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viernes, 13 julio 2018

Gota a gota

ficción, prestamistasEl joven llegó en motocicleta, llamó a la puerta y preguntó por James. Llevaba el casco sobre la cabeza como si fuera un sombrero. Vi perfectamente su rostro serio, con ojos negros y tal vez un bigote o una barba de unos pocos días. «¿Quién será este tipo que nunca antes había visto», con seguridad lo habrá pensado. Su ropa oscura con algunos toques de verde fluorescente estaba polvorienta y seguramente olía a sudor. No era de extrañar pues las calles de Santa Rosa no están pavimentadas. En ese momento, la ruidosa música latina salía de muchas tiendas. Él estaba hablando con otra persona por un teléfono celular al mismo tiempo. «Si hubiera menos ruido, entendería mejor a toda esta gente de mierda», imaginé que se quejaba. Cuando le dije que James no estaba allí, vi en su cara morena que estaba muy enojado. «Es la segunda vez que James me toma del pelo; dígale que no le perdonaré una tercera», podría haberme gritado. Me explicó sin modales que venía a cobrar cada ocho días y que no era correcto que James no cumpliera el trato. Otro joven con un casco similar, pero vestido de rojo, lo acompañaba. Este tenía un cuaderno y un bolígrafo en la mano. Eran como tantos otros pobres diablos que por mala suerte habían nacido aquí, en una familia pobre con padres irresponsables que los empujaron a ganarse la vida como fuera con tal de volver con unos pesos cada día; ahora lograban recoger muchísimos miles de pesos. Estaban atrapados en el engranaje del negocio sucio y no había manera de escapar con vida de él. Se miraron mutuamente como comunicándose por telepatía. "Volveremos", me espetó, y no me habría sorprendido haber visto un arma en su cinturón.

12:46 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, prestamistas