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domingo, 06 febrero 2011

A Hard Day's Night

Por fin ha llegado la noche de este día tan agotador. He estado trabajando como un perro. Oler las maletas en el aeropuerto es pesadísimo, pues esas narices electrónicas no funcionan bien todavía. Me iba mejor cuando teníamos perros de verdad. Además los pasajeros se ponen de mal genio con las colas y me sacan de paciencia. ¡Yo debería estar hecho un tronco! Tronco de sueño. Lo bueno es que cuando llego a casa buscándote, siempre encuentro las cosas que haces que me hacen sentir bien. Sabes que trabajo todo el día para conseguir dinero, para comprar cosas y vale la pena sólo por oírte decir que me vas a dar todo. Así que, ¿por qué diablos voy a quejarme?, si cuando te tengo a solas sabes que me siento bien, cuando estoy en casa todo parece ir bien, cuando estoy en casa sintiendo que me sostienes apretado y ajustado. ¡Oh! Me importa un pepino que mi mujer me haya dejado enfadada por culpa tuya. Es una celosa. Se llevó todo y me dejó solo ese pobre perro que ahora pasa casi todo el día solo ladrando y aullando. ¡No tardará también en abandonarme como en el famoso tango que cantaba Gardel! Da igual. Voy a comer algo rápido y voy a caer en tus brazos. En pocos segundos me vas a hacer olvidar todas mis penas. ¡Oh!, tú, ¡música de Mozart!, me vuelves loco, pero me apaciguas completamente.

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