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lunes, 27 septiembre 2010

Corrector ortográfico

horrores.jpgAlguien se quejaba de los procesadores de texto que subrayan en rojo las palabras que les parecen equivocadas, a veces sin razón, pero dejan pasar errores semánticos del tipo: comer como un cardo y más áspero que un cerdo. Lo lógico sería intercambiar cardo y cerdo en estas dos frases. Una vez, en lugar de cuenta escribí cuneta y claro, el programa ni se enteró. Un amigo me contaba que sus alumnos de ingeniería escribían sus informes o tareas con ayuda del corrector ortográfico pero mal usado, pues aceptaban las sugerencias sin pensar. Así cuando escribían extricto por estricto o espresión por expresión podían escoger extracto y es presión sin darse cuenta del disparate. El resultado puede ser hasta cómico. Sin embargo, estos sistemas se han mejorado con el tiempo y es raro que propongan palabras muy diferentes a la que uno quería escribir. Lo bueno es que ahora pueden detectar errores menos superficiales como la concordancia de artículos y adjetivos con los sustantivos correspondientes. Hay que tener cuidado con las correcciones automáticas que va cambiando errores comunes por la palabra correcta, pues puede escoger la palabra que no conviene. El que debe tener la última palabra es el autor y el que escoge lo que quiere escribir., porque si uno decide escribir un texto surrealista con palabras inventadas a propósito el procesador de texto debe dejarnos la vida tranquila.

Esos automatismos parece que se van a generalizar. Ya las fotocopiadores «inteligentes» toman decisiones sin pedir permiso y terminan haciendo lo menos pensado. Se están probando por ejemplo sistemas de corrección del manejo para detectar el peligro antes del conductor y así poderle avisar a tiempo. ¿Cómo será el futuro?