sábado, 03 enero 2015
Gota a gota
Una simple gota de esencias florales de Bach me llevó a los años de infancia cuando con cuatro o cinco años de edad conocí ese artilugio misterioso y antiquísimo compuesto por un tubo hueco de vidrio, cerrado por un lado con una perilla, muy útil para trasvasar líquidos: un gotero o cuentagotas.
Mis hermanos se peleaban por usarlo con un remedio que mi mamá iba a tomar o a darnos. Yo no sabía de qué se trataba. Mi mamá me explicó y me dejó emplearlo en vez de mis hermanos. Como se convirtió en juguete, ella lo guardó para que no lo fuéramos a dañar. Yo estaba contento de haber aprendido algo nuevo aunque en realidad no supiera realmente cómo funcionaba.
Son cosas tan sencillas que parece que uno las supo desde siempre y sin embargo todo lo tenemos que aprender: ponerse de pie, caminar, correr, comer solo, amarrarse los cordones de los zapatos, vestirse usando bien los ojales, botones y cremalleras, bajar y subir escaleras sin ayuda, atravesar la calle, ir de mandado a comprar algo a la tienda de la esquina y volver con las vueltas correctas. Con mis hijos fui más consciente del proceso de aprendizaje y de las dificultades y desafíos que tenemos de niños.
19:33 Anotado en Recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: niñez, aprendizaje
domingo, 01 julio 2012
Romilda, con erre de rara
Desde que aprendió a montar en bicicleta, siendo muy niña, los gestos le quedaron grabados indeleblemente en su memoria corporal. Era como haber aprendido a caminar o a respirar, a tal punto que casi con sesenta años, después de muchos de sedentarismo y de viajes en autobuses llenos de gentío, volvió a usar el velocípedo sin ningún problema.
Sintió de nuevo la libertad de desplazarse guardando el equilibrio con la brisa de frente golpeándole la cara. Ahorrar para comprarse su bici y ser independiente fue el reciente objetivo que había alcanzado con sacrificio. Con los años la vista le había mermado y le costaba trabajo reconocer los autobuses para moverse por la ciudad, sobre todo cuando decidieron pintarlos todos del mismo color. ¡Qué mala idea!
Otra mala noticia era que pensaban cambiar los contadores eléctricos y de gas por unos sistemas electrónicos que captarían el consumo exacto a distancia y no necesitarían de empleados como ella para ir de casa en casa anotando los datos de cada aparato manualmente.
Conociendo la eficacia de la administración, calculaba que llegaría a la jubilación antes de que la declararan superflua. Sin embargo, le preocupaba que el jovencito que habían nombrado de jefe recientemente se interesara en su trabajo. Tenía cita con él esa mañana.
Romilda nunca había querido cambiar de puesto. Le encantaba ir de casa en casa sin prisa anotando el consumo de todos los hogares sin que nadie la vigilara. Terminaba temprano su tarea diaria para irse a ver telenovelas en casa o a charlar con amigas. Le bastaba el sueldo miserable para sobrevivir sin ilusiones ni quimeras.
El jefecito estaba esperándola en su despacho, la miró sin interés y le dijo sin preámbulos:
- Tenemos que evaluar sus conocimientos para ver en qué otro puesto la podremos colocar cuando lleguen los contadores electrónicos telemáticos.
- Estoy contenta con mi puesto. Nadie se ha quejado de mí en todos los años que llevo en esta empresa. Déjeme tranquila que seguro que van a pasar años antes de que remplacen todos esos aparatos antiguos por los modernos.
El jefezuelo insistió. Le dio un formulario de evaluación para que lo llenara de inmediato. La pobre mujer acorralada tuvo que confesar lo que nunca había dicho:
- Vea usted. No sé leer ni escribir. No vale la pena que me pida que llene formularios. Cumplo con mi trabajo dibujando los números que veo en los contadores sin entender de qué se trata. Claro que de niña aprendí a leer, escribir, sumar y restar, pero por falta de práctica se me olvidó todo. No insista.
El hombre no podía creerlo. La sinceridad de Romilada lo dejó desarmado. La mujer daba al mismo tiempo lástima y admiración. Tras un largo minuto de duda dijo:
- No se preocupe, esto queda entre los dos. No la cambiaré de puesto. Usted se ocupará de todos esos aparatos manuales hasta que desaparezcan.
Después de salir de su sorpresa, Romilda salió agradecida y como si nada se fue a montar en bicicleta, pensando en la buena suerte que tenía de tener un jefe tan comprensivo y humano. Al fin y al cabo de qué servía leer y escribir si ella había logrado sobrevivir sin esas habilidades.
08:57 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (0) | Tags: aprendizaje, memoria, olvido
domingo, 10 julio 2011
Ficción en idioma extranjero
A mediados de junio escribí mi primera ficción en idioma árabe. ¡Je, je! Ahí está en la imagen. Teníamos de tarea escribir una carta personal usando las fórmulas de saludo y despedida como si estuviéramos de viaje. Se me ocurrió escribir una carta imaginaria de un personaje del pasado. Me divertí y ahora espero las correcciones de la profe. Me imagino cómo me la entregará llena de rojo. Pero como el viernes tuvimos el examen final escrito, me tocará esperar a septiembre para la corrección si se acuerda de dármela. Me quedan dos meses de vacaciones y para ver si continúo en septiembre.
Creo que mi primer cuento en idioma extranjero fue en clase de inglés en Colombia. Nos habían dejado de tarea une descripción y se me ocurrió escribir la cafetería de la universidad. A la profesora le gustó el tema pero me dijo que no lo había explotado convenientemente. En francés no recuerdo cuál fue el primero. En ruso tuve una profesora muy buena que nos motivaba a escribir sobre temas diferentes. Una vez nos hizo escuchar una canción rusa y luego inventar un cuento. De ahí me salió uno que después traduje a español. Otra vez escribí un cuento sobre el encuentro del pintor Modigliani con una poeta rusa, creo que Akhmatova, en el París de comienzo del siglo XX.
A mí me gustan esos profesores que le dan cuerda a la imaginación de sus alumnos. Hace unas semanas leí unos cuentos en francés de niños argentinos que sus profesoras les dieron de tarea. Me gustaron. No sé qué edad tienen los niños, pero escribir en francés desde Argentina tiene mucho mérito. Unos eran enredados y hasta chistosos, otros no eran verdaderos cuentos sino explicaciones de lo que es la Navidad. Felicitaciones por esa iniciativa.
18:58 Anotado en Cuentos, Lengua | Permalink | Comentarios (1) | Tags: árabe, aprendizaje, ficción