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sábado, 04 octubre 2014

Sexo, droga y rocanrol

historietas, cine, vejezEsta historieta del dibujante y cineasta, Pascal Rabaté, fue llevada al cine por el mismo autor en 2010. No he visto la película, pero acabo de leer la historieta que unos amigos me regalaron. Quizás pensaron que con mi edad avanzada la entendería mejor. Me gustó. Cuando yo era niño, me parecía que los de 25 años para arriba eran viejos. Ahora el mundo me parece joven y con seguridad los de 25 y hasta los de 40 me encuentran viejo. Por fortuna no me siento así. La juventud debe de estar en la cabeza.

El cómic trata de dos viejos amigos de setenta y pico de años que están viudos y pasan el tiempo pescando o en el bar del pueblo o viendo televisión. Edmond revela a su amigo Pierre que sale con mujeres que encuentra a través de agencias de matrimonio y que se ha dedicado también a la pintura de desnudos. Poco tiempo después Edmond muere de un infarto y Pierre decide cambiar su vida.

El dibujo es sencillo y con mucho color. Se nota que el autor es cineasta pues a veces parece que está pensando en la filmación. El tema es la soledad, el amor en la vejez, la vida simple de pueblo, la sociedad de consumo y la familia. Interesante para reflexionar.

Les petits ruisseaux, de Pascal RABATÉ, BD, Éditions Futuropolis, ISBN 2754800166, Mai 2006

Edmond et Pierre sont deux amis célibataires de la catégorie des "séniors". Passionnés de pêche à la ligne ils partagent leurs moments de solitude au bord de petits ruisseaux, et  autour d'un petit verre.

Pierre apprend que son ami, rencontre des femmes par le biais de petites annonces. Edmond, se dévoile en présentant à son ami, son violon d'Ingres : la peinture. Il s'y est mis juste après le décès de sa femme. Il dessine des nus d'après les pages centrales de Playboy.

Terrassé par une crise cardiaque, Edmond disparait. Pierre décide alors de reprendre sa vie en main.

http://www.sceneario.com/bande-dessinee/PETITS+RUISSEAUX+LES-Sex+drug+and+rock+n+roll-5497.html

http://www.allocine.fr/film/fichefilm_gen_cfilm=170405.html

16:09 Anotado en Libros | Permalink | Comentarios (0) | Tags: historietas, cine, vejez

jueves, 13 diciembre 2012

Amour

cine, Cannes, francia, drama, vejez, enfermedadSorprendente esta película ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2012. A pesar de que la primera escena ya nos muestra casi el fin, está muy bien llevada y lo mantiene a uno atento sin cesar. Trata de una pareja de ancianos, antiguos músicos, que tienen que lidiar con la enfermedad que llega de repente y les cambia la vida por completo. Casi todo sucede en el apartamento de la pareja. Hay pocos actores pero son muy buenos. Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva son excelentes, sobre todo ella que tiene que mimar los gestos de alguien que sufre un ataque cerebral. Me dejó pensando en esas personas que se niegan a dejar sus hogares cuando ya no son independientes porque quieren morir en ellos. Es un filme muy humano y también muy duro. Esto sucede ya y con el envejecimiento de la población, van a aumentar, a menos que nos preparemos a acoger a esas personas de manera digna en estructuras adaptadas y que nosotros mismos estemos dispuestos a dar ese paso, cuando nos llegue la hora. No me extrañaría que gane un óscar. 

Amour
Date de sortie 24 octobre 2012 (2h07)
Réalisé par Michael Haneke
Avec Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert
Genre Drame Nationalité Français , allemand , autrichien

Synopsis : Georges et Anne sont octogénaires, ce sont des gens cultivés, professeurs de musique à la retraite. Leur fille, également musicienne, vit à l’étranger avec sa famille. Un jour, Anne est victime d’une petite attaque cérébrale. Lorsqu’elle sort de l’hôpital et revient chez elle, elle est paralysée d’un côté. L’amour qui unit ce vieux couple va être mis à rude épreuve.

http://www.allocine.fr/film/fichefilm_gen_cfilm=188067.html

domingo, 14 octubre 2012

Ni cuerpo que lo resista

NV-IMP823.JPGCuando llegó a la tienda de antigüedades de su abuelo esa tarde, lo encontró limpiando el polvo de los estantes aprovechando que no tenía clientes. La tarde estaba calurosa y el sueño rondaba la cabeza del viejo Baltasar. Estaba en el fondo, en el rincón de libros viejos en varios idiomas. Como de costumbre, después del colegio, Julia esperaba a sus padres en ese almacén:

-Hola, abuelo. ¿Cómo estás?- le dice dándole un beso en la mejilla.

-Bien, nena. ¿Y a ti cómo te fue en el cole? -contesta un poco distraído y añade- En mi escritorio te espera un vaso de leche y una tarta de manzana. Cuando termines ven y me ayudas a quitarle el polvo a estas lámparas y porcelanas, pero con mucho cuidado, ¿eh?

Baltasar volvió tranquilo y risueño a sus nostalgias mientras limpiaba una telaraña descubierta en un rincón entre los soldados de plomo y las muñecas viejas con cara japonesa. A veces recordaba a su esposa, María Carmen, muerta desde hacía ya trece años, que lo acompañaba en su negocio siempre hablando de sus dos hijos y de sus nueras que todavía no le daban nietos. Cómo soñaba con ser abuela, pero murió cuatro años antes de que naciera Julia, sin disfrutar ese placer.

El piso de arriba de la tienda seguía como lo dejó su mujer, cada mueble en su lugar. Hasta su ropa estaba todavía colgada como esperando a que regresara de algún viaje.

-Abuelo, abuelo. ¿Me ayudas con la tarea de historia? Es sobre la vida en esta ciudad hace un siglo. Seguro que te acordarás cómo era.

-Vaya, vaya. No soy tan viejo como piensas. Hace un siglo mi madre no había nacido y mi abuela era una niña como tú. ¡Je, je! Faltaban treinta y tantos años para que yo naciera. ¡Mira tú!

-No importa. Me contarás lo que te decían tus abuelos cuando eras niño. ¿Vale?

-Abuelo, ¿por qué los libros que venden no tienen imágenes? ¡Deben de ser muy aburridos!

-¡Qué ideas tienes!, niña. Las antigüedades son mi gran pasión, restauro muchos de los objetos que llegan hasta mi local para ser vendidos. Esos libros no son para niños sino para adultos que los buscan para coleccionarlos o para recordar viejos tiempos o qué sé yo para qué más.

La niña buscó un plumero para ayudar al viejo con la limpieza. Era un día tranquilo cercano a las vacaciones de verano. Había en el aire un ambiente estival que llamaba a estar en el mar jugando con las olas o construyendo castillos de arena.

-Abuelo, los niños del colegio me molestan. Me ponen a escondidas papelitos en mis libros diciéndome que me quieren o que alguien quiere ser mi novio. Son pesados. Lo malo es que no sé muy bien quién lo hace aunque sospecho de varios.

-No les pongas cuidado. Si te quieren de verdad, un día se atreverán a decírtelo en persona. Pero estás muy pequeña para andar ya pensando en novios. ¡Anda ya!

-Abuelo, ¿por qué no te casas de nuevo? Así no estarías tan solo.

El viejo repitió con paciencia las mismas respuestas de siempre mientras pensaba en esas mujeres del barrio que de pronto se habían interesado últimamente en él. Se sentía lisonjeado, afortunado y hasta menos viejo creyendo que a su edad alguna mujer lo mirara con otros ojos. Él que había decidido al enviudar vivir solo y tranquilo sin buscar amoríos.

En esas sonó la campanita de la puerta y tuvo que salir a atender al cliente que acababa de entrar. Era la bibliotecaria que compraba de vez en cuando libros antiguos. Tan simpática, inteligente y madura. Se notaba que había sido muy bonita de joven. Mientras charlaba con ella mandó a Julia a buscar el libro que le había separado en su escritorio según lo encargado. Julia lo puso en una bolsa y la compradora salió sonriente y contenta dejando al anticuario suspirando.

-Abuelo, abuelo. ¿Me dejas que te peine un ratito? ¡Dime que sí! No seas malo.

-Bueno, pero tus padres no demoran y tienes tareas por hacer.

El viejo se recostó en la silla de su escritorio mientras la nieta le peinaba sus cabellos blancos. Cerró los ojos para descansar sintiendo las manecitas que la acariciaban su cabeza. La niña no paraba de hablarle de cosas del colegio y de su mundo infantil. El viejo hasta tuvo tiempo de dormir una siesta muy corta.

Sonó de nuevo la campanita de la puerta. Baltasar salió de su letargo. Su nieta estaba estudiando muy juiciosa en el cuarto de al lado. Seguro había pasado varios minutos en un sopor profundo.

Eran las mellizas solteronas de la mercería que a veces pasaban buscando algún cachivache. También le habían gustado muchos años antes cuando eran jóvenes. Las últimas semanas habían pasado a su tienda una tras otra (o quizás la misma varias veces, pues no lograba distinguirlas) con cara menos larga que antes y eso le había llamado la atención. Ahora entraban visiblemente enfadadas.

-Buenas tardes, señoritas. ¿En qué puedo servirles?

-Venimos a que nos explique qué son estos papelitos que nos ha puesto en nuestras compras. Usted es un viejo verde irrespetuoso. Si al menos se hubiera fijado en una de las dos, pero confundirnos de esa manera. No, señor.

El viejo no entendía de qué se trataba. Entonces se puso las gafas y leyó unos papelitos que decían: Me gustas o Estoy enamorado de ti pero no sé cómo decírtelo o Mi abuelo la quiere mucho pero es muy tímido para declarárselo.

Baltasar se puso de mal genio e iba a gritar a su nieta para que viniera a explicarse cuando las mujeres chillaron:

-No vale la pena que nos explique. No nos verá más por aquí. Además debería de quitarse esos moños rosados de su cabeza. ¡Qué manera de peinarse! –y salieron tan rápido como llegaron.

Baltasar se tocó la cabeza y oyó unas risas de su nieta que lo observaba desde la puerta de la oficina. Al ver su mirada tan inocente su furia se desvaneció, no pudo resistir y se puso a reír a carcajadas con ella.