no repetirme. Quizás la idea de que van a tener el mismo mensajes dos libros que van a ser leídos por personas diferentes me incomoda, como si se fueran a encontrarse y descubrirlo. Por fortuna lo bueno es entrar en contacto con el lector. Si es alguien que ya ha leído uno de mis libros, me gusta saber qué piensa, qué le gustó o disgustó pues cuando uno escribe no se imagina todas las interpretaciones o preguntas que pueden tener los lectores. Anoche en un concierto tuve la sorpresa de hablar con una señora que me dijo estar leyendo uno de mis libros. Parece que le ha gustado.