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domingo, 26 enero 2020

Borrachera nocturna

NV-IMP1016.jpgUn policía amigo mío me contó el otro día una extraña historia sobre una mujer que volvió a su hotel por la noche después de beber mucho en un pub de Londres. Había pasado todo el día en una conferencia cerca del Big Ben. No tenía miedo de nada. Quería refrescarse con el aire de la noche. Era noviembre, llovía y había niebla. Su hotel estaba cerca de la estación Victoria. Como las calles eran muy parecidas, se perdió varias veces. Mientras buscaba su destino, escuchó el ruido de caballos y gente hablando. La escena que encontró parecía una fiesta de disfraces. Todos estaban vestidos como a principios del siglo XX. Los hombres llevaban sombreros de copa, abrigos negros y guantes blancos. Los cocheros esperaban con sus caballos la salida de un teatro o una cena cualquiera. En la esquina de una calle oscura, un grupo de prostitutas con colores brillantes trataba de atraer clientes. Todo parecía divertido excepto cuando se dio cuenta de que ella misma iba vestida al estilo victoriano y que no había sido así antes. De repente, un hombre salió de la oscuridad con un largo cuchillo de carnicero. Sintió que era el final de su vida. Cuando se despertó en el hospital, era el siglo XXI otra vez, tenía un fuerte dolor de cabeza y por suerte no tenía heridas. La policía la había encontrado borracha y dormida en un parque a pocos metros de su hotel. Se había prometido a sí misma que no bebería más de la cuenta y que no se lo diría a nadie, especialmente a su marido, que cuidaba a su hijo en París.

15:38 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, londres, noche

domingo, 19 enero 2020

Rebobinar

NV-IMP1015.JPGEsa noche, los niños estábamos jugando en la calle como en todas las vacaciones. Probablemente estábamos jugando como siempre al escondite o al fútbol. Uno de nosotros nos dijo que miráramos por la ventana de la casa de un vecino. En la sala, todos estaban reunidos para ver, en la penumbra, la proyección de una película de celuloide que el padre de la familia había filmado durante un paseo. Había imágenes de un tren que cruzaba el campo. Era un tren a vapor que, en aquellos años, seguía circulando por la carrilera desde Bogotá hasta Ibagué.

Una vez viajé en uno igual de Bogotá a Medellín con mi padre, que era jubilado de los Ferrocarriles Nacionales. Recuerdo el típico sonido, el olor y el movimiento de los vagones. Fue un viaje muy largo en asientos no muy cómodos a una velocidad bastante baja subiendo y bajando las montañas andinas.

Cuando nos vieron desde adentro mirando por la ventana, nos invitaron a entrar. Todos entramos y nos sentamos en el suelo. Era una película muda, pero en color. Reconocimos a las personas que aparecían en ella, porque eran todos de la misma familia Guzmán.

Lo mejor fue que el padre rebobinó la película para guardarla y la vimos proyectada al revés. La gente caminaba hacia atrás y el tren, en vez de escupir el vapor por la chimenea, se lo tragaba. Todos nos reíamos a carcajadas. Aceptó proyectarla varias veces así hasta que nos cansamos. Me dan ganas de volver a reír.

18:07 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: infancia, trenes, cine

domingo, 12 enero 2020

Increíble

NV-IMP1014.JPGEntré a mi bar preferido, me senté en la barra y pedí una cerveza. El mesero estaba muy pensativo y su comportamiento me pareció extraño.

- ¿Qué te pasa?

- Si te lo cuento no me lo vas a creer.

- Cuéntame, cuéntame que yo soy muy crédulo.

- Ahí donde estás, había una pareja que acaba de irse. Llegaron vestidos con atuendos tradicionales árabes y me pidieron dos tazas de té. Ella tenía una pañoleta que apenas dejaba ver los ojos y un vestido muy largo que le cubría brazos y piernas. Él tenía un turbante voluminoso, una barba espesa y también una especie de bata de color oscuro que le cubría hasta los pies. Tenían dos maletines grandes. Me dio miedo de que llevaran una bomba. Me preguntaron dónde quedaban los baños y se ausentaron mientras yo les preparaba sus bebidas. Como se demoraban más de lo normal, fui a ver qué pasaba. En ese momento regresaban vestidos completamente diferente. Ella tenía una minifalda, el cabello suelto y un maquillaje extravagante. Él ya no tenía barba, parecía un miembro de un grupo de rocanrol. Eso sí, llevaban los mismos maletines voluminosos. Quedé atónito. Se sentaron en la barra, tomaron el té y cuando se iban a ir pregunté: ¿Qué les pasa? Me dijeron, "si le contamos no nos lo va a creer". Entonces pagaron y se fueron tan rápido como habían entrado.

- No te lo puedo creer.

- Por eso no te lo quería contar.