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miércoles, 25 junio 2014

Volver al pasado

tiempo, presente, futuroRecuerdo haber vuelto a ver el patio de recreo de mi colegio de primaria muchos años después. Me pareció pequeñísimo con árboles menos altos que antes. Pasar frente a una casa o un edificio donde uno vivió es también una experiencia extraña. Los árboles pueden haber crecido o al contrario haber desaparecido porque los han cortado o han agrandado la calle o la acera. El barrio que antes era residencial se convirtió en comercial. Los lotes que estaban sin construir se han llenado de edificaciones. Ni siquiera los cascos antiguos de las ciudades dejan de cambiar, aunque sea solo por la manera de vestir de sus habitantes o los modelos de los autos que circulan por ahí. En las fotos viejas la gente parece más joven que antes. Las películas ambientadas en una época que uno vivió por más realistas que sean dejan un sabor extraño. Por ejemplo las películas de Hitchcock de los años sesenta me traen a la memoria lo que se veía en las calles en ese entonces pero nunca puede uno regresar al pasado verdaderamente. Peor aun cuando uno se encuentra con alguien que no ha vuelto a ver desde hace mucho tiempo. Uno no se siente tan viejo ya que el paso de los años nos ha llegado lentamente, pero los otros parecen más viejos, salvo contadas excepciones. Quizás solo en sueños puede uno realmente volver a sentir el pasado como antes. Por eso es mejor vivir el presente plenamente e imaginarse el futuro, siempre que podamos.

domingo, 06 abril 2014

El futuro inesperado

futuro,ciencia ficciónEl año 2000, que parecía una barrera infranqueable, empieza a quedar lejos atrás, como el siglo XX. Hoy hubiéramos debido de estar todos viajando en pequeños aviones individuales o teleportados gracias a los artilugios de la ciencia o cocinando con pastillas deshidratadas que se convertirían en platos suculentos en segundos. Los hogares, oficinas, industrias y todo lugar del planeta estarían llenos de robots que como esclavos nos servirían sin cesar. Todo el sistema solar estaría poblado y explorado gracias a nuestras naves espaciales. El mundo sería feliz sin pobreza ni guerras gracias al triunfo del capitalismo o del comunismo. Las únicas amenazas vendrían de los extraterrestres o de asteroides que podrían caer sobre el planeta. La ciencia nos iba a traer la prosperidad. ¡Qué equivocados estábamos!

Adivinar el futuro es más difícil que las previsiones meteorológicas a más de ocho días. Es como describir matemáticamente el recorrido preciso de un papel que uno tira por la ventana; lo único que se puede calcular es la probabilidad de que se encuentre en el piso al cabo de cierto tiempo. ¿Quién hubiera podido predecir, hace más de cuarenta años, que yo estaría hoy aquí escribiendo desde Francia?

Se le atribuye al intelectual francés André Malraux la frase «Le siècle prochain sera religieux ou ne sera pas» (el próximo siglo será religioso o no lo habrá) que es una paráfrasis de esta otra «Creo que la tarea del próximo siglo, frente a la amenaza más terrible que ha conocido la humanidad, será la de reintegrar a los dioses» que está documentada en L'Express del 21 de mayo de 1955. Ni siquiera esa posibilidad parece hoy clara, viendo los resultados de los fanatismos religiosos, sobre todo desde que Al Qaida empezó sus ataques terroristas. Ni el mundo feliz de Aldos Huxley, ni el 1984 de George Orwell han llegado a nosotros.

Se me antoja ponerme un instante en el papel de Casandra y predecir el mundo dentro de veinte o cincuenta años. ¿Catástrofes ecológicas o un nuevo mundo de protección de la naturaleza y armonía entre los hombres? ¿Explosión demográfica incontrolable o decrecimiento económico? ¿Gobiernos dictatoriales, demócratas, monárquicos, oligárquicos, aristocráticos, anárquicos, comunitaristas, globalizados, localizados o tribales? 

Mi optimismo y confianza en el ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor, y en los recursos de nuestra especie me hacen creer que el mundo será mejor para todos, menos pobreza, menos consumismo, menos materialismo, mejor comunicación, más tiempo libre, mejores condiciones de trabajo, menos desempleo. Los jóvenes de hoy serán los responsables del mundo que nos espera. Cuando veo la actitud de muchos de ellos, siento que lucharán por un mundo más solidario y menos superficial, por un planeta que no sea simplemente un gran basurero, sino el frágil universo donde vivimos y tenemos que proteger. Lo que nos presentan los medios de comunicación me parece exagerado: la crisis, las guerras, las catástrofes. En conclusión, mejor dejar volar la imaginación para escribir relatos futuristas o de ciencia ficción que tratar de adivinar el porvenir.

jueves, 20 marzo 2014

Nos veremos ayer

NV1978.jpgMe pasó hace tanto tiempo que no sé si fue un sueño, lo imaginé o lo leí en un libro, quizás de Borges. A lo mejor hasta yo mismo ya lo escribí y lo he olvidado. Lo cierto es que ayer caí en la cuenta de que ya me había pasado. Fue en mis años de estudiante en un autobús en la mañana camino de mi facultad de ingeniería.

Repasaba mis notas para un examen de matemáticas o computación cuando un señor muy viejo se sentó a mi lado sin que yo me diera cuenta. Supongo que se puso a leer mis libros pues de pronto me preguntó: ¿Estudia ingeniería de sistemas? Me hubiera gustado no contestarle para seguir concentrado en mis problemas, pero por educación, le dije que sí. Empezó a contarme que él había sido un experto en informática, que había sido de los primeros en el país en ocuparse de computadoras, que en esa época las máquinas eran inmensas y difíciles de programar, que tenía que codificar los datos en cintas perforadas, que el lenguaje de programación era ensamblador de muy bajo nivel. Luego me preguntó por las materias que yo estudiaba. Le dije lo mínimo y le pedí disculpas pues tenía que seguir repasando. Por suerte se calló y no me di cuenta cuando se fue. Al llegar a la parada de mi universidad ya no estaba ahí.

Ayer me subí a un autobús que estaba muy lleno de gente. Una joven amablemente me cedió su puesto. Me senté agradecido para descansar de mis pies que me duelen tanto. A mi avanzada edad ya los achaques me tienen quebrantado.

La sorpresa fue ver a mi lado un joven estudiando para un examen de matemáticas o computación. Le pregunté: ¿Estudia ingeniería de sistemas? Le vi la cara de disgusto por haberlo desconcentrado de sus problemas, pero por educación, me dijo que sí. Empecé a contarle que yo había sido ingeniero informático, que había sido de los primeros en el país en ocuparse de computadoras, que en esa época las máquinas eran inmensas y difíciles de programar, que tenía que codificar los datos en tarjetas perforadas, que mis lenguajes de programación favoritos eran PL1, LISP y Pascal. Luego le pregunté por las materias que él estudiaba. Me dijo lo mínimo y me pidió disculpas pues tenía que seguir revisando.

Me callé para no desilusionarlo con su futuro pues estoy seguro de que él era yo hace muchos, muchos años y que por una deformación del espacio-tiempo nos habíamos encontrado una segunda vez o quizás esa misma única vez. Al llegar a la parada de su universidad yo ya no estaba ahí.

13:40 Anotado en Cuentos | Permalink | Comentarios (0) | Tags: ficción, pasado, futuro