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viernes, 19 diciembre 2014

Archivos electrónicos

información, archivos, datosDebería haber programas inteligentes para ayudar a clasificar y limpiar el correo electrónico. Quizás existen y no los conozco. Solo empleo las herramientas de búsqueda y clasificación del programa de correo con mi experiencia e intuición. Me gustaría, por ejemplo, poder ordenar los mensajes por temas e importancia, borrar automáticamente los que no aportan nada a la discusión como los agradecimientos y saludos cortos. Como con algunas personas entablamos conversaciones laborales y privadas sobre asuntos muy diversos, me gustaría poder separar esos mensajes según el caso. A veces los mensajes vienen con el recapitulativo de todos los anteriores sobre el asunto tratado, otras veces están truncados. Sería muy bueno poder guardar los diferentes elementos de manera separada para evitar repeticiones y reducir espacio.

Por suerte con regularidad limpio mis buzones electrónicos para borrar lo que no necesito y quedarme con lo esencial. Eso toma tiempo y es difícil ser exhaustivo. Por eso, sin querer, se va acumulando información inútil.

Los mensajes más antiguos que tengo son de 1997, pero sé que en CDs tengo guardados de años anteriores. Los ficheros más viejos que tengo en mi PC son de 1988. Tenía cintas magnéticas y disquetes con datos todavía más viejos pero creo que en alguna mudanza terminaron en la basura.

Cuando Alfredo, mi primer jefe en Ginebra, cambió de puesto, dejó durante varias semanas una pila impresionante de documentos, revistas y papeles en su despacho que tocó forzarlo a recoger para que Georges, mi nuevo jefe, pudiera instalarse. Cuando Georges se jubiló y me tocó reemplazarlo, dejó muchos archivos de papel ordenados en los armarios pero también muchos ficheros electrónicos; algunos me fueron útiles pero la mayoría ni siquiera abrí durante los trece años que ejercí el cargo. Durante un mes de verano hace más de diez años cuando yo estaba de vacaciones, Pascale, nuestra secretaria, estuvo organizando mis papeles para poder clasificar y fusionarlos con los de Georges siguiendo las pautas que le dejé.

Además, cada vez dejamos menos huellas escritas en papel. Ahora casi todo es electrónico. Con todo, el 30 de septiembre de 2014, me llevé a casa unas cinco bolsas muy grandes de papeles, documentos y libros que tendré que poner en algún sitio accesible cuando haga campo. Por lo pronto están aguantando el frío de la bodega.

Hace más de un año, pensando precisamente en mi jubilación, comencé a ordenar mensajes y ficheros para separar lo laboral de lo privado. Traté de enviar a mi correo personal todo lo que no tuviera que ver con mi trabajo dejando solo los privados que tenía que contestar con rapidez. Eso me facilitó la tarea pues en los últimos meses eran muy pocos los privados que todavía recibía en la oficina.

En estos últimos dos meses me puse manos a la obra para clasificar y archivar, de una vez por todas, esos datos. ¡Uf! Luego de la limpieza, ahora me quedan en mi PC «únicamente» un total de 37551 ficheros privados y 34904 del trabajo. En mensajes electrónicos son 21070 privados y 35989 del trabajo. ¡Son varios gigas! En teoría estos son documentos activos y útiles, aunque tengo archivados en CDs y en el mismo PC muchos datos más. Solo yo sé cómo están organizados y cómo buscar algo que me interesa. Además están en varios idiomas, lo que complica la búsqueda. He dado copia de los de mi trabajo a Pascale, por si acaso mi Sección necesita alguna información.

A mí me han servido mucho, por ejemplo, para demostrar que se había decidido algo hace años o que yo había informado a mis colegas de algún procedimiento o nuevo programa o para preparar informes o simplemente como recapitulativo histórico.

Lo que tendría que hacer, siguiendo el ejemplo de Bruce, uno de mis excolegas (difícil poner ese ex), es «desmaterializar» los documentos escaneándolos para convertirlos en ficheros PDF. Igual tendría que hacer con las diapositivas, los casetes VHS, los CDs y casetes audio, los discos, las películas super-8 y los vídeos en minicasetes en formato electrónico para guardarlos «en la nube» y en algún servidor multimedia en casa.

¿Pero para qué? ¿De qué servirá tener toda esa memoria almacenada? ¿Algún ciberarqueólogo o ciberrobot los analizará en el futuro?

jueves, 21 julio 2011

Evolución tecnológica

NV-IMP761.JPGAntes de la llegada de los PC y teléfonos celulares a mi esfera privada, años ha, usaba agendas y directorios telefónicos de papel que me tocaba mantener al día al cambiar de año. Los datos no eran muchos pero tocaba copiarlos a mano desechando y añadiendo direcciones para mantener lo esencial a un tamaño reducido.

Uno de los primeros ficheros electrónicos  que creé cuando entró el PC en casa fue mi directorio telefónico personal y familiar. Sobrevivió a varios cambios de formato, el último fue Excel. Lo imprimía una vez al año en varios ejemplares para que los miembros de mi familia lo fueran corrigiendo y completando a mano hasta la puesta al día del año siguiente. Hace ya mucho que no he podido corregirlo por falta de tiempo.

El programa de correo electrónico que ahora viene con agenda y directorio de contactos incorporados lo ha ido reemplazando paulatinamente, puesto que tengo sincronizados automáticamente el teléfono celular y el PC para mantener esa información con copias de seguridad. Lo bueno es que los teléfonos más recientes vienen con programas de sincronización mejorados que se ocupan de copiar los datos en un dos por tres.

Esta semana me tocó precisamente cambiar de celular. El anterior se dañó y ya solo funcionaba con audífonos. No me gusta cambiarlos tan rápido como quisieran los vendedores y proveedores de servicio; no me quedó más remedio. Fui al almacén más cercano de mi compañía telefónica y pedí un iPhone. No había y no sabían cuándo llegarían. Pedí el modelo equivalente disponible y me propusieron un Android de HTC. Teniendo en cuenta que el anterior, un Qtek sofisticado para la época, me duró cinco años, el cambio ha sido grande. Todavía no conozco ni he probado muchas de las funciones y programas que trae. Lo que más me sorprendió fue la copia de datos de mis contactos y la agenda de citas y recordatorios. No fue sino bajar de la red e instalar el programa previsto y conectar el aparato para que me creara una lista increíble de direcciones muchas con fotografía incluida que no sé muy bien de dónde sacó. La cámara incorporada es de 8 Megapíxeles y el tamaño y peso con respecto al anterior es mucho menor. Había acumulado muchos puntos de fidelidad que no me sirvieron, ya que me trataron como cliente nuevo para darme un mejor descuento, pero me temo que las facturas telefónicas van a salirme más caras.

Lo que me disgustó fue que probando algunos programas, el teléfono me preguntó si quería que mi localización geográfica fuera accesible a mis contactos. ¡Dije que no! Después para tener acceso a los programas de Youtube, Google Maps y otros por el estilo, la licencia de usuario dice que uno acepta que su localización y no sé qué más datos personales sean compartidos con sitios web. Si digo no, me quedo desconectado. Seguro que con las nuevas tecnologías ya estamos en el mundo de Big Brother sin darnos cuenta.

miércoles, 04 mayo 2011

La ignorancia es atrevida

NV-IMP739.JPGEn estos días con las noticias sobre el asesinato de Bin Laden en la Internet he vuelto a pensar en lo crédula o incrédula que es la gente en general. Unos se comen entera toda información que aparezca en una página web o que le llegue por correo electrónico, otros ven todo como una manipulación y un complot mundial para engañarnos. En los comentarios que dejan los lectores en la ciberprensa tanto en periódicos colombianos como suizos leo unos comentarios que me dejan aterrado del nivel tan bajo de algunos extremistas. Parece que se desahogaran aprovechándose del anonimato para decir barbaridades. Espero que la mayoría silenciosa que no escribe ahí sea más sensata.

Dicen que lo de las Torres Gemelas fue un invento gringo para poder entrar en guerra por el petróleo, que mientras no vean el cadáver del jefe terrorista musulmán no creerán en su muerte, que el tipo ni ha existido. Son los mismos que afirman que no hubo viaje a la Luna, que los japoneses no bombardearon Pearl Harbor o tantas cosas por el estilo. Otros alaban o vituperan a los gringos por la acción de comando en territorio extranjero sin autorización de los pakistaníes, que el ejército colombiano fue más fuerte que ellos por haber rescatado a Íngrid Betancourt de la selva, que el ataque al campo de Reyes en Ecuador es lo mismo o mejor. Lanzan sus verdades como si hubiera que creerles pero dudan de todo lo que sus contradictores afirman. Parece como si estuvieran escribiendo en las paredes de un baño público.

Estoy de acuerdo en que hay que ser críticos y que no sabemos la verdad con certeza. Con solo pensar en la foto de Bin Laden muerto que resultó ser un montaje y que la mayor parte de los periódicos del mundo reprodujeron, se da uno cuenta de lo fácil que es caer en trampas. Sin embargo nadie duda de la existencia de personajes históricos y de sus hazañas. A tantos miles de años de distancia cuesta trabajo creer que no se han deslizado deformaciones y mentiras voluntaria o involuntariamente en muchos documentos. ¿Cómo estar seguros por ejemplo de que Jesucristo existió y no es un personaje inventado por ejemplo? Nada más oír como un cuento se va deformando de boca en boca entre la gente lo deja a uno pensativo sobre la relatividad y volatilidad de las verdades y noticias cotidianas.

Además, la gente cree que si hoy no encuentra una información en la Internet no es porque no exista sino porque nos la están escondiendo según las teorías de la conspiración. Lo peor es que no es solo el común de los mortales que se lo cree sino hasta profesionales de la información que piensan que todo está ya escrito en algún rincón del ciberespacio.

En fin, hay que darle tiempo al tiempo para que la gente se dé cuenta de lo que es y para lo que sirve tener acceso a la información. Si no estuviéramos sedientos de explicaciones inmediatas a lo que sucede en el mundo, podríamos informarnos mejor.