martes, 17 noviembre 2009
Parque Vía
Me pareció muy buena la película mexicana Parque Vía. Con razón ganó un premio en el festival de Locarno 2008. Es lenta y casi muda por momentos para mostrarnos la soledad del pobre celador de una casa vacía que a fuerza de pasar tantos años viviendo en esa reclusión se ha transformado al punto de no soportar salir al exterior de la casa y encontrarse en medio de la multitudinaria metrópoli. Solo lo visitan la dueña de la casa y una prostituta y confidente. Tiene un final sorprendente y al mismo tiempo abierto. Está bien filmada. Se nota que el celador no es un actor profesional pero al mismo tiempo le da mucha autenticidad al filme. Es una película sobre el tema de la soledad, los sacrificios de los servidores domésticos y la relación entre patrones y empleados, ricos y pobres. Me recordó la película argentina El Custodio y la uruguaya Whisky. Vale la pena.
Parque Vía
Date de sortie cinéma : 8 juillet 2009
Réalisé par Enrique Rivero (II)
Avec Nolberto Coria, Nancy Orozco, Tesalia Huerta
Long-métrage mexicain. Genre : Drame
Durée : 1h26 min Année de production : 2008
Synopsis : Beto est le gardien d'une maison à Mexico, restée vide depuis plusieurs années, dans laquelle il a longtemps travaillé comme domestique. La solitude des dix dernières années, la monotonie et la routine de son travail l'ont incité à mener une vie recluse, qui pourrait sembler étouffante, mais lui fournit un environnement sûr et stable, contrairement au monde extérieur menaçant. Il a développé une crainte pathologique de l'extérieur, au point de limiter ses contacts à deux seules personnes : la propriétaire de la maison, pour qui il a un sentiment de gratitude et de respect profond qui se traduit par un lien d'obéissance ; et Lupe, une amie, à la fois sa confidente et maîtresse. La maison devant être vendue, Beto se demande s'il va à nouveau devoir se confronter au monde extérieur ou s'il va trouver une solution pour rester dans son isolement.
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lunes, 16 noviembre 2009
Linha de Passe
Esta película de Walter Salles y Daniela Thomas muestra la vida de una familia pobre que vive en Sao Paulo. Una mujer y sus cuatro hijos de padres diferentes que ya no están con ellos, además está esperando un quinto hijo. Cada uno tiene su mundo y sus sueños. Tienen en común el gusto por el fútbol ya sea jugando o como hincha de un equipo. Sin embargo cada uno busca una salida para sus vidas y un futuro mejor. La suerte no parece estar de su lado. La actuación es muy natural y no se nota que muchos de ellos no son profesionales. Las carreras de motos en las calles de Sao Paulo fueron muy bien filmadas sobre todo sabiendo que no pidieron que cerraran calles o que hubiera medidas de seguridad especiales. Le deja a uno una impresión de impotencia al ver como los obstáculos se acumulan para que la situación de la familia se mejore. No es la película de Walter Salles que más me ha gustado, pero no está mal.
Une famille brésilienne
Date de sortie cinéma : 18 mars 2009
Film déjà disponible en DVD depuis le : 23 septembre 2009
Réalisé par Walter Salles, Daniela Thomas
Avec Sandra Corveloni, João Baldasserini, José Geraldo Rodrigues, plus
Titre original : Linha de Passe
Long-métrage américain, brésilien. Genre : Drame
Durée : 1h53 min Année de production : 2008
Synopsis : Sao Paulo. 20 millions d'habitants, 200 kms d'embouteillage, 300 000 coursiers. Au coeur de cette ville en transe, quatre frères essaient de se réinventer de manières différentes. Reginaldo, le plus jeune, cherche obstinément son père ; Dario rêve d'une carrière de footballeur, mais l'âge, 18 ans, le rattrape; Dinho se réfugie dans la religion tandis que l'aîné, Denis, déjà père d'un enfant, gagne difficilement sa vie. Leur mère, Cleusa, femme de ménage qui élève seule ses quatre enfants nés de pères différents, est à nouveau enceinte. A l'image d'un Brésil en état d'urgence et en crise identitaire, tous cherchent une issue.
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domingo, 15 noviembre 2009
Encuentro fantástico (3)
Camino de la biblioteca central donde esperaba encontrar un lugar tranquilo para leer un poco a Dostoievsky, me crucé con Karina. Estaba furiosa pues había perdido el libro de psicología y lo necesitaba para su examen. La vi tan contrariada que me dieron muchas ganas de ayudarla. Le propuse acompañarla. Dijo que seguramente se le había quedado en la cafetería de su facultad donde estuvo antes de ir a la biblioteca. Lo bueno de estar con ella además de pasar un rato agradable era poder conocer a sus amigas de microbiología entre las cuales había muchas mujeres bonitas. Karina me gustaba pero además de que era madre soltera y la perspectiva de tener que lidiar con hijos de otro no me interesaba, ya estaba muy ennoviada con Emilio, un venezolano que, al contrario de mí, tenía mucho éxito con las chicas.
Durante una huelga universitaria nos hicimos muy amigos los cuatro: Karina, Emilio, Alejandro y yo. Sin proponérnoslo los tres andábamos detrás de ella y solo uno fue el elegido. Nos conocíamos desde la clase de algebra lineal en la que nos tocó lidiar con multiplicación de matrices entre otras operaciones de cálculo vectorial. Creo que fue esa materia la que me hizo pasarme de ingeniería industrial a derecho.
Mientras caminábamos entre los altos eucaliptos aproveché para cambiar de lado los libros escondiendo los títulos para evitar chistes idiotas como los de Alejandro. Por más de que estábamos acostumbrados a subir y bajar escaleras todo el día a 2600 metros de altitud, dada la velocidad con la que andábamos, llegamos jadeantes al edificio de Las Monjas. La cafetería olía a café y cigarrillo. En un rincón del fondo estaba Emilio jugando ajedrez con otro estudiante que yo no conocía. Cerca de la puerta un grupo de cinco o seis muchachas estaba en plena conversación. «¡Oye!, Pedro. Ven a intercambiar chistes con nosotras. ¡Je, je, je!», me dijo una de ellas. Claro, contando chistes yo sí tenía éxito y era un buen truco para conocer nuevas amigas. «Ahora vuelvo», les contesté.
Karina miró por todas partes sin encontrar su libro y luego me dijo: «¿Será que me lo robaron?». «Si no hubo violencia ni intimidación, no hubo robo. En tu caso podría tratarse de hurto que tiene menos gravedad desde el punto de vista del derecho. Es posible que lo hayas perdido y alguien te lo entregue o lo deje en la biblioteca», expliqué. «¡Tú y tu terminología de leguleyo. Para mí es igual. No tengo el libro ahora y lo necesito para el examen. ¡Maldita sea! Me tocará pedir prestado uno en la biblioteca», exclamó. La dejé ir sola a preguntar al responsable de la cafetería y la vi acercarse a Emilio que estaba muy concentrado en sus jaques y mates.
Me uní al grupo de amigas de las cuales en realidad solo conocía a dos. «Pedro, échate uno de esos chistes de pastusos que te sabes», dijo Beatriz. «A ver, ¿por qué los pastusos usan solamente la letra te en sus agendas de teléfono?», pregunté. Después de pocos intentos infructuosos de respuesta, les contesté: «Pues porque escriben teléfono de Antonio, teléfono de Joaquín, teléfono de Manuel, etc.». Cuando se calmaron las risas, añadí enseguida: «Se muere el marido de una pastusa y se acerca un amigo a la viuda y le dice: lo siento. Ella contesta: No, mejor déjalo acostado». También conté este: «dos pastusos vinieron a Bogotá a comprar un carro. Preciso compraron uno Volkswagen. Cuándo regresaban e iban por Cali, el carro se les apagó. Uno se bajó a revisar el motor y cuando abrió la parte de adelante, dijo: Oiga, nos robaron el motor. El otro abrió la parte de atrás y dijo: No, qué brutos, ¡si nos hemos venido en reversa!». Así pasamos un rato contando chistes yendo poco a poco a los más verdes, pues en el grupo había un par de muchachas muy divertidas que no se quedaban atrás y contaban unos más subidos de color.
Por fin cambiamos de tema para hablar de las clases, de los profes, de las próximas vacaciones y de los planes para el fin de semana. «¿Quieres ir con nosotras a una fiesta el sábado próximo?», preguntó Beatriz. «Pero solamente si llevas a tus amigos Alejandro y Emilio», dijo otra, muy descarada e interesadamente.
En esas quedamos. Me dieron las señas del lugar, una residencia de universitarios entre la universidad Javeriana y la clínica Marly, quedamos de llamarnos el sábado para darnos cita en un lugar cercano. Viendo la hora avanzada y la urgencia por adelantar la lectura de mis libros, decidí irme a almorzar a casa, ya que estaba claro que si me quedaba en la universidad no iba lograr a concentrarme. Ni siquiera me di cuenta cuando Emilio y Karina salieron de la cafetería. Ya tendría tiempo de llamarlos para proponerles el plan de rumba pactado.