domingo, 06 junio 2010
Trapecio
Cuando vi al señor Knie esta mañana en su despacho, parecía más serio que de costumbre. Empezó a hablar del mal tiempo, de la situación económica difícil, de lo duro que era mantener a flote la empresa familiar que su bisabuelo había fundado y visto crecer y triunfar generación tras generación. Una empresa centenaria de las de antes. Ahora todo reposaba sobre sus hombros y tenía una responsabilidad muy grande. Creí que me iba a despedir. Llevo diez años trabajando con ellos y me siento un miembro más de la familia. Le pregunté directamente si quería echarme. Me calmé cuando me aseguró que yo era uno de los mejores y que sería de los últimos en abandonar. Le contesté que podía contar conmigo, que entre todos saldríamos adelante, que me explicara sus planes. Su idea era reducir drásticamente el personal guardando lo esencial, que como en mi caso éramos seis personas en dos equipos para el mismo trabajo, se quedaría con uno solo equipo de tres personas y que con el dolor del alma despediría al otro. Me pareció sensato y le aseguré que el mío era el mejor de los dos y no habría problemas. Me sorprendió explicándome que en realidad iba a formar un nuevo grupo escogiendo a tres de los seis: uno era yo, el más experimentado, el otro era Carmen la más simpática y disciplinada y el tercero era Pablo el más joven pero el que tenía más potencial para el futuro. Recibí la noticia como una patada en el estómago. «¿Cómo? ¿Quiere que trabaje con ese tipo tan petulante y majadero? ¡Se la pasa hablando mal de mí y de mi equipo, diciendo que él es el mejor y que va a tomar mi puesto. Es la única persona que detesto aquí», le grité. «Se equivoca. El equipo que ustedes tres formarán será mejor que los dos actuales y los resultados serán insuperables. Dentro de un tiempo me lo agradecerán y se los agradeceré. Será difícil pero no imposible. ¡O es así o se van ustedes los tres al carajo y punto!», contestó categóricamente. Me tocó aceptar. Lo complicado será tener confianza en ese mequetrefe. Soy consciente de que es buen trapecista y tiene talento, pero no sé cómo nos irá en el trapecio dependiendo el uno del otro a la fuerza de nuestros brazos. No sé si lo soportaré o él me soportará y si los deseos de dejarnos caer mutuamente desde lo alto de la carpa del circo será más fuerte que alguno de los dos.
08:02 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (1) | Tags: ficción, trabajo, conflicto