jueves, 24 febrero 2011
Hiroshima, Truman
Me gustó participar en este libro con un texto mío sobre los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Mientras más se aleja uno de esa fecha, más horrible parece ese bombardeo. Ojalá no se vuelva a repetir. La guerra es algo absurdo de por sí. Es el triunfo de la intransigencia y de la fuerza bruta. No condeno la guerra defensiva pero supongo que toda guerra siempre se puede presentar como defensiva y justificable. En fin, en este libro hay materia para pensar. Lo pueden comprar en las mejores librerías o por la Internet a partir de esta página: http://www.edicionesirreverentes.com/narrativa/Hiroshima.html
Hiroshima, Truman
Ántología
(Narrativa, 86)
Ediciones Irreverentes quiere hacer un homenaje a quienes perecieron por la brutalidad humana en los dos actos criminales más importantes de la historia: Hiroshima y Nagasaki. Más de 200.000 muertos en el acto, más de medio millón de muertes lentas, causadas por el lanzamiento de las bombas atómicas norteamericanas, bien merecen una reflexión desde la literatura.
Hiroshima sufrió el primer bombardeo atómico de la historia el 6 de agosto de 1945. La bomba fue lanzada por el bombardero estadounidense Enola Gay, bajo las órdenes del presidente Harry Truman, quien nunca pagó como criminal de guerra. Este acto bélico que pretendía la rendición rápida e incondicional de Japón a los EEUU, produjo la muerte instantánea de más 120.000 personas, en su casi totalidad civiles, y dejó heridas a más de 300.000, que en su mayoría presentaban variaciones y mutaciones genéticas debido a la radiación a la que fueron sometidos. El drama persiste hasta nuestros días en la población japonesa y en la conciencia norteamericana. Las vibraciones de aquel asesinato colectivo, siguen haciendo temblar a las personas que mantienen la dignidad.
El 9 de agosto de 1945 lanzó sobre Nagasaki la segunda bomba atómica, más potente que la de Hiroshima, el bombardero yanqui Bockscar. Arrasó la mitad de la ciudad al caer a un costado del valle de Urakami. Más de 75.000 habitantes de Nagasaki (ciudad que tenía una población de 240.000) fueron asesinados y resultó herida casi la totalidad del resto de la población. Se incendiaron las estructuras de acero de los edificios de hormigón. Desaparecieron los árboles. Los cuerpos humanos quedaron instantáneamente calcinados, durante décadas los vivos iban sintiendo progresivas deformaciones y muriendo de cáncer. Ningún acto de guerra tan criminal como el perpetrado por los Estados Unidos de América y por su presidente Truman. A pesar de ello, hay mentes enfermas que defienden el uso de las bombas atómicas.
Encabezados por los escritores uruguayos Jorge Majfud y Eduardo Galeano, un prestigioso grupo de escritores de España y América ha creado una selección de relatos que unen a su excelente calidad literaria la capacidad de mostrar la brutalidad humana para que llegue al lector de una forma nítida, de tal modo que ninguna publicidad imperialista pueda engañar al informado. Tras esta lectura no se podrá permanecer indiferente. Ediciones Irreverentes ha reunido escritores de España, Uruguay, Colombia, Chile y Honduras y ha seleccionado entre más de doscientos textos para ofrecer al lector los relatos aquí reunidos, testimonio de recuerdo eterno de los límites a los que el ser humano jamás deberá volver a llegar.
15 euros - 188 páginas
ISBN: 978-84-96959-87-3
08:00 Anotado en Libros | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, cuentos, antología, irreverentes
martes, 22 febrero 2011
Última parada
Ya un mes solo en Ginebra. Por fin sin Masha, su esposa rusa, huida con un joven amante bohemio. Nueva vida de rica lejos de él. ¿Costa Azul, París o Cochinchina? Sin interés. Hijos indiferentes y ausentes. Aburrimiento por peleas viejos esposos. Zacarías insoportable desde jubilación. Abandono actividades. Adiós tenis, golf, esquí, violín, ajedrez, viajes, cine, fotos, colección de piedras. Adiós amigos. Ahora quijote moderno. Escritura autobiográfica interminable. Loca dactilografía en PC incesante de mañana a noche. Poca comida.
Primero Masha comprensiva consecuente. Paciente estoicismo contra crisis fastidiosa. Ayuda búsqueda información. Rápida monotonía. Mala gana esposo huraño. ¿Vuelta a lo normal? Imposible. ¡Adiós Zacarías! Todavía joven para amante jovial atento con ella.
Ese sábado obsesión de bifurcaciones. Culpable: sueño con joven alemana amiga de universidad. Desde su carro en la calle entre espectadores de cine. De mano de joven afgano o pakistaní. Su novio y rival culpable. ¿Sus nombres? Solo caras anónimas borrosas. ¿Qué tal la tudesca en vez de Masha? Repaso mental de otras cuasi novias en otra vida y por otro camino. ¡Eureka! Mejor un libro sucesión de encrucijadas, escogencias clave encadenadas hasta ahí y ahora. Exploración de momentos cruciales con otros recorridos plausibles.
Entusiasmo de ideas. ¿Pensamiento, organización? Labor enorme. Gran desorden en casa. Mejor fuera al aire libre. Replanteamiento mental del proyecto. Hasta ahora escritura aleatoria. Automático vaciado cerebral de recuerdos. Compilación material en documento electrónico bruto. Más tarde revisión y búsqueda estilo de escritura. ¿Publicar un libro en vida? No, solo herencia intelectual póstuma para hijos y nietos. Lecciones de vida, extrapolación de experiencias. Obra maestra, manual vital, compendio sabio. Justificaciones sin remordimientos.
Día frío y gris de invierno. Viento glacial entre la ropa. Demasiado tiempo estático. Dirección borde del lago. Lento paseo entre pocos viandantes. Sumersión en pensamientos. Dilema antiguo: estudios en Puebla, Monterrey o México. Disyuntiva de hijo de papi: trabajo con papá o estudios profesionales. Alternativas: ingeniería, derecho o economía. Opción: beca en Suiza o Estados Unidos. Coyuntura sentimental: aceptación avances chica húngara o inglesa. Circunstancia: continuación vida con aquella colombiana años atrás. Ficción: con Masha solo aventura pasajera. Posibilidad: trabajo en Ginebra o Japón. Y si esto y si aquello… plato principal de paseo ginebrino. Ser y no estar, ¿es esa la cuestón?
Imprevisto día entero de vagabundeo, comida rápida en cualquier restaurante. ¡Tictac! Regreso a casa ya de noche. Ejercicio práctico. Desde primera esquina juego al azar: a la derecha, a la izquierda o derecho. Encrucijadas: Quai des Bergues, Rue Rousseau, Rue des Étuves, Place Grenus, Rue Bouchet, Rue Chantepoulet… ¡Chas!, parada sorpresa en estación de tren Cornavin. Entrada a un bar, cerveza en la barra. Ramificaciones y cruces proliferando en su mente. Televisor con partido de rugby, conversaciones en portugués, francés, inglés y alemán. Después en español y árabe. Concentración en exploración mental. Oídos sordos.
¿Sensación antigua de borrachera juvenil? ¡Cucú! Tambaleo callejero después de medianoche y muchas cervezas. Otro juego laberíntico. Izquierda, izquierda, derecha, derecho, Rue du Mont Blanc, Rue Pécolat, Rue des Alpes, Rue Lugardon, Rue Rosset, Rue Dorcière, Rue des Alpes (¿círculo vicioso?), Rue de Berne. ¡Otra sorpresa! ¡Guau! Zona roja. Izquierda, derecha, derecha. Callejón sin salida. Oscuridad. ¿Traficantes de droga o ladrones callejeros? ¡Resplandor de cuchillos en la penumbra! Final de línea. ¡Última parada! Zacarías inerte en el centro de su laberinto.
08:00 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, bifurcaciones
miércoles, 16 febrero 2011
Recurrencias
Como de costumbre me perdí de nuevo en una ciudad extranjera, esta vez, en un país árabe. Iba con un grupo de personas, padres de familia, a dejar unos niños en un espectáculo para más tarde volver a recogerlos. Consciente de que no conocía bien el camino, tuve la precaución de anotar la dirección en un papel que guardé cuidadosamente en mi bolsillo. En el camino de regreso, como lo temía, me perdí del grupo. Decidí regresar sobre mis pasos hasta el lugar inicial con la esperanza de volver a ver a los otros al cabo de un rato. Recordaba que tenía que girar a la izquierda, caminar dos cuadras, girar dos veces a la derecha y de ahí, como no debería de quedar muy lejos, con seguridad reconocería visualmente el lugar. Debí de equivocarme en algún lado; ya no había ningún edificio familiar aunque todo parecía no estar muy lejos de la Plaza Tahrir en El Cairo. Me acordé del papel con las señas que había escrito y en ese momento me desperté. Busqué la dirección en vano y me di cuenta de que se me había quedado en el sueño, de manera que nunca sabré dónde quedaba ese lugar ni si fueron a tiempo a buscar a los niños. A menudo me pierdo en los sueños y me cuesta volver a la realidad al despertar.