martes, 28 septiembre 2010
La primera vez que...
Había oído hablar mucho de ella, la había visto en libros, revistas, cine y televisión pero nunca había estado tan cerca personalmente. Tenía unos diecisiete años de edad, siempre había vivido en el interior del país y aunque tenía ganas de conocerla, no se me había presentado la oportunidad. Ese primer día por fin sentía su presencia imponente y cálida. Dicen que es muy ambigua. Unos dicen que es ella, otros que es él, pero nadie conoce a ciencia cierta su verdadero género, pues no tiene sexo. Creo que fue en Cartagena o en Santa Marta donde nos encontramos. Era un día de sol tropical, estaba con un grupo de jóvenes de mi edad, unos costeños, otros cachacos. El primer contacto físico fue a través de mi piel que sintió su calor que me abrasaba. Si nos hubiéramos encontrado aquí en Europa, las cosas hubieran sido diferentes. La segunda sensación me la dio mi lengua y mi boca, fue un contacto con sabor a sal. Luego vinieron los empellones fuertes y los revolcones que me dio por sorpresa tirándome al suelo y cubriendo todo mi cuerpo con su enorme masa. La oía rugir desde la ventana de mi hotel, la sentía en la humedad del aire y en la brisa que me traía sus olores salados. Le tenía respeto y todavía se lo guardo, pues no he sido muy buen nadador. Fue como sentirme flotando en una sopa caliente, con algas nadando a mi lado en medio de olas espumosas. Esa noche oscura desde la ventana de mi hotel vi su espuma como de perro rabioso que acariciaba la playa de arena y el rumor de su arrullo de gaviotas me quedó grabado para siempre en la memoria.
Comentarios
¡Para que esos recuerdos perduren para siempre!
Anotado por: Natalia | martes, 28 septiembre 2010
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
...
(Rafael Alberti)
Anotado por: Carmen | miércoles, 29 septiembre 2010
Qué bonito!
Anotado por: Viviana | jueves, 07 octubre 2010
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