miércoles, 17 octubre 2012
Cherchez Hortense
Esta película muestra aspectos de la sociedad francesa actual como también problemas universales de la vida en pareja.
Está el caso de los inmigrados que por diversos motivos pierden su estatus de residentes legales corriendo el riesgo de ser expulsados. La vida se convierte en una pesadilla difícil de resolver. Le puede suceder a estudiantes que se gradúan y en teoría deberían regresar a su país de origen o a divorciados o separados que pierden el derecho de quedarse en el país. A veces los encargados de estudiar estos casos en la administración no los toman en serio y no hacen lo debido para corregir la situación. A veces una palanca bien situada puede desbloquear un expediente. Muchos jóvenes se encuentran así en un dilema cuya solución puede cambiar el curso de sus vidas.
El tema de la relación padre hijo. Esos políticos de otros tiempos que tenían que para mostrar ante la sociedad una vida «normal», se casaban y tenían hijos a pesar de ser homosexuales. Las relaciones en esas familias son fatalmente complicadas.
La evolución de las parejas que con el paso de los años y con los hijos que crecen terminan separándose pues la rutina se instala. En este caso, el esposo parece ser el más estable y tolerante dejándole toda la libertad a su mujer. Él se ocupa más del hijo mientras que su mujer no está satisfecha con su vida y busca una escapatoria.
La película mezcla todo esto más la mentalidad de los viejos amigos o de la familia política además de la desorientación de ciertos jóvenes para darnos una paleta de colores que tratan de pintar esa realidad exagerada que se convierte en ficción.
Está bien filmada, con buenos actores, con algunas sorpresas, que lo divierten a uno, pero no me parece muy extraordinaria ni original. ¡Ah! Si alguien entiende el título, que me lo explique por favor.
Cherchez Hortense
Date de sortie 5 septembre 2012 (1h40)
Réalisé par Pascal Bonitzer
Avec Jean-Pierre Bacri, Kristin Scott Thomas, Isabelle Carré
Genre Comédie, Nationalité Français
Synopsis : Damien, professeur de civilisation chinoise, vit avec sa femme, Iva, metteur en scène de théâtre, et leur fils Noé. Leur histoire d’amour s’est enlisée dans une routine empreinte de lassitude. Pour éviter à une certaine Zorica d’être expulsée, Damien se trouve un jour piégé par Iva, qui le somme de demander l’aide de son père, conseiller d’État, avec lequel il entretient une relation plus que distante. Cette mission hasardeuse plonge Damien dans une spirale qui va bouleverser sa vie…
domingo, 14 octubre 2012
Ni cuerpo que lo resista
Cuando llegó a la tienda de antigüedades de su abuelo esa tarde, lo encontró limpiando el polvo de los estantes aprovechando que no tenía clientes. La tarde estaba calurosa y el sueño rondaba la cabeza del viejo Baltasar. Estaba en el fondo, en el rincón de libros viejos en varios idiomas. Como de costumbre, después del colegio, Julia esperaba a sus padres en ese almacén:
-Hola, abuelo. ¿Cómo estás?- le dice dándole un beso en la mejilla.
-Bien, nena. ¿Y a ti cómo te fue en el cole? -contesta un poco distraído y añade- En mi escritorio te espera un vaso de leche y una tarta de manzana. Cuando termines ven y me ayudas a quitarle el polvo a estas lámparas y porcelanas, pero con mucho cuidado, ¿eh?
Baltasar volvió tranquilo y risueño a sus nostalgias mientras limpiaba una telaraña descubierta en un rincón entre los soldados de plomo y las muñecas viejas con cara japonesa. A veces recordaba a su esposa, María Carmen, muerta desde hacía ya trece años, que lo acompañaba en su negocio siempre hablando de sus dos hijos y de sus nueras que todavía no le daban nietos. Cómo soñaba con ser abuela, pero murió cuatro años antes de que naciera Julia, sin disfrutar ese placer.
El piso de arriba de la tienda seguía como lo dejó su mujer, cada mueble en su lugar. Hasta su ropa estaba todavía colgada como esperando a que regresara de algún viaje.
-Abuelo, abuelo. ¿Me ayudas con la tarea de historia? Es sobre la vida en esta ciudad hace un siglo. Seguro que te acordarás cómo era.
-Vaya, vaya. No soy tan viejo como piensas. Hace un siglo mi madre no había nacido y mi abuela era una niña como tú. ¡Je, je! Faltaban treinta y tantos años para que yo naciera. ¡Mira tú!
-No importa. Me contarás lo que te decían tus abuelos cuando eras niño. ¿Vale?
-Abuelo, ¿por qué los libros que venden no tienen imágenes? ¡Deben de ser muy aburridos!
-¡Qué ideas tienes!, niña. Las antigüedades son mi gran pasión, restauro muchos de los objetos que llegan hasta mi local para ser vendidos. Esos libros no son para niños sino para adultos que los buscan para coleccionarlos o para recordar viejos tiempos o qué sé yo para qué más.
La niña buscó un plumero para ayudar al viejo con la limpieza. Era un día tranquilo cercano a las vacaciones de verano. Había en el aire un ambiente estival que llamaba a estar en el mar jugando con las olas o construyendo castillos de arena.
-Abuelo, los niños del colegio me molestan. Me ponen a escondidas papelitos en mis libros diciéndome que me quieren o que alguien quiere ser mi novio. Son pesados. Lo malo es que no sé muy bien quién lo hace aunque sospecho de varios.
-No les pongas cuidado. Si te quieren de verdad, un día se atreverán a decírtelo en persona. Pero estás muy pequeña para andar ya pensando en novios. ¡Anda ya!
-Abuelo, ¿por qué no te casas de nuevo? Así no estarías tan solo.
El viejo repitió con paciencia las mismas respuestas de siempre mientras pensaba en esas mujeres del barrio que de pronto se habían interesado últimamente en él. Se sentía lisonjeado, afortunado y hasta menos viejo creyendo que a su edad alguna mujer lo mirara con otros ojos. Él que había decidido al enviudar vivir solo y tranquilo sin buscar amoríos.
En esas sonó la campanita de la puerta y tuvo que salir a atender al cliente que acababa de entrar. Era la bibliotecaria que compraba de vez en cuando libros antiguos. Tan simpática, inteligente y madura. Se notaba que había sido muy bonita de joven. Mientras charlaba con ella mandó a Julia a buscar el libro que le había separado en su escritorio según lo encargado. Julia lo puso en una bolsa y la compradora salió sonriente y contenta dejando al anticuario suspirando.
-Abuelo, abuelo. ¿Me dejas que te peine un ratito? ¡Dime que sí! No seas malo.
-Bueno, pero tus padres no demoran y tienes tareas por hacer.
El viejo se recostó en la silla de su escritorio mientras la nieta le peinaba sus cabellos blancos. Cerró los ojos para descansar sintiendo las manecitas que la acariciaban su cabeza. La niña no paraba de hablarle de cosas del colegio y de su mundo infantil. El viejo hasta tuvo tiempo de dormir una siesta muy corta.
Sonó de nuevo la campanita de la puerta. Baltasar salió de su letargo. Su nieta estaba estudiando muy juiciosa en el cuarto de al lado. Seguro había pasado varios minutos en un sopor profundo.
Eran las mellizas solteronas de la mercería que a veces pasaban buscando algún cachivache. También le habían gustado muchos años antes cuando eran jóvenes. Las últimas semanas habían pasado a su tienda una tras otra (o quizás la misma varias veces, pues no lograba distinguirlas) con cara menos larga que antes y eso le había llamado la atención. Ahora entraban visiblemente enfadadas.
-Buenas tardes, señoritas. ¿En qué puedo servirles?
-Venimos a que nos explique qué son estos papelitos que nos ha puesto en nuestras compras. Usted es un viejo verde irrespetuoso. Si al menos se hubiera fijado en una de las dos, pero confundirnos de esa manera. No, señor.
El viejo no entendía de qué se trataba. Entonces se puso las gafas y leyó unos papelitos que decían: Me gustas o Estoy enamorado de ti pero no sé cómo decírtelo o Mi abuelo la quiere mucho pero es muy tímido para declarárselo.
Baltasar se puso de mal genio e iba a gritar a su nieta para que viniera a explicarse cuando las mujeres chillaron:
-No vale la pena que nos explique. No nos verá más por aquí. Además debería de quitarse esos moños rosados de su cabeza. ¡Qué manera de peinarse! –y salieron tan rápido como llegaron.
Baltasar se tocó la cabeza y oyó unas risas de su nieta que lo observaba desde la puerta de la oficina. Al ver su mirada tan inocente su furia se desvaneció, no pudo resistir y se puso a reír a carcajadas con ella.
09:16 Anotado en Juego de escritura | Permalink | Comentarios (2) | Tags: niñez, vejez, anticuario, cuento
jueves, 11 octubre 2012
La culpa es de Chomsky
El mundo que nos ha tocado vivir es el resultado de la suma de los egoísmos de millones de personas, de fuerzas que van en todos los sentidos para finalmente llevarnos en una dirección con un rumbo imprevisible. Es mucho más difícil de conducir este planeta que un velero el cual, gracias a la contraposición del viento y de las velas bien orientadas avanza: sin viento o sin velas el velero no se mueve. La unión hace la fuerza. Si nos dejamos llevar por la corriente, si no nos detenemos a pensar en lo que estamos haciendo o padeciendo, seremos cómplices y víctimas del sistema y no podremos echarle la culpa a nadie y menos a Chomsky.
Claro que analizar el pasado y explicar las decisiones es mucho más sencillo que vivir y actuar en el presente. Imaginar el futuro es otro ejercicio que no compromete a nadie. Son pocos los visionarios que aciertan en sus previsiones. No sabemos para dónde vamos, pero allá vamos. La avalancha de información, las manipulaciones de los medios de información o de la misma gente que con ayuda de la Internet circula mensajes alarmantes o mentiras o datos truncados o falsos con el fin de influenciar a otros por motivos oscuros.
Si fuéramos ángeles, los sistemas funcionarían según las reglas previstas y sin sacar partido de las excepciones, sin corrupción, pero como somos seres humanos imperfectos, cada uno tira de la cuerda en su propia dirección, cada uno quiere tirar los hilos del títere y nunca ser una marioneta. Soy escéptico o quizás demasiado racional para creer que un mundo equilibrado se realice. Las injusticias continuarán ineluctablemente. Lo que me gustaría y creo que está a nuestro alcance es un mundo donde la gente tenga lo mínimo necesario para vivir dignamente, donde el materialismo no sea dictadura; hablo del materialismo en el sentido de darle demasiada importancia a los intereses materiales.
Abramos los ojos, seamos conscientes de nuestros límites, de lo pequeños que somos, pero sobre todo de la oportunidad que tenemos de modificar la ruta del barco en el que viajamos si nos interesamos en la política y no se la dejamos en manos de politiqueros aprovechados. Controlemos el sistema desde abajo. Aunque parezca ingenuo, creo que el ser humano tiene potencial para sacarnos de este cuasi marasmo. En ese sentido soy optimista sin ser iluso y creo en el ser humano en el humanismo. El dinero representa el trabajo, pero cuando se especula con él, cuando se vive a crédito y solo se buscan ganancias financieras rápidas sin respaldo de una actividad productiva concreta y real, lo que se hace es inflar un balón que ineluctablemente va a estallarnos en la cara.
22:08 Anotado en Elucubraciones | Permalink | Comentarios (0) | Tags: política, futuro, crisis, injusticias