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sábado, 22 junio 2013

Lloviendo y haciendo sol

NV-IMP848.JPGCuando vivía en Colombia le ponía cuidado al clima, pero no tanto como aquí en Francia. Allá tenía dos estaciones principales: invierno, cuando llovía mucho, y verano, cuando llovía poco. No me imaginaba lo que era vivir fuera del Trópico. En estas regiones con cuatro estaciones marcadas, el año pasa a un ritmo diferente. En doce meses, nos tenemos que vestir como si viviéramos en el Polo Norte o en el Caribe al borde del mar, los días y las noches tienen longitudes variables con días muy cortos o atardeceres a las nueve o diez de la noche, el frío y el calor van de un extremo al otro. Con paciencia y sin cambiar de lugar se pueden sufrir todos los climas, mientras que en Colombia toca moverse de un lugar a otro de la geografía nacional para cambiar radicalmente pasando por ejemplo en una hora del frío de Bogotá al calor de Melgar.
El año 2013 ha sido hasta el momento muy extraño y particular, a menos que la memoria nos engañe y lo nuevo borre los recuerdos viejos. El invierno ha sido muy muy frío, con más nieve que nunca. La primavera pasó casi sin sol, con mucha lluvia y hasta nieve cuando menos se pensaba. Hasta las alergias me fueron más soportables y localizadas. El verano ha empezado oficialmente hoy pero estos últimos días la temperatura ha pasado en pocos días de niveles bajos a altos con diferencias de quince grados de un día a otro en una y otra dirección.
Lo más impresionante ha sido la tormenta que nos tocó vivir en Ginebra el jueves 20 de junio a eso de las cuatro de la tarde. Después de una mañana de sol y de temperaturas altas, el cielo empezó a cubrirse. La lluvia llegó con un viento muy fuerte hasta que empezó a caer un granizo como de bolas de golf. Fue muy delimitado. Impresionante sentir como el cielo se caía sobre nosotros como si el granizo quisiera romper los vidrios de las ventanas. Debido a menos de media hora de tormenta en donde volaron las hojas de los árboles y se cayeron ramas y troncos en varios lugares, por varias horas se interrumpió el tráfico aéreo, ferroviario y hasta líneas de buses dejaron a mucha gente esperando en las paradas o dentro de embotellamientos tratando de regresar a casa.
De mi trabajo a casa me toma normalmente unos veinte minutos de viaje en carro. Ese día me demoré casi una hora por la cola de carros en el camino y por vías cerradas por inundaciones o árboles caídos. Al final hubo menos daños de lo que imaginaba y de los que vi en la televisión en otras regiones.
Además con todo lo que se habla del calentamiento del planeta ya uno está pensando que estos fenómenos son culpa suya. No sabemos nada, pero da tema para conversar y pasar el tiempo o escribir una nota fútil como esta.

miércoles, 30 marzo 2011

Aprender de niño

De niño uno no se da cuenta de las enormes capacidades de aprendizaje que se tiene. Si uno ha tenido la suerte de haber nacido con el mínimo de validez para llegar a ser una persona normal, en un año de vida ya está hablando, caminando y comiendo casi todo tipo de alimentos. Con la edad esas capacidades o la simple curiosidad se van atrofiando y se vuelve más difícil memorizar palabras de un nuevo idioma, bailar ritmos nuevos o aventurarse a comer platos exóticos. Nos vamos acostumbrando a nuestro medio y pocos son lo suficientemente aventureros para cambiar y conocer cosas nuevas.

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Por ejemplo los niños aprender a bailar muy fácil si están dentro de un ambiente donde la gente baila. (Véanse los vídeos adjuntos a esta nota.) Dicen que Mozart de niño aprendió tan bien la música, como si fuera un juego tan solo mirando a su hermana mayor tomando clases con su padre, que pudo viajar por Europa con su padre demostrando sus prodigios cuando aún era muy niño. Cuentan también que el campeón mundial de ajedrez, el cubano Capablanca, a los cuatro años ya sabía cómo mover las piezas sin que nadie le enseñara y podía ganarle con facilidad a un jugador principiante. Recuerdo ver sobrinos míos de dos años que ya bailaban muy bien los ritmos tropicales. Un amigo me contaba que en las obras públicas los jóvenes que tenían costumbre de jugar por computador con las manijas de juego, aprendían muy fácil a manejar las grúas. Pasa lo mismo con los niños indios en la selva que son buenos cazadores muy jóvenes. No deja de sorprenderme.

martes, 08 junio 2010

Diplopoda y narcisos

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Un simple paseo a la montaña lo puede llevar a uno a revisar sus conocimientos de botánica, zoología y mitología. Me sucedió el domingo en una salida al Plateau du Retord cerca de Bellegarde-sur-Valserine pues era la fiesta de los narcisos que celebran en esta época desde hace varios años. Tuvimos suerte pues el mal tiempo anunciado llegó justo cuando nos estábamos regresando a eso de las cuatro de la tarde. Los campos estaban llenos de narcisos, una flores blancas muy perfumadas, que se pueden recoger si uno respeta la planta sin dañarla y no exagera en la cantidad pues es una planta más bien rara. Caminamos como cuatro horas entre paisajes muy agradables.

Surgió la pregunta de la relación entre el narciso y el narcisismo. Yo me acordaba sin muchos detalles del mito de Narciso que se había enamorado de su imagen reflejada en un río, se quedó mirándola, cayó al agua y se ahogó. Pero, ¿qué relación hay entre el nombre de la flor y el personaje mítico?

Después en el camino hablando de insectos y arañas, llegamos al tema de los ciempiés. Dije que era gracioso que en francés el animalito tuviera mil patas y en español solo cien. Me comentaron que en realidad hay dos animales diferentes: uno es el milpatas y otro, el ciempiés. Hasta un amigo encontró un animal en el parque que tenía la forma de una bola negra pero que en realidad era un pariente del ciempiés. Nadie supo su nombre en español ni francés. Él lo conocía en alemán.

Llegando a casa la curiosidad me picó y gracias a las enciclopedias y al la Internet. Descubrí (ver enlaces adjunto) que se supone que la flor se llama así por el personaje mitológico y no al contrario, que en su historia hay relatos de homosexualidad y también aparece la ninfa Eco (la pobre no podía hablar sino repetir el final de lo que oía), que el animal se llama diplodopa y puede ser venenoso. Si uno camina descalzo y lo pica uno de ellos le puede ir mal. Como decía Sócrates: solo sé que nada sé.

18:00 Anotado en Naturaleza | Permalink | Comentarios (1) | Tags: mitos, botánica, zoología