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miércoles, 31 marzo 2010

Dos en uno

NV-IMP630.JPGNo sabía qué tema tratar en su nueva novela: los celos, la obsesión por la muerte, la misteriosa conjunción de muerte, azar y destino, la locura, la falsedad, la ensoñación, la crueldad, el incesto, el desamor inevitable, el cálculo interesado o el amor a primera vista. En realidad se había quedado sin inspiración desde que un editor la descubrió de chiripa por un error en el metro: en lugar de llevarse su maletín, se levantó y se fue con el de Antonia. Al llegar a casa se encontró con una serie de manuscritos interesantes que leyó saltando de uno a otro, picando como una gallina. Por fortuna su teléfono estaba en uno de los papeles. La llamó para explicarle el error de maletín, para darse una cita e intercambiarlos y para decirle que había leído algunos de sus relatos, que a su juicio valía la pena publicar en alguna editorial. Antonia sobrevivió de chiripa al descenso a los infiernos del reconocimiento público pues se dio cuenta de que el anonimato era mucho más confortable pues era menos exigente y la gente espera siempre algo mejor de lo ya escrito como si se pudiera escalar el éxito hasta el infinito. Se decía que al llegar a la cima de una montaña no había más remedio que bajar de nuevo para escalar una más alta. Se encontraron en el bar El Centro, en las afueras de la ciudad, en el ombligo del mundo. Cuando la vio llegar se dio cuenta de que era ella por la foto que había visto en el maletín. «Hola, Antonia. Soy Antonia. ¡Qué coincidencia! Aquí tengo su maletín con los manuscritos. Gracias por traerme el mío», dijo ella. «No está mal lo que ha escrito. Tiene calidad», contestó la otra. «Lo mismo digo yo, pero es mejor que olvidemos este encuentro y que la suerte nos haya hecho chocar. Mejor no habernos conocido nunca», se levantó, dejó unas monedas para pagar la cuenta, cogió sus notas para la nueva novela, su maletín y se alejó para siempre.

13:34 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, ambigüedad, dobles

viernes, 23 octubre 2009

Teléfono árabe

NV-IMP533.jpgUn juego que me gustaba de niño era el de pasar un mensaje secreto de oreja a oreja entre un grupo de niños y descubrir al final de la cadena lo que el último había entendido del primer mensaje. Salían cosas muy graciosas debido a la distorsión y el ruido. Ese juego se llama teléfono árabe en Francia, pero ya no sé cómo lo llamábamos en Colombia.

Recuerdo también un chiste parecido que relata cómo en un cuartel se envía un mensaje a los soldados a través de la jerarquía sobre un eclipse de sol que va a suceder y lo que recibe al final el último es algo muy gracioso. Es posible que esté colgado en alguna página web. A ver si lo encuentro.

¡Aquí está!: http://www.youtube.com/watch?v=rkQv4I_z53w

Ahora me he puesto a jugar con dos traductores automáticos famosos y gratuitos que existen en la Web. Puse un texto inicial en español que tiene varias ambigüedades y lo fui pasando de un idioma al otro para volver al español al cabo de varios saltos lingüísticos. El mensaje inicial era:

«La esposa limpia la casa. Vi al hombre con el telescopio. La chica ama al chico.»

En la primera frase tanto esposa como casa pueden ser sustantivo o verbo y limpia puede ser adjetivo o verbo. Hay dos interpretaciones posibles: una con limpia como verbo y otra con casa como verbo (menos lógica, claro está, pero plausible en un contexto determinado).

En la segunda frase la ambigüedad está en saber quién tiene el telescopio: la persona que observa o la persona que es vista.

La tercera frase no presenta problemas en español, pero sí puede serlo en otros idiomas donde el sujeto y el objeto no se distinguen gramaticalmente de la misma manera.

Pues bien, pasando las frases por Google Translate, un sistema de traducción automática de tipo estadístico, a través del ruso, francés, chino, inglés y árabe hasta volver al español me encuentro con esto:

«Mujer de la limpieza de la casa. Yo vi al hombre del telescopio. Las chicas como los chicos.»

Ahora, pasando las mismas frases iniciales por Altavista Babelfish, un sistema de traducción automática a base de reglas, el resultado final después de atravesar los idiomas inglés, alemán, francés y griego, vuelve al español de esta manera:

«La mujer limpia la casa. ¿J'? ¿ha visto l'? persona con el telescopio. Pequeño conforme en el muchacho.»

Conclusión: hay ambigüedades que viajan casi sin problemas de un idioma al otro, por ejemplo en el caso del telescopio, y otras que vuelven el mensaje incomprensible, por ejemplo la última frase que tanto a partir de «las chicas como los chicos» como de «pequeño conforme en el muchacho» no se puede adivinar que lo que decía al comienzo es que «la chica ama al chico». ¡Sigue pareciéndome divertido el jueguito!